Macao había salido de casa como cada día hacía, salió de casa de Tay, ya que llevaba viviendo con él en su apartamento un par de semanas. Se levantó el primero y preparó algo para desayunar, era temprano y sabía que el mayor no solía tener hambre cuando se despertaba, una acción que a Macao le ponía nervioso y siempre intentaba cocinar alguna cosa deliciosa para que el chico terminara aceptando comer a su lado y no saltarse una de las comidas más importantes del día. Se acercó a la cama y le acarició el pelo al chico que seguía durmiendo hecho un ovillo en el colchón, apoderándose por completo de las sábanas, como siempre solía hacer por la mañana, una acción que resultaba terriblemente adorable para Macao y que era el momento más esperado para el chico.
Le apartó el pelo de la cara delicadamente, dejando pequeños besos en su frente para conseguir despertar al chico de su forma favorita. La sonrisa en los labios de Tay empezó a formarse tan rápido como notó las caricias del chico en su pelo, los pequeños besos en su rostro, incluso el olor de la comida recién hecha hizo que Tay se incorporara y levantara los brazos, abrazando a Macao con fuerza, un leve "buenos días" salió de los labios de ambos a la vez. Las leves risas inundaron el lugar y el mayor se acercó para poder robarle un beso al chico que seguía sentado al borde de la cama en la que descansaban, juntos.
Macao correspondió al beso y sonrió ampliamente sobre los labios del rubio. acercando sus manos al delicado cuello del chico, acercándolo a él, acabando por tumbarse en la cama, sin apoyar todo su peso encima del cuerpo de Tay. Este pasó sus brazos por los hombros del menor, acariciando su cuello con delicadeza, separándose a la vez, pero sin dejar que sus narices se acariciaran y las sonrisas volvían a adornar sus rostros. "Llegaré tarde a clase si seguimos en la cama", la suave voz de Macao arrancó un leve quejido de los labios de Tay, pero este no pudo evitar negarse y terminó levantándose de la cama, encerrándose en el baño para poder arreglarse lo más rápido posible.
Ambos desayunaron de lo que el menor había preparado antes de ir a despertar a Tay y salieron de camino a la universidad del chico, cogidos de la mano, como no habían hecho hasta el momento, Macao por no faltar al respeto al chico y Tay por miedo a que alguien pudiera verlos, ¿ahora qué más daba? Eran pareja y solo importaba lo que ellos dos querían y deseaban, y ese fue uno de los pasos más importantes que habían hecho hasta ahora en su pequeña relación.
Se quedaron un rato en la puerta de la universidad, sus manos cogidas y entrelazadas, sus frentes unidas y pequeñas risas entre palabras de amor, el ruido de la campana que indicaba el inicio de clases fue lo que los hizo separarse, después de darse un pequeño beso Tay esperó a ver desaparecer a su pareja por el gran portón de entrada al recinto. Retomó su camino inicial, pensó en ir a comprar un par de cosas para comer y así poder esperar a la llegada de Macao con su comida favorita en la mesa y darle una pequeña sorpresa, al fin y al cabo le preparaba el desayuno cada mañana por sus manías.
Macao terminó las clases como cada día, justo con el tiempo perfecto para llegar a casa a la hora de comer, había leído el mensaje de Tay diciéndole lo que había para comer y, el solo hecho de pensarlo, lo volvía completamente loco. Se despidió de sus amigos y empezó su camino de vuelta a su nueva casa, sus cascos en los oídos y escuchando una de sus canciones favoritas mientras empezaba a sentir el olor de su comida favorita, envolverlo al entrar por la puerta de la casa.
Durante el trayecto pudo notar como si alguien siguiera sus pasos de cerca, pero pensó que era algo de su imaginación y que no debía darle mucha importancia, veía los coches pasar de largo, ninguna moto lo había seguido de cerca, por lo que no veía la necesidad de sentir miedo o alguna cosa parecida, incluso bajó repetidas veces el volumen de sus cascos para comprobar si escuchaba los pasos de alguien cerca de él. Llamó a la puerta antes de poner la llave para abrir y, tan rápido como Tay abrió la puerta, un estruendo se apoderó del silencio del lugar, el sonido de unas ruedas derrapar y de alguien cerrar una puerta de coche con velocidad... Tay no entendía qué pasaba hasta que vio como la camisa azul claro de Macao se empezaba a teñir de rojo lentamente a la altura de su hombro derecho.
Tay sujetó corriendo al chico antes de que este cayera al suelo y se arrodilló, manteniendo a Macao con fuerza entre sus brazos, repetidos gritos salían de sus labios, las lágrimas caían por sus mejillas continuamente mientras buscaba con ansias su teléfono. Marcó el número rápidamente mientras leves "Macao no puedes dejarme" salían de sus labios esperando escuchar la voz conocida detrás de la línea y el pitido de la llamada. Los silenciosos sollozos empezaron a convertirse en gritos de dolor, el nombre del chico salía de sus labios con un dolor inigualable, capaz de hacer sentir su dolor a cualquier persona que pudiera escucharlos.
"Vegas por favor, por favor ven a casa", era lo único que repetía, dejando al mayor completamente confuso ante esas palabras, el estado de desesperación de Tay solo hacía que preocupar a Vegas, hasta que el nombre de su pequeño hermano salió de sus labios seguidos de llantos que perforaron por completo el corazón del hermano mayor. Sin colgar el teléfono y sin decir nada más fue corriendo a buscar las llaves de la moto, Pete había escuchado el llanto desde el otro lado de la línea y su corazón se detuvo rápidamente, ayudando a Vegas a coger las cosas necesarias para coger la moto e ir hacia la casa de Tay, donde suponían que debían estar. Pete se puso al teléfono mientras Vegas conducía hasta el lugar, buscaba calmar a Tay, intentando descubrir qué era lo que había sucedido para tener esa reacción en el mejor amigo de su antiguo jefe.
Vegas conducía lo más rápido que le permitía el vehículo, escuchando de lejos la conversación, como su chico intentaba calmar al otro para lograr más información de la que tenían en el momento. Cuando llegaron, Vegas dejó la moto lo más rápido que pudo y, junto a Pete, se acercaron corriendo, el más alto colgó a Tay tan rápido como llegaron y marcó el número de emergencias, dando las indicaciones concretas antes de colgar y correr. El hermano mayor se tiró al suelo, al lado de Tay y sus lágrimas empezaron a caer cuando vio la ropa del chico manchada por completo de sangre, al igual que la camisa de su hermano pequeño.
Su corazón se detuvo, sintió que el aire no le llegaba bien y no podía respirar, cogió la mano de su hermano con fuerza, repitiendo su nombre, la sangre había creado un pequeño, pero importante charco entre ellos, Pete se detuvo en seco al ver la imagen, flashbacks se apoderaban de sus pensamientos ante la escena que tenía delante de sus ojos. Las lágrimas empezaron a formarse, su pecho se encogía y a penas sentía como este intentaba coger el aire, sus ojos buscaron a Vegas y al verlo llorar abrazando la mano de su pequeño hermano tuvo la necesidad de limpiar sus lágrimas y buscar la forma de recomponerse rápidamente para poder acercarse a ellos e intentar consolarlos.
Al escuchar el sonido de las ambulancias acercarse, Vegas se levantó y ayudó a coger a Macao para colocarlo en la camilla, Pete los miró y asintió al notar la preocupación del chico en sus ojos, él cuidaría de Tay hasta que pudieran ir al hospital con ellos, así el hermano mayor podía ir en la ambulancia con Macao. Tay vio como la ambulancia se alejaba dejándolo a él y a Pete allí en el más absoluto silencio, bajó la cabeza hacia sus manos y al verlas llenas de sangre empezó a sollozar de nuevo, siendo recogido en el abrazo de Pete, que no lo dejó caer.
Entraron en casa y el mayor dirigió a Tay hacia el baño para que pudiera ducharse y cambiarse, después irían hacia el hospital.
Las manos de Tay no dejaron de temblar en ningún momento mientras veía como Pete cerraba la puerta del baño, asegurándole que estaría ahí fuera en todo momento, levantó la vista lentamente encontrándose con el espejo y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez al encontrarse con una cara y una ropa manchada de sangre que no era suya. Era la sangre de Macao, el chico que lo había hecho sonreí de nuevo, el chico al que se había entregado por completo, el chico al que quería, ahora que por fin había podido aceptar lo que sentía por él estaba a punto de perderlo, un sollozo salió de entre sus labios sin poder contenerlo y cayó al suelo, rompiéndose en pedazos que no sabía cómo podría recomponer si realmente perdía al chico.
Pete entró en el baño y se arrodilló al lado de Tay, poniendo una mano en su espalda para consolar al chico. Sin darse cuenta sus ojos se llenaron de lágrimas que rápidamente empezaron a caer mojando sus mejillas y junto al pequeño chico en el suelo del baño dejó ir todo el dolor que sentía.
Moon & Time<3