Macao abrió la puerta y recibió a Tay con una sonrisa, dejándolo pasar y cerrando la puerta detrás de él, Pete y Vegas estaban en el salon acabando de preparar las cosas para irse de viaje de negocios y cuando Tay los vio saludó con una pequeña sonrisa en los labios, Pete rápidamente se acercó y le dijo que si necesitaba algo no dudara en pedirlo, que estaba en su casa. Tay agradeció el gesto inclinando levemente la cabeza para disimular las pequeñas lágrimas que amenazaban con salir, cada vez que entraba en esa casa se sentía acogido, protegido y en ningún momento se sintió juzgado, conocía a Pete desde hacía mucho tiempo pero nunca lo había visto tan feliz, lo mismo pasaba con Vegas, nunca antes le había visto una expresión tan relajada como la que tenía desde que apareció Pete en su vida.
Macao le tocó el brazo para llamarle la atención guiándolo hasta la cocina, una vez ahí se sentó en la encimera esperando a que el menor preparara las palomitas como hacía cada viernes desde el día de la pelea con Time. Después de ese día Tay decidió volver a casa y dejar a Time, bloqueó su número de teléfono y se alejó de las redes sociales, Macao había permanecido a su lado en todo el proceso, dándole fuerzas cuando pensaba que ya no le quedaban y haciéndolo sentir seguro y protegido. El primer viernes que estuvo solo, Tay llamó a Macao llorando en pleno ataque de ansiedad sin saber qué hacer y el menor sin colgar en ningún momento, se dirigió hacia su casa para hacerle compañía, cuando llegó lo encontró todo a oscuras y al pequeño chico en el suelo temblando y llorando, rápidamente lo abrazó intentando calmarlo, lo consiguió, Tay se calmó entre sus brazos y acabaron en el sofá del gran salón abrazados, dándose paz el uno al otro. Desde ese día cada vez que Tay tiene un mal día inmediatamente llama al más pequeño y se reúnen donde sea, es ahí donde empezó la costumbre de quedar cada viernes, pues era cuando Tay se quedaba completamente solo en casa y su cabeza le jugaba malas pasadas.
Cuando acabaron de hacer las palomitas se dirigieron otra vez al salón y se sentaron en el gran sofá, Pete y Vegas se despidieron y se fueron, dejándolos completamente solos, entonces Macao aprovechó para sentarse mucho más cerca del mayor y preguntarle en un susurro "¿Todo bien hoy?" Tay afirmó con la cabeza y una sonrisa que no le llegaba a los ojos, pero Macao lo dejó pasar y le devolvió la sonrisa, dándole al play y dejando que un cómodo silencio los envolviera. A pesar de que la película había empezado, ambos chicos no le estaban prestando atención, sus corazones eran el único ruido que escuchaban, incluso ellos mismos sentían que la persona que estaba a su lado podía escucharlo.
Sus manos se rozaron al ir a coger unas pocas palomitas del bol, sus mejillas se pusieron completamente rojas, apartaron sus manos rápidamente y apartaron, a la vez, sus miradas. No entendían porque actuaban de esta manera de forma tan repentina, no era la primera vez que se quedaban solos en casa, habían compartido muchas cosas desde que empezó su "relación" y de repente se comportaban de forma tímida y avergonzada con el otro sin sentido. "Quiero pedirte una cosa", ambos hablaron a la vez y Macao detuvo la película, mirándose de nuevo y pudiendo ver como ambos se encontraban con las mejillas rojas, algo que los hizo reír levemente ante la escena. Tay se disculpó y le dio permiso a Macao para que hablara él primero, y aunque el menor intentó que fuera al revés finalmente aceptó hablar primero.
Su mente en ese momento empezó a volverse loca, su corazón había sido quien había iniciado esa primera conversación, su corazón sin escuchar lo que su cabeza pedía había decidido hablar de manera gratuita, sin pensar realmente lo que iba a hacer y cómo iba a decirlo. Llevaban tiempo en esta extraña relación, habían incluso visto la parte más sensible y vulnerable del otro varias veces, y después de esa última vez, de todas las cosas que habían vivido en los últimos días, Macao necesitaba poder decirle a Tay que su corazón se volvía completamente loco por él, por estar a su lado, por ayudarlo a sanar y a darse cuenta que pueden amarlo como se merecía. Moría por poder decirle lo mucho que amaba despertarse a su lado por las mañanas, desayunar juntos y que lo viniera a recoger a la universidad para ir a comer juntos, las ganas que tenía de poder ir cogidos de la mano sin temer que alguien lo malinterpretara, lo mucho que quería poder decir que era su pareja sin sentir que algo iba mal por ilusionarse al quedar con él frente a sus amigos. Necesitaba poder decirle que se pasaba la semana entera esperando a que el viernes llegara para poder acercarse a su casa y pasar el fin de semana juntos, dormir abrazados en su cama, reír viendo alguna cosa en la televisión mientras se abrazaban en el sofá, o simplemente acurrucarse en el otro en cualquier lugar de la casa, lo mucho que le gustaban sus caricias cuando el mayor jugaba con su pelo, lo mucho que le gustaba que Tay durmiera en su pecho mientras lo acariciaba con el mismo cariño que el mayor.