Kinn - Porsche

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Kinn había cancelado por completo todas las reuniones que tenía para la próxima semana, era su aniversario con Porsche y esta vez quería que nada ni nadie pudiera estropear el día que había estado preparando por tanto tiempo. Hizo caso a Tay, en temas del amor parecía que era el más adecuado y el que siempre acertaba con los mejores detalles, reservó un viaje a una pequeña isla privada, lejos de todo el ruido y todo el mundo, solo ellos dos y el personal del resort donde iban a hospedarse durante esta semana. Porsche ya sabía del viaje, Kinn no podía reservar a ciegas sin antes preguntarle a su pareja si podía tomarse una semana entera de vacaciones, lo que no sabía era donde iban en concreto, eso quería que fuera una sorpresa y, por ese mismo motivo, tampoco se lo había dicho a nadie de su familia más que a Tay.

Se iban un lunes a primera hora de la mañana, Kinn sabía que Porsche no era una persona a la que le gustara madrugar, por lo que de esta forma lograría que el menor se durmiera en el avión y no hiciera ningún tipo de pregunta o algo por el estilo. Cuando lo despertó le pidió que vendara sus ojos, que él lo guiaría de la mejor manera posible, pero no hizo falta convencerlo, tan rápido como Porsche tocó el asiento del copiloto en el coche cayó dormido por completo e incluso fue Kinn quien tuvo que vendarle la cinta negra en los ojos. Al llegar al pequeño aeropuerto privado que disponía la familia, Kinn cargó al menor en brazos y lo subió al avión privado, tumbándolo cómodamente en uno de los sillones reclinables, mientras él se servía un pequeño vaso de bourbon y se sentaba justo en frente de su pareja.

El viaje fue completamente tranquilo, Porsche durmió por completo de principio a fin y Kinn lo imitó en la mayor parte del tiempo. Al llegar a la isla ya los estaban esperando en el pequeño helipuerto que tenía el resort, Kinn volvió a cargar a Porsche con cuidado, habían pasado unas horas y corría el riesgo que en poco tiempo el chico se despertara y descubriera la sorpresa antes de tiempo. Iban a dormir en una de las suites del lugar, con vistas al mar en la planta más alta del resort, a pesar de estar completamente solos, de esta manera ni el ruido de los habitantes de la isla los molestaría. Se veía a la perfección la puesta y la salida del sol desde el balcón que tenía la habitación, juntamente con un jacuzzi personal, un par de sillas y unas tumbonas por si no querían bajar a la piscina. La habitación era amplia, una cama amplia y redonda en el centro de todo, la bañera era como una piscina pequeña, con luces de colores en el interior para dar una cálida sensación en caso de querer darse una larga ducha relajante.

Los detalles de la habitación estaban perfectamente cuidados, Kinn iba a darle la idea también a Tay, quien sabe con quien podría disfrutar de la experiencia como iban a hacer ellos dos. Tumbó a Porsche en la cama y besó sus labios mientras quitaba la venda de sus ojos, "despierta, mi amor, ya hemos llegado", el menor se movió, pero no hubo queja por su parte, rascó sus ojos mientras se incorporaba, Kinn había pedido el desayuno y lo había colocado ordenadamente en la mesa exterior, junto con un jarrón de rosas en el centro de esta. Porsche observó el lugar con los ojos como platos, no podía creer que Kinn hubiera reservado todo ese lugar para ellos solos, era gigantesco. Salió a la terraza y abrazó al mayor por la cintura, un leve "nunca dejas de sorprenderme" salió de sus labios y Kinn solo pudo sonreír e invitarlo a sentarse enfrente suyo para poder comer alguna cosa, después podían ir a dar un paseo para conocer el lugar y, por la tarde, darse una larga ducha en la bañera con las luces y una bomba de baño aromática para relajarse después del largo viaje. Podían cenar en el mismo lugar que ahora y, mientras veían la puesta de sol, descansar en el jacuzzi con unos cócteles bien fríos en sus manos.

Cuando terminaron de desayunar, se cambiaron de ropa, eligiendo la misma que se pusieron en su primera cita oficial como pareja y bajaron cogidos de la mano hacia el pequeño pueblo que tenía la isla, pasearon toda la mañana, incluso comieron cerca del resort. Compraron algunos adornos para cuando volvieran, quizás podían decorar su habitación conjuntamente, hacerla más íntima para ellos, que cada detalle contara una historia o una cita, contara su propia historia. Cuando regresaron, Kinn fue a preparar el baño, encendió las luces de la bañera en tonos cálidos, mientras dejaba que la bomba de bañera con olor a cítricos se deshiciera al juntarse con el agua, encendió un par de velas que habían comprado en el paseo y las colocó en los rincones del baño y llamó a Porsche para que se uniera a él.

Kinn fue el primero en meterse en la bañera, abriendo los brazos para que Porsche se sentara entre sus piernas, apoyando su espalda en el pecho del mayor. Kinn acariciaba los brazos de Porsche mientras este cerraba los ojos y descansaba la cabeza en el hombro del mayor, dejándose mimar por el mayor, como si el tiempo para ellos no pasara, por una vez en mucho tiempo podían dedicarse exclusivamente al otro, sin temer por qué alguien pudiera interrumpirlos, sin una llamada de emergencia, una reunión de última hora, sin nada que rompiera su tiempo para ellos y únicamente ellos.

Kinn fue el primero en salir, al llegar de vuelta habían solicitado que subieran la cena a la habitación y, mientras se colocaba el albornoz negro del resort, escuchó como llamaban a la puerta con la comida que habían solicitado. Ajustó la puerta del baño para que Porsche pudiera terminar de relajarse, él se encargaría de preparar la mesa para la cena. Colocó otro par de velas en esta y una botella de vino blanco en la cubitera que les habían subido junto con la comida.

El sol empezaba a esconderse, habían comprado las bebidas para que Porsche fuera quien preparara los cócteles de la noche y así no tuvieran que preocuparse por otra llamada. El menor no tardó en salir del baño y abrazó a Kinn por la espalda, apoyando su barbilla en el hombro de este, cenaron tranquilamente, a la luz de las velas, brindando de vez en cuando por ellos. Vieron como el sol poco a poco desaparecía y como la luna llena empezaba a saludarlos.

Al terminar de cenar apartaron la mesa, dejando los platos y lo que habían usado en el carrito que los trabajadores del lugar les habían dejado en la puerta de salida de su cuarto. Porsche preparó las bebidas mientras Kinn sacaba su guitarra y empezaba a tocar, aún sentado en la silla donde había cenado. El menor no podía evitar sonreír, cuando se conocieron él salía a tirar la basura del bar donde se dedicaba a hacer cócteles y entretener a las chicas, ahora estaba preparando lo que más le gustaba para él y su pareja en un viaje de aniversario, mientras escuchaba como este tocaba únicamente para él. Se acercó silenciosamente, cogiendo la bandeja y colocándola en la extensible del jacuzzi, apoyándose en los hombros de Kinn mientras cerraba los ojos y escuchaba el final de la canción que éste estaba tocando.

Cuando terminó se quitaron el albornoz que llevaban puesto y se metieron en el jacuzzi, cogiendo las bebidas que Porsche había preparado. Sus sonrisas eran lo único que iluminaba el lugar, el menor se acercó para volver a quedar entre los brazos de Kinn, pero esta vez se mantenía mirándolo a los ojos, dejando pequeños besos en sus labios y dedicándose palabras de amor que solo podían ser escuchadas por ellos mismo.

Kinn alargó el brazo hasta llegar a su chaqueta, la cual seguía en la silla colocada. Sacó del bolsillo una pequeña caja de terciopelo rojo, el menor lo miraba desconcertado, no entendía a que venía ese detalle después de la gran sorpresa, pero su expresión cambió por completo al darse cuenta de lo que podía contener esa caja si su cabeza estaba en lo cierto. "Porsche Kittisawasd, ¿quieres casarte conmigo?", las lágrimas empezaron a formarse en los oscuros ojos del menor, asintiendo repetidamente con la cabeza, sin creer todavía lo que acababa de pasar frente a sus ojos. "Claro que quiero, Anakin", un beso fue lo último que los unió en ese día, bajo la luz de la luna y las estrellas.

-Moon & Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora