Capítulo 62 - Aniversario

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Eran finales de otoño.

— Cariño, ¿a dónde me llevas? — Gakushū le interrogó con ligera sospecha –iba por al menos la sexta vez que preguntaba–, sin saber a dónde mover su cabeza, gracias a que tenía sus ojos vendados con una venda negra.

Sólo le quedaba rezar para que Karma no le saliera con una broma ese día.

Hace semanas el pelirrojo había empezado a actuar un poco extraño, demasiado diría él. Y hoy, que era su sexto aniversario de cuando se hicieron novios, de la nada le había salido conque tenía una sorpresa para él, terminando por vendar sus ojos y subirlo al automóvil negro del que era dueño el pelirrojo.

Lo que de por sí, ya le había dado una mala señal al mayor.

Y ahora estaban en quien sabe dónde, Gakushū sólo tratando de descifrar el lugar con la poca información que su pareja le había dado durante el viaje.

— ¿Ya casi llegamos? — Cuestionó, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había hecho la misma pregunta, recibiendo siempre la misma respuesta.

Y está vez, no fue la excepción.

— Espero un momento, Violett. Ya casi llegamos — Respondió con una sonrisa.

Gakushū sólo suspiró, recargando su espalda contra el asiento, a la espera de una mejor noticia de las que pensaba.

Luego de un tiempo, quizás unos 20 o 25 minutos –según Gakushū–, Karma había estacionado el automóvil a un lado de la carretera. ¿En dónde?, Gakushū no lo sabía a ciencia cierta.

— ¿Ya puedo quitarme la venda? —.

— Nop — Respondió, riendo ligeramente mientras guardaba las llaves en su chaqueta.

Gakushū frunció ligeramente el ceño por la respuesta — Espero que no planees secuestrarme cómo sorpresa — Soltó de la nada.

— No estaba en mis planes, pero ahora que lo dices, lo anotaré a cosas a futuro — Bromeó mientras salía del vehículo.

Para qué hablé —.

Suspiró con resignación, reprendiéndose en su interior. Estaba más que seguro que Karma era capaz de secuestrarlo, no por más de una semana seguramente, pero un secuestro seguía siendo un secuestro sin importar el tiempo.

La puerta a su lado se abrió, y con ayuda de Karma salió del automóvil. Karma lo tomó de sus manos, y lo siguiente que supo, fue el como unos labios ajenos se colocaban sobre los suyos, en un tierno y lento beso, que correspondió luego de unos segundos.

Después, se separaron.

— Ya vamos, Violett — Soltó una de sus manos, pedo la otra la siguió tomando.

Con ayuda de pelirrojo, lo llevó a algún lugar, y lo único que podía escuchar era el crujir de pequeñas ramitas que pisaba en su camino. Lo que de una, ya le estaba avisando del lugar en donde estaban, más decidió no decir nada sobre eso.

— ¿Ya vamos a llegar? — Cuestionó.

— Sólo unos pasos más, no te preocupes, falta poco — Respondió tranquilo.

Una breve brisa fresca se hizo presente, mientras que ambos se detenían, y Gakushū sentía como el nudo de la venda en sus ojos comenzaba a aflojarse.

— Feliz aniversario, Violett —.

La venda fue retirada completamente de sus ojos, su vista rápidamente maravillada por el hermoso paisaje que se mostraba frente a su ojos. El típico cliché de una película romántica, pero que para ellos, era su realidad.

Estaban parados en las orillas de un acantilado –tomando una distancia considerable– mostrándose un inmenso bosque bajo sus pies, detrás de ellos, un bello árbol de cedro con sus hojas teñidas de colores anaranjados y cafés por la estación, debajo de él, una manta de cuadros rojos y blancos, y una cesta de picnic.

— Wow... — Gakushū murmuró en voz baja, encantando por la vista — Es... hermoso — Sonrió tiernamente.

— Me alegra que te guste, Violett — Karma respondió con una sonrisa juguetona, dejando un beso sobre su mejilla izquierda, pasando su mano por su cabello.

— Gracias, Karma — Lo abrazó con fuerza — Te amo... — Soltó en voz baja.

— También te amo, Gakushū — Respondió con una mirada cálida, correspondiendo el abrazo mientras lo acercaba más a él, dejando que el mayor se acurrucara en su abdomen, le daba ternura la diferencia de altura que ahora tenían –incluso sí no era mucha–.

Cuando se conocieron mantuvieron la misma altura, así duró años, cuando repentinamente el pelirrojo pareció tener un estirón, uno que el mayor no alcanzó, y a pesar de haber crecido también un poco –casi nada– se quedó en sus humildes 1.76m, mientras que Karma había alcanzado los 1.85m.

Los padres de Gakushū y la madre de Karma, Kohana, no habían dejado de molestarlos con eso –a Karma le gustaba molestarlo, después de todo, la rutina que el mayor llevaba era algo por lo que la gente esperaba que creciera, pero bueno–.

Karma tomó a Gakushū de la mano, llevándolo debajo del árbol de cerezo, ambos sentándose en la manta, mientras que él pelirrojo tomaba la canasta de picnic.

— Espero disfrutes la pequeña comida que preparé — Mencionó mientras abría la canasta.

— Sí es algo que tú hiciste, seguramente me encantará — Respondió con una sonrisa, sentándose con sus piernas a un lado, apoyando una de sus manos sobre el suelo.

A la espera de la muestra de la comida.

Karma sonrió levemente al escucharlo, sacando el contenido que había dentro de la canasta.

Acomodó sobre la manta algunos contenedores, unos teniendo sushi, onigiris, ensalada de tomate, también senbei, y algo a lo que Gakushū le llamó bastante la atención.

— ¿Pastel de zanahoria? — Cuestionó mientras fijaba su mirada en el postre, que estaba acompañado con algunos dangos y taiyakis.

Otros postres del gusto de Gakushū.

— Así es, Violett. No podría ser una comida para ti sí no contaba con tu postre favorito — Respondió sonriente, dejando escuchar una leve risa al notar la alegría y emoción que desprendían los ojos de su pareja, dejando ver su deseo por consumir el dichoso postre.

— Todo se ve increíble, Cariño — Dijo con una sonrisa, esperaba con ansias finalmente comenzar a comer la deliciosa comida que el pelirrojo había preparado.

Ni siquiera debía de probarla para saber que iba a estar exquisita, era Karma quién la había preparado al fin y al cabo. Había aprendido que hasta lo que Karma apenas iba aprendiendo a hacer, le iba a quedar excelente al primer intento –menos la construcción, pero eso ya es otra historia–.

— Sólo espera a probarlo — Respondió, ofreciéndole una copa de vino.

Gakushū aceptó gustoso la copa de vino, brindando con su pareja antes de tomar el primer sorbo, sintiendo el dulzón de las uvas que rápidamente cubrió su paladar.

Karma sí sabía empezar con una buena comida.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora