Pete había estado con su familia una semana, había dejado a Vegas solo en casa con su hermano, sabía que ambos también necesitaban tiempo para estar a solas y poder aclarar sus mentes un poco antes de la reunión con el que, de golpe, parecía ser su hermano pequeño. Decidió ir a ver a sus abuelos de un día para otro, el más bajo no se negó y aceptó su propuesta, no pasaría nada por estar separados una semana, tampoco era tanto tiempo y ambos necesitaban desconectar durante un tiempo de la mejor manera que sabían.
No llevaba ni dos días que empezó a encontrarse mal, le dolía la cabeza después de la hora de comer, se levantaba sin apetito y con cansancio, como si no pudiera descansar por las noches, pero intentó disimular su estado con algunos medicamentos, no quería preocupar a sus abuelos de manera gratuita, seguramente cogió frío durante el viaje, o el cambio de aires, todo el estrés que había tenido en casa esas últimas semanas, todo podía influenciar en su estado de salud y, por ese motivo, no quiso darle importancia. A veces tenía décimas de fiebre por la noche y temblaba de frío al acostarse, como si le faltara alguna cosa que lo ayudara a entrar en calor cuando se iba a dormir.
Por las mañanas seguía ayudando a su familia de la mejor manera posible, siempre decía la misma escusa cuando lo veían cansado "he dormido poco" y seguía ayudando y trabajando, no podía evitar empezar a preocuparse por ese malestar tan repentino que sentía, los sudores fríos, las décimas de fiebre, el cansancio y la pérdida de apetito, temía haber contraído alguna enfermedad y no saberlo, pero tampoco iba a buscarlo por internet, los síntomas desaparecerían en algún momento.
Vegas había acompañado a Pete el domingo hasta el puerto, se abrazaron y esperó a que el barco desapareciera de su vista para poder volver a casa, se sentía agotado, no había pegado ojo en varios días, dormía pocas horas y de forma incómoda, no dejaba de recordar a ese chico y pensar en la reunión, no dejaba de comerse la cabeza con posibilidades y escenarios ficticios. Se propuso descansar ese día con Macao, después ya podrían hablar del tema con más calma y aclarar, o intentarlo, sus mentes, intentar encontrar más pistas o alguna cosa que su padre tuviera escondida que les ayudara a creer más firmemente las palabras de Venecia.
Cuando llegó aún era muy pronto por la mañana, por lo que aprovechó que su hermanito seguía durmiendo para tumbarse un rato más antes de empezar el día. Pasaron un par de días desde la ausencia de su pareja, se sentía cansado, canceló sus reuniones o le pidió a su hermano que fuera a las más importantes junto con Kinn, se sentía agotado, su cabeza dolía la mayor parte del día, no descansaba bien y tenía escalofríos a todas horas. Su fiebre empezó a subir al cuarto día de la ausencia de Pete. Su hermano había empezado a preocuparse más de la cuenta, le insistía en tomar alguna medicina o incluso en ir al médico, pero el mayor se mantenía en el discurso de que necesitaba descansar y aunque su hermano no le creía, tampoco quería insistir en ello.
Finalmente, Pete decidió terminar sus vacaciones antes de tiempo y volver a casa con Vegas y Macao. Estaba algo preocupado cuando recibió una llamada por parte del menor haciéndole saber sobre la situación de salud de Vegas, el cual parecía estar igual de mal que él, pero eso solo pasaba en las películas, ¿no? Dos amantes enfermando por culpa de la distancia que los separa durante un período de tiempo. Cuando volvió llamó a la puerta antes de abrir y dirigirse hacia dentro del lugar, las luces estaban completamente apagadas, y a pesar de que el piso estaba completamente limpio, estaba oscuro por completo, indicando que casi nadie había estado por el lugar en un buen rato. Se acercó hacia la habitación de Vegas y volvió a llamar a la puerta, sentándose al lado de la cama y tumbándose lentamente, su dolor de cabeza había disminuido y desaparecido a medida que llegaba a casa y desapareció por completo al entrar al lugar y respirar ese aroma tan familiar, ese aroma que se había convertido en su casa.
Macao sonrió al verlo entrar y decidió salir para poder darles cierta intimidad, aunque se preocupó al ver las ojeras que aparecían debajo de los ojos de Pete, las mismas que las que había en los ojos de su hermano. Había alguna cosa que lo mosqueaba, pero no podía negar sentirse más tranquilo sabiendo que el mayor ya estaba con ellos de vuelta y que podría apoyarse en él para cuidar de su hermano. El menor se fue a descansar y así pudo dejarlos solos para que hablaran y se cuidaban, se encerró en su cuarto y se dispuso a dormir, ya que pasaban de las once de la noche y necesitaba descansar para poder ir a clase al día siguiente.
Vegas se incorporó rápidamente al ver el rostro enfermo de Pete, no iba a permitir que él lo cuidara estando en su misma situación. Lo abrazó con fuerza, preocupado de que hubiera tenido que volver por culpa de estar enfermo o alguna cosa parecida, empezó una leve lluvia de preguntas por parte de Vegas a las cuales Pete solo pudo negar y abrazarlo con fuerza. Sus brazos se sentían débiles y cansados, pero aun así reunió la fuerza para abrazar a su pareja y liberarse de esa carga que le provocaba el haberlo echado de menos.
Sin darse cuenta habían terminado tumbados en la cama, abrazados, mientras el más alto descansaba en el pecho de Vegas, este le acariciaba el pelo, durmiendo como niños pequeños por primera vez desde que se habían separado hacía cinco días. Macao entró al cabo de un ahora de no escuchar ningún tipo de ruido y al verlos durmiendo decidió correr la cortina para que no les molestara la luz y pudieran dormir mejor, cogió una manta que había en el armario y los cubrió con ella, sonriendo al ver la escena antes de cerrar la puerta a sus espaldas e irse a su cuarto.
Al día siguiente todo rastro de fiebre, de dolor y de mal cuerpo había desaparecido por completo de la pareja, se encontraban perfectamente, como antes de separarse, incluso se levantaron con hambre y empezaron a preparar el desayuno para poder comer los tres juntos de nuevo. Al parecer, esa idea de enfermar por estar lejos de casa o, en su caso, lejos de su pequeña casa personal, parecía ser real, echarse de menos, no verse por las mañanas, no escuchar sus te quiero a primera hora, no verse a cada momento del día... los había hecho enfermar hasta el punto de necesitar volver para estar de nuevo en los brazos del otro, para volver a su refugio seguro, donde nunca iban a poder enfermarse, donde eran la vitamina del otro.
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