Capítulo 76 - Cena sobre el mar

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Abrió los ojos lentamente, tratando de acostumbrarse a los rayos de luz de la tarde. Había sido despertado únicamente por el sonido del agua y los cánticos de los pájaros que volaban libremente por el cielo anaranjado, mismos sonidos que hacía un tiempo se habían encargado de dejarlo dormido.

Se sentó con cuidado sobre la silla, estirando sus brazos mientras bostezaba, la brisa fresca siendo su tranquilizador mientras cerraba sus ojos y sonreía.

Y pronto, unos bellos ojos carmín cruzaron por su mente.

Observó sus alrededores, para después levantarse y entrar nuevamente a la pequeña cabaña.

Al ingresar no observó a su marido por ningún lugar, y luego de revisar de si no se encontraba en el cuarto del baño, sus ojos se encontraron con una pequeña nota sobre la cama.

"Te espero en el restaurante al aire libre a las 7:00pm"

Sonrió de manera enamorada mientras leía la nota, revisando rápidamente el reloj de pared para comprobar cuánto tiempo tenía. 30 minutos... suficiente.

Se dirigió al armario en la habitación, comenzando a buscar la mejor ropa que tenía para esa cena sobre el mar. Tomó dos de sus conjuntos de ropa favoritos, mirándose frente al espejo de cuerpo completo con el que contaba la habitación.

Ya no tienes miedo de estar completamente solo por lo que veo... —.

Se quedó paralizado cuando escuchó aquella voz, su sonrisa decayendo...

— Así es, ya no tengo miedo de estar solo — Respondió, suspirando con calma mientras se daba la vuelta, su sonrisa regresando nuevamente mientras veía esos ojos vacíos y sin vida.

Frente a él, una silueta, su propia silueta, pero... mucho más joven y maltratada.

Su cabello carente de brillo, sucio y enmarañado, su rostro golpeado, con moretones e incluso un ojo morado. Su cuerpo delgado y con su piel de un color casi enfermizo, con diversas heridas y vendajes mal puestos, lo que más destacaba después de su considerable estado, su ropa tan corta y humillante.

Nunca antes me habías mirado — Su voz monótona, su mano sujetando los bordes de aquella tonta y horrible falda.

El estado y la ropa que por tanto tiempo le había dado pesadillas en su adolescencia.

— Lamento haberte tratado como sí no existieras — Ladeó suavemente su cabeza — ¿Sabes?, ya estoy bien, todo lo que esos tipos me hicieron... finalmente quedó atrás. Ya no necesitó ignorarte para sentirme seguro nuevamente —.

Sonrió, al menos eso fue lo que "él" trató de hacer.

¿Finalmente lo hicimos? —.

— Sí... finalmente lo hicimos. Ya no necesitas esconderte más tiempo, ya todo ha pasado — Lo miró con cariño — Nadie va a hacernos daño otra vez... nadie te hará daño nuevamente —.

Ya no me necesitas... ya no volveré, a no ser que lo necesites. Por cierto, lleva el conjunto de tu derecha, estoy seguro que a Karma le encantará —.

Gakushū cerró sus ojos mientras cubría sus ojos con sus brazos, ante la inesperada brisa acompañada de algunas hojas que había ingresado por las puertas abiertas de la cabaña.

Al retirar sus brazos, aquella silueta ya no estaba.

Suspiró con nostalgia, sonriendo suavemente y regresando su mirada al espejo, y terminando por elegir el atuendo de la derecha. Una camisa de botón color blanco, un pantalón color crema y un cinturón café con zapatos del mismo color.

— Estaré bien... ya estoy bien —.

Acomodó su cabello, y se observó por una última vez en el espejo.

— Bien, creo que ya está bien, no hace falta nada... creo — Trató de darse ánimos a si mismo mientras se sonreía, viendo después la hora en el reloj.

Faltaban 10 minutos.

No era un mal tiempo, así que sólo ajustó los últimos detalles de su ropa –jamás estaría lo suficientemente bien–, tomando después su billetera y su teléfono celular antes de salir dela cabaña para dirigirse a su nuevo destino.

Caminó tranquilamente por el muelle, mirando sus alrededores y las maravillas que si entorno le regalaba.

Observó el paisaje que se podía apreciar en aquel momento, viendo la hermosa mezcla de colores que se formaban en el cielo, que se intercalaban entre tonos naranjas, rosados y el azul comenzaba a hacer acto de presencia. Todo acompañado por el sonido del mar y la brisa fresca.

Sonrió.

Siguió con su camino hasta llegar a la dichosa playa, caminando hacia el restaurante al aire libre que se encontraba ubicado a unos cuantos metros del edificio principal del hotel.

Llegó a los límites del restaurante, que sólo estaba marcado por pequeñas piedras de casi un mismo tamaño. Observó a las diversas personas que estaban sentadas con sus respectivas familias o parejas, con su mirada buscando a su marido, cuando alguien más se le acercó a un paso tranquilo.

Un adulto de cabello y ojos negros.

— Señor Akabane, por favor, acompáñame, lo llevaré con su pareja — Anunció con una voz educada y formal, haciendo una ligera reverencia a Gakushū, con su mano señalando el camino por el que iban a ir para dirigirse a aquel lugar.

— De acuerdo, muchas gracias — Respondió al hombre que había identificado como algún camarero, agregando un asentimiento de cabeza, mientras sonreía en sus adentros por la forma en la que se había dirigido a él.

No le sentaba para nada mal tener el apellido del pelirrojo, cosa que cabía mencionar, no le había hecho nada de gracia a su padre.

Igual, su madre había evitado que su padre hiciera algo en contra.

El camarero lo dirigió por casi todo el límite del restaurante, hasta llevarlo a otro muelle que conectaba con lo que parecía ser un kiosco sobre el agua.

Los bordes del muelle tenían pequeñas lámparas que daban luz blanca, resaltando más el camino que daba hasta la entrada de aquel kiosko, donde observaba una mesa larga dos personas, y claro, a alguien que ya lo estaba esperando.

— Disfrute su velada, señor Akabane —.

Sin más, el camarero se retiró.

Gakushū comenzó a caminar por el resto del muelle, observando con admiración sus alrededores, para después poner su mirada hacía enfrente, donde ya podía ver a una persona bastante conocida.

— Hola, Violett, querido — Karma lo saludó con una alegre sonrisa, acercándose para recibirlo.

— Hola, cariño — Regresó el saludo, acercándose hasta que los dos estuvieron frente a frente. Podía sentir como sus mejillas se ruborizaban con el pasar de los segundos.

Karma sonido de lado mientras llevaba su mano al rostro de Gakushū, acariciando su mejilla, y dejando un beso sobre su frente, para después finalizar con un dulce y tranquilo beso sobre sus labios.

— Espero disfrutes de nuestra velada —.

— Si es contigo, claro que la disfrutaré —.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora