Capítulo 69 - Pequeño favor

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Era momento de los juegos.

El juego de las escondidas era uno de los jugos más normales en ese tipo de eventos, y por supuesto, está vez, no era la excepción. Por azares del destino, a Gakushū le tocó buscar, y ahora estaba dejando que su pareja le pusiera una venda, para "evitar hacer trampa" mientras los demás se escondían.

— ¿Sabes?, ponerte una venda en los ojos me trae recuerdos — Karma sonrió con coquetería — ¿Te acuerdas de ese día, Violett, querido? — Dijo divertido.

— Callad, alguien puede escucharte — Gakushū murmuró con un sonrojo en sus mejillas.

— Fuiste tú quien quería que te vendara~ —.

— Tch... —.

Luego de unos minutos donde la mayor parte de los invitados habían conseguido sus escondites, Gakushū procedió a tomar la venda con sus manos.

— ¿Listos? — Se le escuchó preguntar.

— Saya, ven — El pelirrojo llamó a la de cabellos rubios, al que aún no había encontrado un lugar en donde esconderse, con Gakushū a nada de quitarse la venda para comenzar a buscar a los demás y empezar con el juego.

Saya no tardó en ir a su lado, ocultándose juntos detrás de algunos arbustos que había en el jardín, logrando a la vez, ver más gente oculta en algunos arbustos lejanos a donde ellos estaban.

— ¡Ahí voy! —.

La búsqueda comenzó.

Karma y Saya observaron como Gakushū comenzaba a buscar debajo de las mesas o detrás de los árboles, y al ver que se estaba alejando de ellos para buscar en otros lugares, Saya lo tomó como una oportunidad para poder hablar con Karma.

Quería pedirle su ayuda en algo que había estado pensando desde que Seiryu y Hito atraparon el ramo –por accidente–.

— Karma... — Saya susurró en voz baja, acercándose un poco más al pelirrojo.

— ¿Saya?, ¿qué pasa? — Cuestionó, mirándola con curiosidad.

— ¿Crees que puedes hacerme un pequeño favor? — Sonrió, con su mirada observando fuera de los arbustos, sólo para asegurarse de que Gakushū aún estaba lejos de ellos.

Tampoco quería que los encontraran.

— Hm, depende — Se encogió de hombros, sonriendo — ¿De qué trata? — Preguntó con intriga.

Al notar que Saya le hacía señas para que se acercara, así lo hizo, sentándose lado al lado mientras acercaba su cabeza hacia la rubia, que en un susurro en su oído le dijo lo que quería que hiciera. Un pedido que no sorprendió a Karma.

Ambos eran casamenteros al final del día.

— ¿De verdad? — Sus ojos se abrieron levemente, lo que no esperaba era que Saya quisiera hacerlo en ese momento.

— Así es, y me gustaría ayudarlos un poco. No sé, quizás si atrapan la liga sería algo que los obligara a hablar de ello. Ambos ya han confesado en secreto que gustaban del otro, pero vamos, son unos cobardes para aceptarlo — Rió suavemente.

— En eso tienes razón — Sonrió levemente — De acuerdo, trataré de hacerlo. Sólo no olvides grabar, ¿quieres?, será un buen momento para molestar a Ren —.

— No te preocupes, Karma–kun, sabes que soy la mejor para eso — Sonrió orgullosa.

Decidieron quedarse en silencio por unos minutos, Gakushū ya había encontrado a algunas personas, y ahora estás estaban ayudándole a encontrar a los demás.

— Vamos, conozco otro escondite — Karma le susurró a Saya para que lo siguiera.

Ambos comenzaron a gatear por el suelo, detrás de los arbustos para evitar ser vistos. Se encontraron con otros invitados, que al igual que ellos, estaban buscando un mejor escondite. Gakushū ya estaba muy cerca de ellos.

Karma se fue levantando lentamente, escondiéndose detrás de un árbol.

— Hay que subir. Desde antes ya había escalado este árbol, no preguntes por qué, el follaje es denso, así que no nos encontrará — Sonrió mientras ayudaba a Saya a subir.

Saya subió con un poco de dificultad, pero logró llegar a una rama lo suficientemente fuerte como para poder soportar su peso. Detrás de ella subió Karma, que subió a unas ramas más altas, apoyando sus pies sobre otras ramas.

— ¿Por qué subes tan alto? —.

— Desde acá puedo ver un poco más el jardín. Gakushū ya encontró a los que estaban ocultos en la barra de bebidas — Respondió, con sus manos movía algunas hojas del árbol.

— Voy contigo —.

Saya apoyó sus manos sobre algunas ramas cercanas, comenzando a subir lentamente, y con ayuda de Karma, logró llegar a la rama en donde estaba Karma, sin embargo, uno de sus tacones cayó.

Para su suerte, se atoró en una de las ramas.

Ambos suspiraron con alivio.

La rubia se acomodó un poco más cerca del pelirrojo, observando por el pequeño hueco que Karma había creado para ver el jardín.

Gakushū en ese momento ya se había acercado al área infantil, encontrando a la mayor parte de los niños y a algunos adolescentes. Los niños comenzaron a correr por el lugar para buscar a los demás, algunos adolescentes simplemente se sentaron en sus sillas, mientras que otros también ayudaron a buscar.

— Mira, Ren y Satoshi están detrás de la mesa de dulces — Karma apuntó al lugar.

— ¿Por qué no me sorprende que se hayan ocultado juntos? — Saya sonrió divertida, apoyando sus manos sobre la rama.

— Hm... creo que ella es Haruka, la que está detrás de ese árbol con alguien más, no alcanzo ver bien desde aquí — El pelirrojo trató de afilar más su mirada.

— Parece que alguien encontró a su galán —.

— Y allá están Seiryu y Hito, no tardarán en ser encontrados por los niños, o quizás algún adulto que se le ocurra que hay otros dos adultos ocultos en un juego para niños —.

— Es que también ellos, ¿cómo se les ocurre esconderse en el inflable? —.

Se quedaron en silencio por unos segundos.

— Como los envidio — Soltaron al unísono, riendo después mientras quitaban su vista.

— Y dime, ¿a dónde piensas llevar a Gakushū para su luna de miel? — Saya sonrió con picardía mientras codeaba a Karma, luego dejando que sus pies colgaran al vacío.

— A Kuramathi en las Islas Maldivas — Karma respondió con simpleza — Es un lindo lugar para vacacionar, y en estas fechas el agua está a una temperatura ideal — Sonrió con nostalgia — En mi primer año con mis padres, me llevaron a mi y a Yako de vacaciones. Yako me enseñó a nadar ese día —.

— Yako... — Sonrió melancólica, mirándolo a los ojos — Recuerdo haberlo conocido cuando era una niña, no recuerdo mucho, tenía sólo cinco años cuando lo conocí. Me enseñó a andar en bicicleta, aunque después tuve que mudarme y ya no lo volví a ver — Comenzó a balancear sus pies — Era un buen chico, ¿lo sabes, no? —.

— El mejor... —.

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Dato curioso:

La familia de Saya cuando ella era niña, eran vecinos de la familia Akabane. Aunque los adultos no hablaban mucho entre ellos, principalmente porque casi no estaban en casa, sus hijos lograron formar una relación de amistad, que terminó por acabar cuando la familia Ichinose se mudó.

Saya se enteró del suicidio de Yako un año después de lo ocurrido. Y en secundaria, aún sabiendo de la existencia de Karma, se mantuvo al margen hasta la preparatoria.

No hablaron de Yako hasta que estuvieron en el último año de preparatoria.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora