Macao - Tay

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El menor miraba la pequeña caja blanca que había en su mesita de noche, su vida había hecho un giro de 360 grados desde que Pete y Tay habían llegado a su vida, se sentía feliz y sin preocupaciones, como si todo el dolor que había en su corazón hubiera desaparecido por completo, curándolo de todo mal. Volvió a guardar la caja en la mesita de noche y terminó de vestirse para poder ir a clases, el mayor no estaba ya a su lado, había salido antes para poder ir a trabajar con sus padres, por lo que debía encargarse de cerrar la casa.

Había decidido dejar de tomar su medicación hacía unas pocas semanas, ya se encontraba bien, no veía motivos para seguir haciéndolo, pero tampoco se lo había querido decir a nadie.

El día empezó como cualquier otro, se levantó, se arregló y fue para la universidad, todo fue bien, no hubo ningún contratiempo durante esa mañana. A la hora de salir le llegó un mensaje del mayor donde decía que no llegaría a tiempo para recogerlo, pues el trabajo era más de lo que pensaba y llegaría tarde a casa esa noche. Macao decidió volver y trabajar un rato mientras lo esperaba.

Macao se hundió entre papeles y números esperando al mayor hasta que cayó la noche, levantó el teléfono y no había ningún mensaje de Tay así que decidió escribirle él para saber si todo estaba bien. Se levantó y fue a por algo de beber a la cocina mientras esperaba una respuesta del mayor, volvió a su cuarto y revisó el teléfono de nuevo pero el otro seguía sin contestar, un mal recuerdo se apoderó de su cabeza en un rápido momento.

Recordaba a la perfección aquella tarde en la que, al llegar a casa, no vio absolutamente a nadie en casa, mandó un mensaje a su hermano mayor mientras se encerraba en su cuarto para poder avanzar un poco de trabajo de clase. Cuando se percató ya era de noche cerrada, no había recibido ninguna respuesta por parte de Vegas todavía, pero en ese momento no le quiso dar importancia, hasta que llegó aquella llamada que lo complicó absolutamente todo y rompió al menor en millones de pedazos.

Sentía como sus músculos se tensaban mientras seguía sentado en la silla del despacho del apartamento de Tay, sus manos empezaban a temblar, un nudo se iba formando en su garganta, sentía que no podía respirar, que tenía dificultad para tragar... corrió a abrir la ventana, buscando que entrara un poco de aire en la habitación que lo ayudara a calmar sus pulsaciones.

Intentaba buscar una forma de relajarse, corrió a su mesita de noche y cogió la caja de las pastillas, la cual seguía perfectamente guardada en el primer cajón, tomándose una de esas, buscando que le devolviera el efecto de calma que le daban y que, en ese mismo momento, tanto necesitaba.

Volvió al despacho y se sentó, intentando hacer alguna cosa para distraer su cabeza de cualquier otro pensamiento, sus piernas no dejaban de moverse y temblar. Intentó alcanzar unos papeles, tirando el agua del vaso que había ido a buscar a la cocina minutos antes, el líquido se esparció por encima de la mesa, mojando los apuntes y libros que había encima, el vaso cayó al suelo, rompiéndose en mil trozos que intentó recoger con sus manos, cortándose las palmas.

Salió corriendo a coger papel para poder recoger y secar las cosas antes de que llegara Tay pero, ¿y si había pasado alguna cosa?, negaba repetidas veces con la cabeza ante esa idea, tapó sus oídos con fuerza, agachándose en el suelo. El aire que soplaba provocó que todos los papeles de la mesa salieron volando, haciendo que el menor rompiera a llorar por completo mientras seguía apoyado en el suelo.

Corrió al baño, mirándose en el espejo, su rostro estaba manchado de sangre por culpa de los pequeños cortes en sus manos, empezaba a respirar rápido y, sin saber por qué motivo, golpeó el cristal del baño, rompiéndolo. Sus ojos se desviaron a los cristales que habían caído a la pica y su mente se nubló por completo. Encendió el agua de la bañera y la puso caliente, viendo como el humo salía, cogió uno de los cristales más anchos y se metió en la bañera sin molestarse en desvestirse. El agua quemaba su cuerpo pero sentía como que no era capaz de notar el dolor, miró su muñeca, mientras su mano agarraba con fuerza el trozo de cristal.

Tay por fin lograba llegar a casa después de haber estado trabajando con sus padres hasta tarde, sentía la necesidad de tumbarse en la cama después de darse una ducha y abrazarse a su chico hasta que el sueño los invadiera. Para su sorpresa, cuando llegó a casa las luces estaban todas completamente apagadas, no había nadie en la cocina ni en el comedor, y por mucho que llamaba a Macao no recibía ninguna respuesta. Cuando logró encender la luz pudo ver la cantidad de papeles que había por el suelo, los papeles que habían en la cocina manchados de sangre.

Cierto pensamiento negativo apareció en la cabeza del mayor, no entendía qué había pasado, por lo que seguía llamando a Macao, quizás se había quedado dormido mientras trabajaba y por eso no respondía, todos nos habíamos cortado con el papel alguna vez y eso fue lo primero que pudo pasar por su cabeza en aquel momento. Se acercó a las escaleras para poder ir hacia el despacho, pero las luces también estaban apagadas allí, puedo ver el vaso en el suelo roto, los papeles que habían volado por toda la habitación mojados por culpa del agua que había caído sobre ellos.

En ese momento se percató de que sus pies estaban demasiado mojados como para ser solamente agua de un vaso y se giró, dándose cuenta de que la puerta del baño estaba cerrada, pero había luz por debajo de la puerta y el agua que mojaba el suelo salía de allí. Su respiración se detuvo por completo y entró corriendo hacia el baño de su casa, lo primero que vio fue el espejo roto y como había pequeñas gotas de sangre en el lavamanos del baño y, por mucho miedo que sintiera en su pecho, se giró lentamente, arrodillándose corriendo al lado de la bañera y deteniendo el grifo de la ducha.

El agua empezaba a estar teñida de rojo y agarró las manos de Macao entre las suyas, las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas llamando el nombre del menor, logró alcanzar su teléfono para llamar a una ambulancia mientras luchaba por sacar al chico de la bañera. Cubrió el corte de su muñeca y abrazó el cuerpo frío de Macao con fuerza, apoyándolo en su pecho y suplicándole que despertara. El corte era profundo, pero sentía las esperanzas de que no lo suficiente, el chico seguía respirando bajo sus caricias y su corazón seguía latiendo lentamente.

La ambulancia no tardó en llegar, pero Tay se negó a separarse del chico, seguía manteniendo su mano con fuerza mientras llegaban al hospital, escribió a Pete y le indicó donde estarían para que pudieran venir lo más rápido posible, pero asegurándole que no iba a dejar al menor solo en ningún momento.

Macao descansaba en la habitación, lo habían sedado para que pudiera dormir y recuperarse, Tay seguía acariciando sus manos con una de las suyas, mientras que acariciaba el rostro del menor con la otra, susurrándole lo mucho que lo quería y disculpándose por haber llegado tan tarde esa noche, por dejarlo solo, por no contestarle al mensaje.

Macao no tardó en despertar, Tay lo abrazó con fuerza, rompiendo a llorar en ese mismo momento, el menor no entendía dónde estaba ni qué era lo que había sucedido, sus manos dolían, al igual que su muñeca. Miró a su alrededor, entendiendo lo que había sucedido tan rápido como pudo ver las vendas blancas en su muñeca y manos, sintiendo una sensación horrible en su corazón una vez más. "Macao, mi amor, perdóname", la voz rota de Tay lo sacó de sus pensamientos y solo pudo corresponder al abrazo con fuerza, buscando calmar al mayor. Sus ojos se inundaban en lágrimas con el paso de los segundos, sentía que había fallado a su familia, se había dejado llevar por la idea de volver a ser una persona "normal", lejos de toda medicación y finalmente había recaído con el más mínimo recuerdo.

Sentía la culpabilidad apoderarse de su cuerpo, pero las caricias de Tay la mantenían levemente alejada, su garganta seguía seca y las palabras no salían de sus labios, solo podía escuchar las disculpas del mayor, sus palabras y sus "te quiero" rotos por los sollozos, el rubio estaba a su lado, abrazándolo, todo fue una mala jugada de un mal recuerdo de su vida, el mayor estaba bien, solo estaba trabajando y su cabeza ya fue capaz de ponerse en la peor de las situaciones.

"Te quiero", fueron las primeras palabras que logró decir, Tay juntó sus labios en un beso algo salado por las lágrimas de ambos, secaron sus lágrimas mutuamente mientras intentaban sonreír levemente, juntando sus frentes y cerrando sus ojos. "No debes darte prisa en sanar, mi amor, todo lleva su tiempo y lo que siento por ti nunca va a cambiar por nada en el mundo", las palabras de Tay hicieron que un pequeño sollozo se escapara de entre los labios del menor.

Macao era consciente de la importancia del tiempo, de la necesidad de esperar lo necesario para poder recuperarse y que su corazón y su mente pudiera volver a estar en paz, la tranquilidad volvió a él tras esas palabras, no debería esperar solo, porque el mayor lo haría con él, curándose a ambos con el debido tiempo, sin la necesidad de correr.

-Moon & Time <3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora