Kim - Che

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Kim había salido a trabajar pronto esa mañana, su padre le había pedido que fuera él quien lo acompañara a esa reunión y, a pesar de que el menor se negó en un inicio, finalmente no le quedó otra que aceptar e ir con él. Había dejado a Che durmiendo, ya que desde hacía unos días el menor había estado durmiendo en su cuarto, a escondidas de sus hermanos, no tenían ganas de escuchar sermones sobre cualquier tema vergonzoso del que no querían escuchar hablar todavía, por lo que esperaban a que todos estuvieran en sus habitaciones para que el menor pudiera escabullirse a la habitación de Kim sin que nadie lo viera.

Che se había quedado dando vueltas en la cama, apenas se había despertado cuando el mayor salió, recordaba vagamente como este dejó un leve beso en su frente y salió sin hacer mucho ruido. Cuando logró despertar por completo se sentó en la cama, observando como el sol brillaba y penetraba en la habitación a través de las ventanas del lugar. El chico no podía negar que desde que dormía en esa habitación, abrazado a Kim, sintiendo como este lo acariciaba, los hombros, el brazo, el pelo, como se besaban inocentemente de vez en cuando... desde que decidieron que fue a descansar al cuarto de Kim no había una sola noche en la que no descansara por completo y se despertara con una sonrisa en los labios.

Se quedó unos minutos, aunque no se preocupó por saber cuánto rato estuvo sentado en la cama, respirando el aire que corría por la ventana, tomando el sol, descansando tranquilamente. Miró el móvil y vio un mensaje de buenos días de Kim, aún le resultaba algo extraño ver esa faceta del chico que nunca había visto anteriormente y podía acostumbrarse a él. Contestó a su mensaje con un sticker y se levantó, yendo en dirección al baño que había en la habitación, cogió una camisa blanca de Kim y unos pantalones cortos y se encerró en la ducha, quería terminar de relajarse y sabiendo que nadie lo buscaría ahí aprovechó la oportunidad.

Tardó una hora larga, se había duchado con toda la calma, incluso puso de fondo música para terminar de darle un buen ambiente al baño, más personal, más en su mundo. Se vistió con la ropa que había cogido y se arregló el pelo, secándoselo con el secador, a diferencia de Kim, el cual prefería dejar que su pelo se secara por sí solo, Che prefería secárselo tranquilamente con el secador, así quedaba tal y como él quería. Sonrió ante su reflejo en el espejo y salió, su hermano y Kinn habían ido a pasar el fin de semana juntos, no había nadie que pudiera reclamarlo, por lo que decidió ordenar un poco el lugar.

Sacó un par de libros de la estantería, no se imaginó a Kim como una persona a la que le gustaba leer, pero todos y cada uno de los libros que había en ese lugar de madera antigua estaban marcados con post-it, indicando que habían sido devorados por el mayor y que, además, había decidido marcar sus escenas favoritas o las que le aportaban alguna reflexión, incluso inspiración para alguna canción, quizás debería probarlo la próxima vez que quisiera escribir una canción.

Dejó la música sonando a lo lejos, lo suficiente alta para que solo fuera capaz de escucharla él, cogió una caja que había en el último estante del mueble, era de un color que conjuntan perfectamente con el mueble, casi podía pasar desapercibida. Dudó en abrirla durante unos instantes, si estaba tan bien camuflada sería por algún motivo, o quizás Kim quería que todo lo que estuviera en esa estantería quedara bien con el color del mueble, los libros estaban ordenados por tonos, quizás era una de sus manías sobre el perfeccionismo.

Finalmente, decidió abrirla, lo hizo con delicadeza, incluso con cierto miedo, podía haber una arma escondida, como en las películas, y como tantas veces había escuchado hablar a Kinn y Porsche cuando su hermano le pedía que no quería armas escondidas en la habitación, pero lo que vio dentro de la caja le sorprendió, no era nada de lo que podría haber imaginado o pasado por su cabeza.

Se sentó en el suelo de la habitación, Kim lo tenía forrado con una moqueta de color oscuro, por lo que era imposible coger frío en ese lugar. Sacó las polaroids de la caja y las colocó en el suelo con delicadeza, eran las mismas que él le regaló hacía unos años, concretamente antes de que Kim le dijera una realidad que no quería recordar, poco antes de que su corazón se diera cuenta de una mentira aún más grande, pensando que verdaderamente el mayor no le quería y que solamente había jugado con él para conseguir su información. Nunca se había deshecho de ellas, las había guardado en esa caja que estaba en la misma estantería que todos esos libros perfectamente conservados y citados.

El hecho de que todavía guardara esos detalles solo lo hacían confirmar la conversación que habían tenido hacía unas semanas cuando se reconciliaron, cuando Kim le hizo saber el porqué de su comportamiento aquel día, el porqué había negado sus sentimientos tanto tiempo. Verdaderamente, siempre existieron esos sentimientos, o al menos fueron apareciendo con sus acciones y nunca desaparecieron, como él aseguró aquella tarde, Kim solo temía por el bienestar de Che. Se levantó con cuidado y observó la funda de la guitarra de Kim, en la bolsa delantera seguía estando la púa que él mismo diseñó como regalo, con sus nombres.

El mayor había guardado cada detalle que Che le había regalado, quizás era una forma personal para torturarse y recordarle que seguía sintiendo algo por el chico y que, hasta hacía poco, pensaba que nunca sería capaz de aceptar por miedo, ya no a que le lastimaran, sino el miedo a que Che nunca lo perdonara por lo que le hizo. Los ojos del mayor se llenaban de pequeñas lágrimas, pero no unas lágrimas de dolor o tristeza, era un sentimiento diferente que no había sentido en mucho tiempo. Volvió a guardar las cosas en su sitio, tal y como se las había encontrado y terminó de ordenar el cuarto, haciendo la cama y sentándose en la silla y escribiendo todo lo que corría por su cabeza en ese momento, necesitaba explicar de alguna forma ese sentimiento que se apoderaba de su pecho antes de que las lágrimas cayeran y borraran todo a su paso.

Escuchó la puerta abrirse y arrugó el papel entre sus manos, observando con el mayor acaba de llegar, saludó con una sonrisa nerviosa, temiendo que Kim le pidiera explicaciones sobre que era lo que acababa de esconder cuando lo escuchó entrar, pero este solo lo abrazó y dejó un beso en su frente antes de tumbarse en la cama bocabajo. Che sonrió levemente, sintiendo como sus pulsaciones se relajaban y se levantó, dejando el papel arrugado completamente encima de la mesa. Se sentó en la cama y acarició con delicadeza el pelo del mayor, "¿Cómo ha ido?", Kim solo respondió con un suspiro largo y profundo, haciendo reír levemente al menor.

Kim apoyó su cabeza en las piernas de Che y cerró los ojos tras abrazar su cintura con delicadeza, dejando pequeñas y leves caricias. "Descansa un rato", la suave voz de Che a penas llegó a ser escuchada cuando se percató de como la respiración del mayor se había ralentizado y se había vuelto más pesada, una sonrisa se dibujó en su rostro, Kim se había quedado dormido. "Te quiero, muchísimo P'", dejó un beso en la cabeza del mayor, seguía acariciando su pelo con la misma delicadeza y cuidado, intentando evitar despertarlo, su mirada volvió a fijarse en aquella pequeña caja que volvía a estar en el estante más alto del mueble que había enfrente, su corazón volvía a acelerarse como el de un niño pequeño que ve un caramelo.

Kim se había percatado al entrar del movimiento repentino de Che y de como este escondía un papel en su espalda, pero le conocía y sabía a la perfección que si le preguntaba solo rompería la pequeña burbuja de paz en la que parecía haber estado flotando el chico toda la mañana, por lo que lo dejaría seguir en ella durante ese día, pero no perdería la mínima oportunidad para conocer el motivo de esa burbuja de felicidad en la que se encontraba Che.

-Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora