Era una tarde de verano.
La suave melodía de piano y violín comenzaba a escucharse en aquel jardín, hermosamente decorado de rosas blancas y anaranjadas. En los alrededores había múltiples sillas y adornos, y lo que más resaltaba, un arco de flores, donde por el momento, sólo dos personas se encontraban, a la espera de la tercera.
La ceremonia había dado inicio.
La gente presente guardó silencio, mirando hacia la entrada del jardín, esperando con ansias la llegada de alguien más.
Karma Akabane era uno de los que se encontraban bajo el arco de flores, en sus adentros había un revuelto de emociones, desde la alegría a la ansiedad, desde el nerviosismo al temor.
En su cabeza, sólo podía repetir en forma de consuelo, las palabras que si prometido le había dicho hacía unos días, cuando sólo estaban ellos dos en su habitación, hablando sobre su boda que estaba a la vuelta de la esquina.
Boda que ya había llegado, cabe decir.
"Tendrás una sorpresa en la ceremonia"
¿Era bueno?, ¿era malo?, no lo sabía a ciencia cierta, y el mayor no se había dignado a decirle nada más.
Por obvias razones, no quería creer que era algo malo, o algo por lo cual preocuparse, y sólo trataba de que su cuerpo no lo traicionara, tratando de mantener oculto el nerviosismo que se volvía cada vez más notorio. Su mirada estaba fija en la entrada, a la espera de su prometido.
No quería admitirlo, pero la espera lo estaba matando.
No físicamente, se vale aclarar.
Finalmente –y gracias a Buda– alguien más hizo presencia en el lugar, y sin embargo, su simple presencia había dejado con la quijada por el suelo a más de uno, las únicas excepciones a considerar, serían las damas de honor y dos mujeres.
Gakushū ingresó con un paso tranquilo, pero no como la gente podría habérselo imaginado alguna vez. Es más, ni siquiera el propio pelirrojo esperaba ver aquello.
Era... sólo muy difícil de creer.
Más viniendo de alguien como Gakushū.
Aquel joven adulto de cabello anaranjado y ojos violeta, se encontraba vistiendo un hermoso vestido de color blanco, esponjado en la pague de abajo, con un bello hacía atrás en su cabeza, y guantes largos de color blanco.
Tenía un maquillaje natural, nada extravagante en realidad, pero con un leve sonrojo hacía que sus mejillas resaltaran. En sus manos, se encontraba un ramo de rosas blancas, con una rosa anaranjada en el centro, que complementaba más con su imagen y aspecto.
Así que esa era su sorpresa.
Por más que Karma quisiera negar que no estaba sorprendido, el sonrojo en su rostro y sus ojos llenos de intriga decían otra cosa.
Gakuhō –luego de recuperarse de su sorpresa inicial al ver a su hijo vestido de tal forma– se puso al lado de su hijo, ofreció su brazo para llevarlo al altar.
Caminaron a un paso tranquilo, hasta que llegó el momento que Gakuhō más quería evitar.
Entregar la mano de su hijo...
— Espero sepa las consecuencias de cualquier movimiento en falso, Akabane — Murmuró, manteniendo una sonrisa amable, pero el aura oscura que lo rodeaba era incluso notado por algunos invitados que estaban cerca.
— Papá — Reprendió en voz baja.
— No se preocupe, suegro. Su hijo estará en buenas manos — Karma sonrió juguetón.
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Amor en la oscuridad
FanfictionTodos tienen una historia de la cual nunca hablan, y Karma tenía una