Capítulo 82 - Adopción

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— El papaleo me matará — El pelirrojo dramatizó mientras se acostaba en su tan amada, querida y preciada cama –¿ya dije que la amaba?–, enterrando su rostro en una de las grandes y esponjosas almohadas blancas.

Hacía menos de media hora que habían terminado de llenar los últimos documentos.

Lo que tenían que hacer por los trámites de adopción.

— Di que al menos ya terminamos — Su pareja lo acompañó en la cama luego de apagar las luces, tomando una manta acurrucándose a su lado — Sólo quiero dormir — Murmuró.

Karma se acostó de lado, abrazando a Gakushū y atreyéndolo más hacía él.

Era la 1:00 de la madrugada.

~ • ~

Se despertaron gracias al alboroto creado por sus compañeros de habitación, que no dejaban de hablar sobre que ese día finalmente sería el bueno.

Se levantaron con flojera de sus camas, se asearon en el baño, acomodaron sus ropas –sólo unos shorts negros y una camisa blanca–, hicieron sus necesidades y salieron sin más de la habitación. Caminaron en silencio por los pasillos, llegando hasta el área del comedor para desayunar.

Tomaron sus respectivas bandejas y se pusieron en la fila. No fue una sorpresa para ellos ver cómo algunos niños mayores se metían frente a ellos.

Cuando llegaron a la barra, sólo les fue servido un plato con cereal y una manzana.

Se sentaron junto con otros niños de su edad, desayunando en silencio mientras escuchaban las charlas tan animadas, todos con un mismo deseo.

Ellos sintiéndose ajenos a ello.

— ¡Oigan! — Uno de los niños se levantó con emoción — ¡Anoche escuché a Amiko–san decir que hoy adoptarían a alguien! — Exclamó con emoción.

Con esas simples palabras, pero que significaban mucho para esos niños que soñaban con una familia, varios de ellos comenzaron a hablar emocionados sobre el tema, hablando hasta por los codos las ilusiones en sus corazones.

Que alguien fuera adoptado, dejaba muchas espectativas a la vista.

— ¿De verdad? — Una niña cuestionó.

— ¡Claro! ¡Escuché perfectamente! — Respondió el niño, apoyando sus manos en la mesa.

Rió burlonamente — Es claro que ese seré yo. Esa pareja se veía necesitada de alguien tan talentoso cómo yo — Uno de los niños sonrió con orgullo.

— Confío en que seré yo. ¡Muchas familias hablan conmigo y elogian mis dibujos! — Una niña exclamó con alegría.

— ¡Sueñas! Yo seré quien se vaya de este tonto lugar, todas las parejas me miraban —.

— Hasta creen — Sonrió burlón.

Así y más niños comenzaron a hablar sobre la situación cada uno debatiendo y diciendo sus razones por las que ellos serían adoptados. Los niños cercanos a su mesa comenzaron a hablar de lo mismo. Los de menor edad eran los que estaban más seguros, mientras que los que rozaban o ya estaban en la adolescencia se mantenían escépticos.

No hay mucha esperanza para los mayores.

Quiénes también se mantenían lejos de esa emoción, eran aquellos mellizos de apariencia enfermiza y sombría.

Tal cual los adolescentes ya habían perdido esa esperanza, ellos también lo habían hecho. Incluso cuando seguían siendo niños, las parejas buscaban algo totalmente opuesto a ellos.

Querían a niños de apariencia sana, niños alegres y energéticos, lindos y entusiastas, cosas que ellos no eran en ningún sentido, que no sólo eran bastante enfermizos por sus defensas débiles, sinó que también no eran alegres ni energéticos, ni siquiera eran "lindos".

Alguna que otra pareja se acercaban a ellos por simple curiosidad, curiosidad que pronto se veía opacada por una gran incomodidad, que los llevaba a alejarse e irse con otros niños, incluso otros simplemente se iban con los que tenían más cerca, sin importar que estos ya fueran adolescentes.

Y como una ironía, habían visto a adolescentes jóvenes ser adoptados, aunque también era algo muy difícil de ver.

Además, tampoco era como que confiaran en aquella pareja de adultos que se les había acercado hacía unas semanas. Básicamente se consideraban incapaces de ser adoptados, o al menos hacer considerar a una pareja de que los adoptara.

¿Quién en su sano juicio quisiera adoptar a dos mellizos que tenían su salud colgando de un hilo?

Por no decir que a veces sólo querían adoptar a uno.

Al terminar de desayunar, ambos hermanos se dirigieron a una de las habitaciones principales. Océane tomando un cuento, mientras que Ciel tomó un carrito de madera.

Luego sólo se sentaron en una esquina.

El tiempo pasó sin mayor contratiempo, hasta llegar a la hora del almuerzo. Se levantaron y estiraron, caminando por los pasillos oara llegar al comedor, cuando una de las cuidadoras se les acercó, llamando la atención de sus compañeros cercanos.

— Cielo, Océano, vayan por sus cosas. Hoy serán adoptados — Dijo con una sonrisa.

Se quedaron en silencio, ignorando el hecho de que la mujer no había mencionado bien sus nombres –era tan normal que ya no les importaba–, tratando de procesar las palabras de la mujer... sin creerlo del todo.

¿Adoptarlos?, ¿a los dos?

¿Quién?

Cuando entraron en razón, asintieron aún desconcertados, cambiando su trayectoria a las habitaciones del orfanato.

Fueron a sus respectivas camas, tomando aquella mochila azul que el orfanato alguna vez les regaló cuando fue navidad. Ahí guardaron sus juguetes propios, sólo un carrito de madera y una muñeca de tela, junto con tres conjuntos de ropa.

Salieron en silencio, pasando por las áreas de juego, ante la atenta mirada de todos los niños y algunas adolescentes.

No era para menos la sorpresa en su mirada, si finalmente esos hermanos sombríos, como los habían apodado al no querer interactuar con nadie, serían adoptados.

Uno de los cuidadores se les acercó al verlos, llevándolos al área de recepción del edificio, donde ya estaba una pareja esperando, sentados en unas de las sillas mientras hablaban entre ellos.

— Ya están aquí —.

— ¿Uhm? —.

No puede ser... ellos... —.

Los ojos de los infantes se abrieron con notoria sorpresa, observando a los dos adultos en la recepción, ambos con sonrisas tranquilas en sus rostros, y que no dudaron en levantarse y acercarse al ser llamados por el hombre.

— Cielo, Océano, ellos están sus padres durante su "acogida preadoptiva" — Explicó el hombre con tranquilidad, acercándose un poco más ellos — Asegúrense de portarse bien y no arruinarlo, ¿queda claro? — Susurró sólo para que los mellizos lo escucharan, alejándose después con la misma sonrisa.

— Es un gusto verlos nuevamente — El adulto pelirrojo fue el primero en saludarlos, con una sonrisa y mirada alegre.

La mirada de sorpresa seguía, ¿en serio eso estaba pasando?, esos adultos en serio querían adoptarlos, ¡a los dos!, ¡incluso cuando ellos no fueron muy cooperativos la primera vez que se encontraron!

Una nueva oportunidad...

¿En serio podrían seguir creciendo lejos de ese lugar?

— Espero nos llevemos bien. Y su acogida preadoptiva se pueda volver una adopción completa, Ciel y Océane —.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora