Capítulo 12 - Sólo... te escondiste

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Ya habían pasado algunas horas, por lo que Gakushū ya se encontraba llegando a su habitación con una bandeja en sus manos, que contenía un vaso de agua y un tazón de sopa caliente.

Al llegar frente a la puerta la abrió lentamente evitando hacer ruido, y viendo al instante al pelirrojo sentado en el centro de la cama, abrazando sus piernas mientras miraba a la ventana, donde se alcanzaba a ver el agua caer.

Karma no parecía haberse dado cuenta de su presencia, así que se acercó a la mesita de noche al lado de la cama, lugar donde dejó la bandeja.

El menor comenzaba a temblar ligeramente, quizás obra del miedo gracias a los truenos que se escuchaban y los rayos que iluminaban momentáneamente el cielo, aunque parecía estar más tranquilo que cuando lo encontró en aquella casa abandonada.

— He cometido varios errores en mi vida — Murmuró, sorprendiendo a Gakushū al darse cuenta que el pelirrojo sí estaba consciente de su presencia en la habitación — Me han demostrado varias veces que yo no valgo la pena —.

Gakushū mordió ligeramente su labio al recordar lo escrito en el diario.

— Me han hecho de lado más veces de las que puedo contar, me han enseñado que yo no sirvo para nada en este mundo de hipocresía... me han dicho que era imposible que yo alcanzara la cima, que yo sólo era un error, algo que jamás debió de haber existido, que todo valía más que yo y que nunca importaría —.

Un pequeño sollozo resonó en la habitación.

— Traté de sanarme a mi mismo, traté de ignorar sus palabras, traté de hacer ver que no me importaba lo que dijeran a mis espaldas — Sollozó — Yo... yo sólo... no tenía otra opción —.

— Karma — Murmuró — Tú nunca te fuiste, ¿verdad?, sólo... te escondiste —.

— No tenía opción — Sollozó cubriendo su rostro — Yo... yo no sabía que hacer, este mundo es cruel, si no sigues la reglas te castigan y si las sigues también lo hacen, no hay nada justo, sólo se basa en la supervivencia del más apto. Yo no quería dañarlos, no quería lastimarlos, pero ya no pude soportarlo —.

Los sollozos comenzaban a ser más audibles, tanto que Gakushū se estaba debatiendo si acercarse o no.

— No podía quitar sus voces de mi cabeza, no podía olvidar sus palabras, no podía olvidar sus humillaciones y burlas, así que... comencé a comportarme de esta forma, porque al escuchar sus gritos las burlas comenzaban a ser menores, ya no las escuchaba, podía dormir tranquilo sin tener que escucharlos, podía estar en paz, aunque sea unas horas —.

— K–Karma — Dijo Gakushū mientras se acercaba algo inseguro.

Se subió lentamente a la cama, para después simplemente abrazar a Karma por su espalda con algo de vergüenza e inseguridad.

El lugar se quedó en silencio por un momento, hasta que se escuchó un suspiro cansado por parte de Karma, aunque se escuchaba que ya estaba más tranquilo.

— Gracias por traerme a tu casa — Agradeció en voz baja.

— N–No hay problema — Respondió mientras se separaba.

La habitación nuevamente se quedó en silencio, esta vez en uno demasiado incómodo, al menos para Gakushū que ya no sabía que hacer.

Después de unos minutos se levantó con cuidado de la cama, caminando hacia la mesita de noche y tomando la bandeja, y así simplemente colocarse frente a Karma, en un intento de que éste entendiera sin tener que hablarle.

Karma pareció entender y se sentó en los bordes de la cama, tomando la bandeja que Gakushū le ofrecía.

— Debes de comer algo — Explicó mirando a otro lado.

Karma vio la comida algo inseguro mientras asentía, cuando se escuchó un trueno algo fuerte, provocando el ligero temblor de su cuerpo.

Gakushū lo notó aquello, y en un intento de hacerle saber que no estaba solo se sentó a su lado algo vacilante, aunque aún sin saber si debía de decir algo o no.

Prácticamente no sabía qué hacer.

— Karma, escucha... Sé que no tengo derecho a decir nada sobre tu situación, no puedo juzgarte ni apludirte, pero... si puedo decirte que puedo ayudarte —.

Karma se sorprendió por sus palabras y no dudó en mirarlo, provocando un ligero sonrojo en Gakushū y logrando que éste apartara la mirada.

Esta vez sería su corazón el que hablara y no su orgullo.

Ya era momento de pagar por sus acciones.

Al menos en su minoría.

— Yo... yo quiero hacerte feliz, yo quiero enseñarte lo valioso que eres, yo quiero demostrarte que no hay nada malo contigo — Confesó, tomando con fuerza los bordes de la cama, y apartando la mirada — Muchos vivimos como prisioneros de un pasado que nos es difícil olvidar, la mayoría no lo comprende y sólo los deja de lado, pero también hay una minoría, la cual busca ayudar, y yo... quiero formar parte de esa minoría, al menos una ves, ¿me lo permites? —.

Conforme Gakushū hablaba su color regresaba a los ojos de Karma, y fue algo que aterró a éste último.

— Escucha, a lo que quiero llegar es... que de verdad lo lamento, y si, tal vez me tardé para pedir perdón, pero sólo quiero que sepas que en verdad lo siento y que quiero buscar una forma de remediarlo. Sé que no puedo cambiar el pasado, pero puedo intentar cambiar tu presente y futuro, al menos un poco —.

— P–Por favor, no sigas — Karma suplicó.

Gakushū miró a Karma en ese momento, notando que nuevamente estaba llorando, aunque esta vez por motivos diferentes.

Ya no quería confiar otra vez, ya no quería escuchar a Gakushū hablar de él, no quería escucharlo. Ya había sufrido demasiado por confiar, y no quería sufrir otra vez.

— No quiero escucharte, no quiero confiar otra vez — Sollozó.

Gakushū al escucharlo sonrió con compasión, sabía muy bien lo difícil que era pasar por esa situación, tener que confiar nuevamente en la persona que te había hecho daño, y lo peor era que era una situación donde más estaba vulnerable.

— Karma —.

Sonrió con tranquilidad para después abrazarlo.

Pasado algunos minutos Karma finalmente se calmó, logrando incluso sonreír ligeramente.

Gakushū correspondió la sonrisa que Karma le había dado, procediendo a tomar la bandeja que Karma tenía y tomando una cucharada de sopa, acercándola con cuidado al pelirrojo.

— Ten, come — Dijo con una ligera sonrisa.

Karma asintió abriendo ligeramente sus labios y recibiendo la sopa.

— Esta deliciosa — Murmuró mirándolo.

Carmín y Violeta, ambas miradas se encontraron en algún momento, y al instante, un escalofrío recorrió las espaldas de ambos adolescentes.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora