Aquella mañana se levantó sin el mayor al lado, la cama estaba completamente fría, como si hiciera horas que Tay ya no estaba y Macao no sabía donde podría haber ido, eran las 7.30 de la mañana y no había ninguna nota en la mesita de noche. Se levantó algo extrañado y se miró en el gran espejo que había en la habitación, sonreía al ver los pequeños arañazos en su espalda y las pequeñas marcas en su cuello, se dirigió al baño y cerró los ojos, la colonia del mayor aún estaba en el lugar y Macao quería fundirse en ese mismo momento. Recordaba cuántas veces se había fundido su cuello, oliendo esa colonia dulce.
Entró en la ducha, fría como cada mañana, buscaba terminar de despertarse para evitar dormirse en clase, se vistió con unos jeans ajustados y una camiseta de tirantes negra, junto con la chaqueta de cuero del mismo color para poder coger la moto y no arriesgarse a coger frío.
Bajó al comedor y allí vio un pequeño jarrón con flores y una nota justo debajo de este. Su sonrisa volvió a aparecer y cogió con delicadeza la nota, observando el delicado trazo de la letra de Tay. Leyó con atención las palabras: "Muchas felicidades, mi amor. Perdona que no pueda acompañarte en la mañana, debo ir a arreglar unas cosas en el trabajo de mis padres y tampoco creo llegar a dormir a casa. Te prometo que lo celebraremos a lo grande mañana. Te quiero, mucho."
Sentía como su corazón dolía levemente ante conocer que el chico no podría estar en el día de hoy, pero en el fondo no podía sentirse dolido con él. Olió las flores y cerró los ojos antes de ir hacia la cocina para encontrarse con el desayuno preparado encima de la pequeña mesita que había en aquella habitación de la casa. A pesar de no estar, Tay sabía cómo sorprender siempre al menor y sacarle una sonrisa sin estar presente.
Terminó de comer lo que había preparado el rubio para él y se dirigió a buscar el móvil que seguía en la mesa, al lado del ramo, buscó el chat de su chico y le agradeció los pequeños detalles que le había dejado y se dirigió fuera para poder irse a la universidad, no quería llegar tarde por culpa de estar embobado en su enamoramiento.
Recibió mensajes durante toda la mañana y su hermano le escribió para preguntarle si podía venirlo a buscar a la universidad, así venía a comer a casa con ellos dos y podían celebrarlo juntos. Sabiendo que Tay no iba a venir durante el día, aprovecharía la tarde con su familia, desde que vivía con el mayor veía menos a su hermano y a Pete, estaría bien poder pasar el día con ellos y así seguro que la ausencia de su chico se hacía más amena. Su sonrisa se dibujó en su rostro al salir, su hermano lo había venido a buscar con su moto, hacía tiempo que no competía con Vegas por lo que corrió hacia él y lo abrazó con fuerza.
"Feliz cumpleaños, enano", Macao negó con la cabeza y se apoyó en su moto, cogiendo el casco de debajo del asiento y señalándole el suyo a su hermano. Vegas no pudo evitar sonreír, había supuesto que su hermano vendría en moto a clase, por lo que qué mejor manera que empezar su sorpresa de cumpleaños con una de sus competiciones de motociclismo. Ambos subieron a su respectiva moto y aceleraron antes de arrancar y empezar la competición hasta la casa de la segunda familia.
Pete los esperaba fuera de la casa, había escuchado los motores desde hacía un rato, por lo que imaginó que debían estar dando un par de vueltas más antes de terminar esa costumbre tan suya de competir y ver quién llegaba más rápido a casa de los dos. Había estado preparando la comida favorita del menor, mientras Vegas se encargaba de ir a buscar el pastel que habían encargado para él, lo guardó en la nevera, dejando las velas en el primer cajón del armario. Habían puesto la mesa juntos, justo antes de que el más bajo saliera a buscar al menor y mandara un mensaje a la persona que tenían esperando por noticias.
Justo antes de que aparcaran, una mano se apoyó en el hombro de Pete y este se giró con una sonrisa, asintió con la cabeza y subió con él a su habitación, ayudándolo a subir las bolsas que había traído con él, la sonrisa del más alto brilló todavía más cuando se percató de la pequeña caja que llevaba el chico en su mano y negó, cerrando la puerta cuando tuvieron las diferentes cajas en la cama bien colocadas, dejando al chico allí para poder bajar lo más rápido posible a recibir a los recién llegados.
Pete corrió a abrazar a Macao, casi levantándolo del suelo y revolvió su pelo con delicadeza, la risa de Macao hizo que el corazón de la persona escondida en la planta superior se encogiera y negara con la cabeza, sonriendo con solo la imagen del chico riendo. Los tres se sentaron a comer y los ojos del menor se agrandaron al percatarse que los platos tenían su comida favorita, la comida transcurrió en silencio y, justo cuando Macao se fue a levantar para ayudar a su hermano a recoger, Pete salió de la cocina con la tarta y las velas encendidas, cantando junto a su hermano el cual llevaba una caja en la mano.
Macao negó repetidas veces con la cabeza y cuando acabaron de cantar juntó sus manos, no era difícil poder imaginar en que giraría su deseo, pero solo él y su cabeza conocerían este. Vegas tendió la caja al menor y este la abrió con delicadeza, Pete apoyó su cabeza en el hombro del más bajo y sus manos se entrelazaron, esperando ver la reacción del chico que tenían delante. En la caja había una pulsera esclava con un grabado en ella, Macao miró a la pareja que tenía delante antes de volver a fijarse en el símbolo que había en esta, el mismo símbolo que llevaba el anillo familiar que seguía llevando su hermano mayor a pesar de que ya no era el cabecilla.
"Para nosotros siempre tendrás la misma posición que nosotros, no hay sitio para un "hermano menor", sino para mi hermanito, para nuestro Macao", la voz de Vegas hizo que el menor los mirara con los ojos cristalizados, siempre había sentido que su posición era inferior en la familia, habían crecido siendo despreciados por ella, por el simple hecho de que su padre era el "menor" de los dos hermanos y escuchar esas palabras del corazón de ambos lo hizo darse cuenta de que la gente a su alrededor estaba muy equivocada sobre la segunda familia.
"Hay una sorpresa más... pero debes ir a buscarla a nuestro cuarto" Pete mantenía la mano de Vegas entre las suyas y siguieron al menor hasta su habitación, Tay estaba de pie justo detrás de la puerta y sus ojos se humedecieron tan rápido como vio a Macao sorprenderse de su presencia "pero me dijiste que no...", el rubio corrió a los brazos del chico y lo abrazó con fuerza un leve "felicidades, mi amor" salió de sus labios, antes de dejar un tierno beso sobre los labios del menor.
Macao miró la cama y Tay le pidió que abriera los regalos que había en ella, era una especie de acertijo, uno de los paquetes era un kit con cepillo de dientes, peine... otro eran un juego de toallas, otro un llavero... Macao sentía como sus ojos se humedecían de nuevo a medida que iba abriendo los paquetitos que había en la superficie, pero las lágrimas empezaron a salir de forma involuntaria cuando llegó al último de todos, el cual permanecían entre las manos de Tay.
El rubio lo miró, sus lágrimas hacía rato que caían por su rostro y Macao se incorporó de la cama para poder apretar sus manos entre las suyas y coger el paquete. Lo abrió con cuidado, en el interior había unas llaves, el menor miraba al rubio y este asentía levemente, "¿quieres venir a vivir conmigo? No tienes por qué dejar a tu hermano y a tu familia, obvia..." Los labios de Macao cortaron la frase de Tay y susurró encima de estos un claro "sí, sí quiero". Pete apretó la mano de Vegas con fuerza cuando notó que este empezaba a llorar en silencio, estaba orgulloso de su hermano, sentía que por primera vez en mucho tiempo recibía la felicidad que siempre se había merecido, tenía a una persona que lo quería de una forma tan especial como él y Pete, un amor eterno, como dirían las novelas "el hilo rojo del destino".
Sí, de la misma forma que Vegas y Pete, Macao y Tay habían sido unidos por ese cuento, esa creencia, esa leyenda de los enamorados predestinados y unidos por un fino e invisible hilo rojo. Macao tenía a una persona a la que quería con locura, y Tay tenía a su lado a la persona que se merecía, a alguien que lo quisiera de la forma tan inocente y pura como lo hacía el menor. Se habían curado el uno al otro, habían reconstruido el corazón del otro sin saberlo, pegando pieza por pieza, con pequeños detalles, con pequeñas salidas, con simples palabras... y ahora iban a compartir su pequeño nido de amor, donde todos esos sentimientos se hicieron realidad la primera vez, en aquella casa de postal en donde iban a vivir, juntos desde ese mismo día.
-Moon & Time<3