Macao

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Vegas recordaba el día que Pete le contó como había estado Macao durante el tiempo que él había estado ingresado. Recordaba cada palabra, como el más alto lloraba sintiéndose culpable por no haber sabido cuidar de Macao en su ausencia, por sentir que le había fallado cuidando de lo único que le quedaba en la vida, de la persona que más le importaba al más bajo. Recordaba cada palabra, cada lágrima, cada segundo que estuvo abrazado a Pete, acariciando su espalda e intentando tranquilizarlo, haciéndole ver que la culpa no era solo suya, que todos habían sido culpables del estado del menor.

Ayudar al menor no fue fácil, después de que el chico con el que había estado tonteando, incluso habían convivido juntos por un tiempo, lo dejara para volver con su expareja después de que este volviera disculpándose por todo el daño que le había provocado. Aquel acontecimiento solo empeoró la salud de Macao, a penas lo habían visto en toda la semana, había empezado a faltar a clase, decía que no tenía hambre y no bajaba a desayunar con ellos, Pete prometió quedarse en casa vigilando que su hermano pequeño comiera algo en algún momento del día, pero finalmente Vegas también habló con Kinn para ausentarse hasta que Macao se recuperara.

Incluso Tay vino personalmente para intentar arreglar las cosas con el chico cuando se enteró del daño que le había causado de manera involuntaria, se sentía culpable y necesitaba disculparse con él por su mal comportamiento, aunque sabía que sería complicado debido a la posible reacción de Vegas, sabiendo que él era el culpable del empeoramiento de su estado de ánimo. Para su sorpresa pudo acceder a la casa gracias a Pete, y a pesar de la mirada de odio de Vegas, logró entrar al cuarto del menor e intentar hablar con él de la forma más sincera posible.

Pero todos esos intentos no fueron suficientes para lograr un cambio en la situación del chico, seguía pasando el día tumbado en la cama, sin apenas salir a comer, por muchos intentos de Vegas por hacerlo salir, por intentar entrar y ayudarlo, de hablar con él de una forma más cercana, pero parecía que todos sus intentos eran imposibles, eran en vano, ya que solo conseguía el silencio por respuesta. Vegas se pasaba la mayor parte del día delante de la puerta, sentado al lado de Pete, esperando que hubiera algún movimiento, ya apenas veían al menor.

Un día por la mañana mientras Vegas y Pete preparaban una vez más el desayuno, escucharon la puerta de su cuarto abrirse, ambos corrieron hacia el lugar, sorprendiéndose al ver al menor con el uniforme de la escuela puesto, miraron discretamente hacia la habitación, la cual estaba perfectamente ordenada, las ventanas abiertas y las cortinas corridas, permitiendo que entrara el aire y la luz del sol. Los dos mayores se miraron sorprendidos y saltaron a los brazos del menor, apretándolo entre sus brazos, sacando unas risas de su parte, el cual intentó soltarse de sus mayores bajo la excusa de tener hambre y llegar tarde a clase. Desayunaron todos juntos, Vegas iba mirando de reojo a Pete, no entendía el cambio de actitud en el menor y menos de esa forma tan rápida y repentina, pero no podía preguntar, no se atrevía a hacerlo por miedo a meter la pata, pero quería vigilarlo de cerca, al menos durante unos días, para asegurarse que todo estaba bien de verdad.

Lo acompañó a la facultad y se despidió de él, llamó a Pete para avisar de que lo vendría a buscar para quedarse por la zona, ya pensarían una excusa si finalmente los descubría por el lugar, pero quería asegurarse de que no les estaba engañando. La mañana pasó rápida y después de comer vieron como Macao salía del lugar con su antiguo pequeño grupo de amigos, despidiéndose de ellos para irse de camino a casa, pero no avisó a Vegas de que lo fuera a buscar, ni siquiera miró el teléfono para saber si alguien lo vendría a buscar. Aparcaron la moto y lo empezaron a seguir unos metros por detrás, la distancia justa para que no les descubriera, pero dejaron de hacerlo cuando vieron que un par de amigos lo llamaban y se iban con él. Ambos no estaban tranquilos, pero Macao estaba acompañado, por lo que lo mejor sería esperar en casa hasta que volviera.

La noche llegó, pero nadie parecía aparecer por casa, Vegas no dejaba de dar vueltas por el salón, mirando por la ventana repetidas veces, esperando ver a su hermano aparecer. Pete miraba contínuamente el móvil, esperando que recibieran alguna llamada o algún mensaje de este, pero nada llegaba. "Mi hermano siempre avisa de lo que hace, o de cuando llegará", la voz de Vegas sonaba más preocupada que durante este tiempo atrás, y Pete se levantó para abrazarlo e intentar que lo acompañara al sofá, cuando de repente sonó el teléfono móvil del hermano mayor. El número marcado no estaba registrado en su dispositivo, y Pete pudo ver como el color de la piel del más bajo se volvía igual de pálido que un papel blano, le cogió de la mano y contestó por él, dejando caer el móvil al escuchar la noticia. Vegas miró como Pete empezaba a llorar y rápidamente cogió las cosas sin soltar la mano del mayor, yendo hacia la moto y obligándolo a subir, conduciendo a gran velocidad hasta el hospital.

La misma llamada interrumpió el silencio en el apartamento de Tay, este rompió a llorar tan rápido como escuchó las palabras de la persona al otro lado del teléfono, le pidió a Time que lo llevara rápidamente al hospital, que era urgente, este no se atrevió a negarse y cogió las llaves de su motocicleta, llevando al rubio al lugar donde le había indicado. Este subió corriendo, encontrándose en la puerta a Vegas y Pete, los cuales estaban abrazados, podía escuchar el llanto del hermano mayor, mientras en su cabeza solo podía escuchar el fuerte latido de su corazón que empezaba a acelerarse, negando repetidas veces con la cabeza ante la idea que, en un principio, no quería creer.

El médico salió de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas, y llamando a la familia de Macao, las tres personas presentes corrieron hacia él, y se quedaron expectantes de sus palabras, rompiendo a llorar tan rápido como escucharon el "Lo siento mucho". Escucharon a lo lejos lo que había sucedido, escucharon como les contaron los hechos que habían pasado, como el menor se había precipitado por el acantilado que había cercano a la salida de la ciudad. Vegas corrió a agarrar con fuerza la mano de su hermano pequeño, negando repetidas veces con la cabeza, Pete se colocó detrás suyo, agarrando los hombros del más bajo con fuerza, sin perder el contacto en ningún momento, no se atrevía a mirar al menor. Por otro lado, Tay se quedó en la puerta, no se atrevía a cruzarla, no quería ver la escena, si no entraba no había sucedido, ¿verdad? pero finalmente pasó el umbral de la puerta y se colocó al lado contrario de Vegas y Pete, arrodillándose al lado de la cama, acariciando el rostro del menor mientras reprimía las fuertes ganas de chillar que sentía en el pecho.

Unas manos sacaron a Vegas de lo que parecía ser una pesadilla, Pete rápidamente abrazó al mayor y lo apretó contra su pecho, acariciando su pelo con delicadeza, buscando la forma de lograr que se calmara; pero al parecer no había sido el único que había tenido pesadillas, Pete se había despertado de golpe hacía unos segundos antes. Tendió el teléfono de Vegas a él y este marcó rápidamente el número de teléfono que tenía en favoritos.

El ruido del teléfono provocó que Tay despertara chillando y llorando, se cubrió la boca y rápidamente abrazó al chico que tenía a su lado, Macao se despertó del susto y no entendía que estaba sucediendo exactamente. Miró la pantalla del móvil y contesto tras ver el nombre de su hermano, creando algo más de confusión en su cabeza, no dejó en ningún momento de acariciar la espalda del rubio, el cual seguía llorando aferrado a su camisa.

Macao tranquilizó a su hermano y a Pete, los cuales parecían estar igual de alterados que la persona que tenía a su lado, no entendía que había pasado pero las tres personas le preguntaron como estaba y si se encontraba bien, este contestó diciendo que se encontraba mejor que bien ahora que tenía una familia, ayudando a las tres personas a suspirar aliviadas.

Al otro lado del teléfono, Vegas y Pete volvieron a acostarse, pero esta vez en el sofá del comedor, ya que había salido a coger algo de agua, mientras que Tay intentaba recuperar el sueño jugando con la mano de Macao. Ahora el menor tenía la familia con la que había soñado de pequeño y nada ni nadie podría cambiar la sensación de felicidad que había en su pecho cuando veía a su hermano mayor tan feliz con Pete, al igual que cuando dormía acariciando el pelo del chico que descansaba en su pecho. Por fin era feliz, y no iba a permitir que nada cambiara el rumbo que tenía su vida ahora.

-Time<3

Una pequeña anotación, nosotras también escuchamos sobre la noticia de la novela del VegasPete, y venimos a decirles que Macao nunca morirá en nuestro fic y será muy feliz con Tay y su familia, porque se lo merece <3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora