El menor descansaba cómodamente en el pecho de Tay, escuchaba a la perfección como su corazón latía lentamente, indicando la calma que sentía el mayor. Dormir sobre su pecho se había convertido en una rutina, una rutina que si faltaba no podía descansar correctamente, no era capaz de dormir. Era algo que el menor necesitaba cuando llegaba el viernes, día en el cual se cambiaba de casa para pasar el fin de semana con Tay, durante cada día esperaba ansioso que llegara la última hora lectiva de la semana para poder coger su moto y llegar al apartamento del mayor y pasar el fin de semana juntos.
Pero Macao no era el único que esperaba con ansias el viernes por la tarde, Tay también esperaba el mensaje de los viernes por el mediodía, ese mensaje que le indicaba que el menor ya iba hacia su casa, ese mensaje que lo alegraba de una forma que no podía explicar con palabras. Ese viernes había sido algo diferente, Tay decidió ir a buscar a Macao a la universidad para poder invitarlo a comer y pasar una tarde juntos fuera de su casa, a veces se sentía mal por el menor, ya que siempre era él el que se desplazaba y quería sorprenderlo esta vez.
Le mandó un mensaje sabiendo que no lo leería hasta que saliera de la última clase, justo para escribirle el "Ya vengo para casa<3" que tantos viernes esperaba recibir Tay, pero sabía e incluso podía imaginar la reacción del chico al ver su mensaje. Le hacía gracia como el más pequeño ya hablaba de su apartamento como "su casa", acción que hacía que el corazón de Tay se volviera loco solamente de pensar que él ya consideraba el lugar como algo "de ellos" y no como un simple apartamento del mayor. Se apoyó en la moto de Macao mientras esperaba, no era difícil identificarla, por lo que se sentó tranquilamente mientras esperaba. Escuchó la pequeña alarma que indicaba el final de las clases e, inmediatamente, miró el móvil para percatarse como el mensaje era marcado como leído, pocos minutos pasaron antes de poder ver a Macao corriendo hacia su moto.
Tay se levantó de esta y abrió los brazos, correspondiendo al abrazo que el menor le dio, elevándolo del suelo. Ambos empezaron a reír y, de forma involuntaria, se besaron, sonrojándose al darse cuenta de que se habían olvidado del sitio en el que se encontraban. Sus manos se entrelazaron tímidamente y subieron a la moto, yendo en dirección al centro comercial que había cerca del apartamento de Tay. No tardaron en decidir dónde querían ir a comer, por lo que rápidamente se sentaron en la mesa y empezaron a hablar, Macao no podía dejar de sonreír solo de pensar en la idea de que el mayor lo hubiera venido a buscar, era una acción sencilla que para cualquier otra persona podía ser insignificante, pero para Macao significaba muchísimo, para él era un paso muy grande para su relación, Tay empezaba a ganar la confianza y la seguridad en que los vieran juntos, en no importarle que se tomaran de la mano en la calle, en demostrarse su cariño públicamente, sin importar si alguien los veía o los reconocía... todas esas pequeñas actitudes en el mayor hacían que el corazón de Macao diera vuelcos de alegría.
Cuando terminaron de comer, cogieron la moto de vuelta a casa, aparcando en el mismo lugar de siempre, justo a la entrada del apartamento. Entraron cogidos de la mano, sonriendo y tan rápido como la puerta se cerró empezaron a besarse, mientras Macao cogía en volandas a Tay. Las risas empezaron a sonar por el lugar, la calma volvió a reinar en el apartamento, la tranquilidad que ambos habían perdido desde que se habían separado el uno del otro el lunes por la mañana. Macao acomodó al mayor en el sofá y se tumbó encima de él, tapando a ambos con la manta y apoyando su cabeza en el pecho de Tay, escuchando ese latido del corazón que tanto había añorado por las noches al acostarse.
Tay sonreía, acariciando el pelo de Macao, no podía sacarse de la cabeza el hecho de que se habían tomado de la mano en la universidad, en el centro comercial, delante de mucha gente, sin importarle si alguien conocido los veía, sin importarle que él pudiera verles juntos. No podía dejar de pensar que se habían besado en la puerta de la universidad, sin importar que sus compañeros los vieran, sin importar que alguien los pudiera ver. Sonrió ampliamente y notó como sus mejillas se enrojecían levemente con la idea, se sentía orgulloso de él mismo por ser capaz de empezar a imaginar una vida al lado del menor, de pasar página gracias a él, de poder actuar como una pareja públicamente, de perder el miedo que lo invadía cada vez que salían juntos a la calle.
Mantenía las caricias en el pelo de Macao, con delicadeza, había notado como el chico empezaba a pesar más sobre él y como su respiración se había calmado lentamente, ahora era más profunda y pausada que hacía unos minutos. Tay se movió levemente para darse cuenta de que el chico se había dormido en su pecho, abrazando su cintura y notando sus caricias, una escena completamente tierna y que no siempre tenía la oportunidad de ver en el menor. Cogió su teléfono móvil y le tomó una foto, la misma foto que se puso de fondo de pantalla del teléfono, sustituyendo una que le hizo Time cuando celebraban uno de sus últimos aniversarios.
La misma foto se la mandó a Pete para que él y Vegas vieran que ya estaban en casa y que el chico estaba perfectamente y durmiendo. Volvió a dejar su móvil en la mesita donde había estado todo el tiempo y se acomodó de nuevo, notando como Macao hacía lo mismo, aún durmiendo plácidamente. Tay colocó ambas manos en el cuerpo del chico, una en su pelo y la otra en su mejilla, acariciándolo con delicadeza, negó levemente y sonrió de nuevo. "Gracias por no rendirte conmigo, Macao", aprovechó que el menor dormía para poder soltar una frase que llevaba tiempo queriendo decir al chico que tenía en sus brazos en ese mismo momento.
Muchas veces había querido revelar sus sentimientos, decírselos sin ese miedo que lo invadía cada vez que intentaba decirle algo tan sencillo como "te quiero". Temía que el chico se cansara de esperarlo y terminara por dejarlo y pasar página, pero ahí estaba Macao, durmiendo tranquilamente en su pecho, mientras lo acariciaba con todo el amor que sentía en su corazón al verlo tan cómodo con él. Sabía lo que tenía que hacer y quería hacerlo, estaba seguro de lo que su corazón sentía, ahora ya si, y podría gritar a los cuatro vientos que le quería y que estaba completamente loco por ese chico.
Reunió el valor suficiente para sacar esa espina de su corazón y, antes de que el menor despertara para cenar, cerró los ojos con él y suspiró con una sonrisa, dejando salir un "Te quiero, Macao" de sus labios, y quizás era el te quiero más cariñoso que había podido decir en un gran tiempo.
-Time<3