Capítulo 85 - Todo está bien

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— Los estaremos esperando en el área de comida, ¿de acuerdo? — Gakushū miró con leve preocupación a sus hijos — Por favor, tengan cuidado mientras juegan —.

— ¡Lo tendremos, mamá! ¡No te preocupes! — Respondieron los mellizos al unísono.

— Asegúrense de ganar, ¿bien? — Karma sonrió al ver la emoción en sus hijos, resolviendo su cabello mientras veía con interés las armas de juguete con las que entrarían al campo.

En serio envidiaba a sus hijos.

— ¡Sí! —.

~ • ~

— ¡Océane, cuidado! — Ciel empujó a su hermana para así ambos protegerse en uno de los muros, apoyando el arma sobre la barda, comenzando a disparar a quienes iban a atacar a su hermana — ¡Cubrirme la espalda! —.

Océane acató rápidamente, sacando dos pequeñas pistolas que estaban en el cinturón de cuero al rededor de su cintura, protegiéndose con el muro mientras disparaba a los que se estaban acercando.

— ¿¡Por qué todos vienen por nosotros!? — Océane se exaltó al ver como los más grandes estaban atacando.

— ¡Hay que cambiar de posición! —.

El lugar estaba oscuro, sólo iluminado por las luces led que había en los pequeños muros de la gran habitación, y por algunas decoraciones luminicentes, de fondo, estaba la música electrónica acompañada de los gritos y risas de los demás niños.

— ¡Mío! —.

Océane se lanzó para tomar una bandera de color azul, cayendo de lleno en el poso de pelotas. Ciel fue detrás de ella, mientras seguía disparando al equipo rival que los seguían.

— ¡Vamos a la base ya! —.

~ • ~

— ¡Mamá, papá! ¡Ganamos! — Dijeron los niños al unísono, corriendo por el área de comida y lanzándose a los brazos de su padre, riendo alegremente.

— Me alegro por ustedes, hijos —.

— Llegaron justo a tiempo, estábamos por pedir la comida — Gakushū sonrió levemente.

¿Todo finalmente había acabado?

Esa pregunta que ambos adultos siempre se hicieron, uno desde la niñez, otro desde la adolescencia, con un transfondo más oscuro, y que antes hubiera tenido varias respuestas, la mayoría negativas y las restantes simplemente inconclusas o incluso algo confusas.

Nada que pudiera complacer a aquellos adultos.

Pero ahora... todo había cambiado.

— Feliz cumpleaños a ti — Terminaron de cantar ambos adultos al unísono, viendo con una sonrisa orgullosa a sus dos hijos, que los veían con grandes sonrisas y una mirada con gran ilusión.

La ilusión que antes habían carecido.

Los niños sin perder tiempo soplaron las velas, alegres de que su único deseo se hiciera realidad.

Tener una familia.

— Vamos, denle una mordida — Alentaron los adultos mientras grababan a sus hijos.

Dispuestos a guardar cada momento.

Océane y Ciel intercambiaron miradas cómplices, asintiendo mientras reían con inocencia, dando una mordida al pastel de zarzamoras –ni fresas ni naranjas, ambos adultos perdieron la apuesta de los gustos de sus hijos–, y sin embargo, cuando Karma y Gakushū menos se lo esperaron, terminaron con betún de pastel es sus rostros.

Gakushū fue el que fue la mayor víctima de ese ataque, al tener en su nariz y en ambas mejillas.

— Mamá, papá, es como en su video de bodas — Rieron los niños alegres, viendo a sus padres con felicidad.

— Aunque sólo falta que mamá tenga el vestido, ¡podría usarlo de regreso a casa! — Ciel comentó con total calma y alegría, sin saber cierto problema que Gakushū ahora tenía con dicho tema.

— Siento que fue una mala idea que Saya les mostrara el video — Gakushū comentó, tomando una servilleta para limpiarse.

— Déjalos — Respondió el pelirrojo tomando secretamente una foto a Gakushū — Y no sería mala idea verte con ese vestido otra vez, mi querida prometida — Dijo, burlón.

Gakushū lo asesinó con la mirada.

— Karma... —.

— Perdón, perdón — Sonrió apenado.

Después simplemente rieron, acompañando a sus hijos mientras hablaban de cualquier cosa trivial, también hablando de los lugares a los que irían y los regalos que los niños recibirían. Quitándose cualquier preocupación que alguno de ellos pudiera tener en aquel momento.

Los niños felices, los adultos también.

Su familia finalmente estaba completa, y ningún problema del pasado podría perseguirlos ahora. Ahora estaban juntos en todo. Eran felices... con eso estaban bien.

Ciel y Océane podían olvidar los malos tratos que recibieron en la calle, superar la indiferencia del orfanato. Karma podía olvidar su mal pasado, las traiciones y las burlas, podía olvidar todo lo que antes le había hecho mal. Gakushū podía olvidar los malos recuerdos, el temor de salir solo...

Porque la vida a veces no nos trata bien, nos pone retos, desafíos, pruebas y obstáculos para seguir con nuestra vida tranquila, pero una vez que todo es superado, una vez que finalmente todo a acabado, podrían empezar otra vez.

¿Todo había acabado?

No. No había acabado todavía, aún tenían su vida por delante, sabían que más problemas vendrían, pero estaban seguros que podrían con ellos.

— Se ven felices — Murmuró, su voz con notoria apatía. Su cabello largo pelirrojo, sucio y desordenado, su ropa malgastada, con agujeros y manchas de sangre, su piel rojiza por la infección que tenía.

En algún lugar del establecimiento, estaban tres niños y un adolescente. Los cuatro en malos estados, pero por alguna razón, nadie más podía verlos.

Simples ilusiones.

— Lo son — Dijo el adolescente, su ropa dejando mucho que desear, su cuerpo lleno de heridas hechas por armas blancas y puño limpio.

— ¿Ellos son nuestros padres? — Dijeron los dos niños más pequeños, sujetando sus manos con fuerza, su cabello largo y enmarañado que cubría casi todo su rostro, su piel roñosa y con algunas heridas.

— ¿Ya es hora de irnos, no lo creen? — Dijo el mayor — Ellos ya no nos necesitan —.

— Vamos —.

El adolescente le ofreció su mano al niño pelirrojo, el pelirrojo aunque dudando, aceptó su mano, dando después su mano a los dos infantes de cabello azul.

— Tenemos miedo — Murmuraron.

— Nosotros también... — Dijeron los mayores — Pero ahora... nosotros los protegeremos —.

~ • ~

— "Amor en la oscuridad" — Ciel leyó.

— ¡Mamá, papá! ¿Qué significa lo que dice tu anillo? Lo que está en el interior — Océane preguntó con curiosidad, tomando el anillo de promesa de Gakushū, mirando con interés la pequeña frase, que su hermano había leído anteriormente.

Gakushū y Karma sonrieron.

— Es una larga historia —.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora