Tay - Pete

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Macao había ido con Vegas a hacer un par de trámites con Kinn y Kim, aunque el mayor insistió en que no quería que el hermano pequeño viniera, este se negó a escucharlo y terminó yendo con él, aunque prometió estar solo escuchando y atento. Macao avisó a Tay por la mañana antes de irse por la puerta, se despidió del mayor con un leve beso en la frente, no quería despertarlo del todo, ya que el chico seguía medio dormido. Antes de irse pero, decidió dejar una nota encima de la mesa de la sala principal del apartamento, así se aseguraba que Tay sabría donde estaba cuando despertara, no quería que se preocupara por su ausencia.

Tay no tardó en despertarse, y aunque escuchó las palabras de Macao antes de irse, apenas logró escuchar el sonido de la puerta cerrarse cuando este salió. Al cabo de quizás un par de horas se despertó, intentando buscar el calor en el lado opuesto de la cama, un calor que ya no estaba presente en el colchón, pero a pesar de no estar se quedaba un leve rastro de la colonia que se había convertido en su nueva adicción. Escondió la cabeza en la almohada y suspiró profundamente, una sonrisa se dibujó en su rostro y se encogió por unos últimos minutos antes de levantarse para poder ir a darse una ducha.

Dejó en el mármol del baño una camisa ancha de Macao y unos pantalones cortos de deporte, no tenía planeado salir de casa hasta que el menor volviera, por lo que prefería estar cómodo, ya se arreglaría si después salían juntos a dar unas vueltas. Se puso a recoger la habitación, recogió las cosas que estaban en el suelo e hizo la cama. Guardó los cargadores en los cajones de las cómodas de noche, sorprendiéndose al encontrar una pequeña caja de medicamentos en el lado de la cama donde dormía Macao. La cogió con cuidado, movido por la curiosidad. Su corazón se saltó un latido al leer el nombre de la medicación, la conocía demasiado bien, justamente de cuando Kinn tuvo todos los problemas por las acciones de Tawan al romper con su relación. Negó levemente con la cabeza, sabía que el accidente de su hermano le había afectado mucho, como era normal, pero no sabía que el menor podría estar bajo tal tratamiento sin él saberlo.

Salió de la habitación y cogió su teléfono móvil, el cual lo había dejado en el comedor el día de antes, miró la hora y decidió cambiarse de ropa para ir a casa de la segunda familia, quería hablar con Macao, o al menos intentarlo de una forma no muy directa, no quería poner al otro en un compromiso. Finalmente, sólo cambió sus pantalones por unos tejanos largos ajustados, la camisa dejó la que llevaba, tampoco quedaba tan mal llevar una camisa de... de la persona con la que parecías tener algo más que una amistad, ya que todavía no se habían atrevido a confesar sus sentimientos de manera tan directa.

Guardó la pequeña nota que Macao había dejado encima de la mesa cuando salió y se la guardó en la funda del móvil, le gustaba llevar encima alguna cosa que le recordara a él, aunque solo fuera una nota avisando de que iba a ausentarse durante el día. La casa de la primera familia quedaba lejos, pero no iba a coger el coche para ir hasta allí, prefería llegar andando para poder airear su cabeza hasta llegar, no sabía cómo preguntar o que decirle al menor para que supiera que él estaba ahí para todo lo que necesitara, pero tampoco quería sonar a frase típica de persona que finge preocuparse de ti. En su cabeza había un nudo de sentimientos y pensamientos que no sabía cómo solucionar, y a medida que se acercaba a la casa de su familia parecía que el miedo se apoderaba levemente de su persona. Sentía como ese nudo en su cabeza bajaba hasta su cuello, deteniéndose en su pecho, haciéndolo sentirse culpable por no haber conocido la situación del menor, incluso quizás sus acciones no lo ayudaban a mejorar y podían empeorar las cosas.

Cuando llamó a la puerta vio a Pete abrir, el cual lo recibió con una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa que siempre le transmitía una confianza especial al rubio. El antiguo guardaespaldas de su amigo lo dejó pasar y lo acompañó hasta la sala principal, ese lugar había cambiado mucho desde que la persona que estaba al mando era Vegas, era un lugar más cálido, más familiar de lo que solía ser anteriormente. Pete le ofreció algo para beber y este asintió esperando que el otro volviera con los dos vasos de agua y se sentara a su lado. Tay no sabía si tal vez hablar con él era la mejor opción, pero Pete fue la persona que más cuidado de Macao cuando Vegas estaba en coma, por lo que debe ser la persona que mejor conoce al menor, no se le ocurría nadie mejor con quien hablar del tema.

Cuando este volvió y se sentó a su lado, Tay decidió preguntar primero si los dos hermanos se encontraban en casa, Pete negó con la cabeza algo desconcertado, no entendía por qué preguntaría eso tan repentinamente, Macao había empezado a pasar más tiempo en casa del mayor que en la suya propia, por lo que no le encajaba que Tay no supiera donde estaba Macao. El rubio se explicó levemente antes de proceder a preguntar más concretamente sobre el tema que quería resolver en su cabeza.

"Esta mañana encontré esto en su cajón de la mesita de noche" , sacó la cajita de medicamentos de su bolso y se lo tendió a Pete, observando con detalle la reacción de este cuando las vio, Tay se sorprendió cuando la reacción de Pete no fue de sorpresa, sino que dejó ir un leve suspiro y negó con la cabeza. Al parecer, la cabeza del antiguo guardaespaldas estaba recordando momentos que su corazón no quería volver a ver, recuerdos que nunca serían capaces de sanar en su corazón, pero entendía la preocupación del rubio ante ellos, reacción que también le aportaba tranquilidad, veía que Tay se preocupaba por su pequeño.

"Fue un momento complicado para los dos, pero Macao era más pequeño y fue todo muy de golpe, acababa de perder a su padre de una forma no muy agradable y su hermano estaba muy crítico, de golpe parecía estar completamente solo ante todo." La forma en como escuchaba a Pete hablar del tema le encogió el corazón a Tay, nunca se había preocupado de ese tema, o al menos nunca había intentado hablar con Macao sobre ello. "Estando en el hospital esperando por la recuperación de Vegas, el médico vino a hablar conmigo para explicarme el cambio de actitud que había visto en Macao, me hizo saber que quería observarlo de cerca para intentar descartar alguna cosa que en ese momento no me especifico. Días después volvió a hablar conmigo mientras él estaba en clase para darme a conocer que Macao tenía depresión por todo lo que estaba sucediendo en su vida en tan poco tiempo, tuvo que encargarse solo del entierro de su padre, a pesar de no querer asistir, tuvo que descubrir cosas que no le tocaban en ese momento y su corazón no pudo llevarlo bien".

Pete tenía una forma única de dirigirse al menor, sus palabras hablaban con un cariño especial que hacía que el corazón de Tay se encogiera y se ablandara cada vez que lo escuchaba referirse a esa familia que, ahora, era también la suya. Tay bajó la cabeza y suspiró, sus ojos se llenaron de lágrimas que no quería dejar caer, no era el lugar ni el momento para llorar. Pete, pero, pareció darse cuenta y sujetó sus manos con fuerza, obligando al rubio a levantar la mirada y mirarlo a los ojos, delatándose todavía más, no podía esconder sus ojos llenos de agua que, en cualquier momento, iba a dejar caer de manera involuntaria, en cualquier parpadeo sus lágrimas podían empezar a caer. Pete se adelantó y acarició su mejilla levemente sonriendo antes de volver a hablar.

"Hacía mucho tiempo que no veía a Macao tan feliz, quizás nunca lo vi sonreír tanto como lo hace desde que estás tú a su lado. Desde que pasáis tiempo juntos, desde que pasa sus tardes en tu casa o vienes tú aquí, es un niño completamente distinto al Macao que yo conocí en aquel hospital, es un Macao distinto al que veía en casa cuando Vegas estaba acabando de recuperarse." Tay lo miraba, dejando caer sus lágrimas tan rápido cuando empezó a escuchar las palabras de Pete, en su mente nunca había podido imaginar que podría ser alguien tan especial para el menor. "Macao te quiere y estar a tu lado, que estés con él y lo hagas sonreír, de esa manera te hace especial a los ojos de los que os ven desde fuera. Desde que estás a su lado, Macao vuelve a ser feliz, le has devuelto las ganas de seguir adelante, Tay"

Tay cerró los ojos levemente y abrazó a Pete con fuerza. "Prometo cuidarlo de la mejor manera posible, Pete, prometo hacerlo bien, para que nunca más vuelva a sentirse triste o dolido, para que nunca más se sienta solo o cualquier cosa mala que pueda llegar a pasar por su cabeza".

Pete no pudo evitar sonreír ampliamente y corresponder a su abrazo, nunca habían dudado de Tay, y aunque al inicio Vegas tenía miedo, con el tiempo se dio cuenta de lo feliz que hacía a Macao tenerle a su lado, de como ese niño había vuelto a sonreír y reír fácilmente por los rincones de la casa. Pete sabía a la perfección que Tay iba a cuidar a Macao de la forma más pura y bonita que podía existir en la tierra.

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KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora