Los días ya habían pasado en aquel hotel, y ya era momento se regresar nuevamente a casa. Y luego de una nueva pelea de Gakushū con su ropa, habían logrado llegar al aeropuerto, tomando uno de los vuelos nocturnos.
Karma con su teléfono, Gakushū leyendo, pero al final, ambos cediendo ante el sueño.
El mayor fue el encargado de despertar al pelirrojo –por más que éste luchó para seguir durmiendo– al momento de que una de las azafatas dio aviso de que estaban a nada de aterrizar.
Luego de una hora en la central para desayunar algo –y que el menor ya estuviera en sus cinco sentidos–, salieron del edificio, y de entre tanta gente que estaba a la espera de los taxis, habían logrado conseguir uno sin mayor contratiempo, listos para llegar a casa.
Al ingresar a su querido hogar ubicada cerca del la ciudad, fueron recibidos por su mascota, que de primera mano, comenzó a maullarles de manera bastante enojada, para después simplemente volver a la normalidad mientras frotaba su cabeza contra la pierna del pelirrojo, en busca de mimos.
— Parece que nos extrañó mucho — Gakushū rió mientras dejaba las maletas a un lado del sofá de la sala de estar.
— Quiero creer eso y no que nos amenazó de muerte— Karma sonrió mientras cargaba a Shima entre sus brazos.
Ambos se tumbaron en el sofá, suspirando de manera cansada, pero tranquilos. Gakushū acostó su cabeza sobre el hombro de su marido, su mano acariciando la cabeza de Shima, que había empezado a ronronear mientras se acurrucaba contra el abdomen de Karma.
— He de decir que el viaje fue más tranquilo en el regreso que en la ida — Gakushū comentó.
— Ni que lo digas —.
Se levantaron al cabo de un tiempo, tomando sus maletas y yendo a su habitación. Se pasaron toda la mañana acomodando todas sus cosas de vuelta a sus lugares correspondientes. No querían preocuparse después por su equipaje.
— Sólo quiero dormir — Karma sin más reparos, se lanzó a la cama y enterró su rostro en una de las almohadas.
— No te atrevas a dormir antes que yo — Gakushū no tardó en seguir los pasos del pelirrojo, abrazando una de las almohadas mientras se acurrucaba a su lado, cerrando los ojos para visitar próximamente su quinto sueño.
Dormir un día entero no hacía daño.
Karma rió, soltando la almohada y abrazando con fuerza a Gakushū, ocultando su rostro en su cuello.
La habitación se quedó en completo silencio. Gakushū se acurrucó más en la cama, tratando de acomodarse mejor para dormir, cuando comenzó a sentir como Karma movía su cabeza, comenzando a dejar besos por su cuello.
— Karma... — Murmuró mientras trataba de mantener sus ojos cerrados.
— Te amo, Violett... —.
Karma se movió un poco, apoyando sus manos sobre el colchón para quedar arriba de Gakushū, comenzando a morder suavemente su cuello, remarcando marcas viejas como haciendo nuevas.
— ¿No dijo que quería dormir? — Pensó en sus adentros, simplemente dejando que el menor siguiera con lo suyo.
Sin embargo, lo que se veía predestinado en su tarde, fue interrumpido por el ruido de dos teléfonos.
— No creas que te dejaré libre después — Advirtió el pelirrojo mientras se separaba de Gakushū, y tomaba ambos teléfonos en la mesita de noche a un lado de la cama, para después pasarle el teléfono correspondiente a Gakushū
De esa forma, ambos contestaron la llamada.
— ¿Ren? —.
— ¿Saya? —.
Los dos se quedaron en silencio mientras escuchaban lo que sus amigos decían, intercambiando miradas mientras se sonreían un poco cansados, pero dispuestos.
— Ahí estaremos — Respondieron al unísono.
Los dos colgaron la llamada luego de sus palabras. Se miraron por unos segundos, ya imaginando que habían sido llamados por la misma razón. Se levantaron y estiraron sus brazos mientras bostezaban, una pequeña salida no vendría mal.
— Prepararé el agua —.
— Iré por la ropa —.
~ • ~
— ¿Camisa blanca, café o violeta? —.
— Ya sabes mi respuesta — Respondió — ¿Blanco o negro? —.
— Lo sabes —.
Ya listos, tomaron sus teléfonos y carteras, saliendo de su vivienda y entrando a su automóvil. Llegaron al rededor de 20 minutos, siendo recibidos en la entrada del local por Saya, que los llevó al segundo piso de aquel lugar de comida rápida.
La rubia los guío a una mesa en la esquina, donde ya estaban sus demás amigos.
— Un gusto verlos nuevamente, Karma–kun y Gakushū–kun — Haruka los recibió con una suave y alegre sonrisa — ¿Cómo se la pasaron en su viaje? —.
— De maravilla — Tomaron lugar en la mesa.
— Además de que alguien aquí ya quiere ser padre — Gakushū sonrió juguetón.
— Karma~, no conocía ese lado de ti — Saya canturreó.
— Sí, bueno... ¿qué hay de ustedes?, ¿qué han estado haciendo mientras no estábamos? — Cuestionó, tratando de llevar el rumbo e la conversación a otro parte.
— Digamos que ciertas personas aquí ya son algo más — Saya comentó mientras codeaba a Satoshi, sonriendo con diversión al ver el rubor en las mejillas del pelinegro y castaño — Ellos dos tomaron sus lugares como los tórtolos del grupo —.
— Quién diría que realmente funcionaría — Karma los miró con intriga.
— Por eso nunca hay que dudar de mis planes — Saya dijo con orgullo, acomodando su cabello hacía atrás.
Karma y Saya rieron a los pocos segundos.
Gakushū, Seiryu, Haruka, Hito y sobre todo Ren y Satoshi se mostraron confundidos ante las palabras de Karma y Saya, y por su repentino ataque de risa, pero decidieron no hacer preguntas por su propio bienestar mental.
— Sí, bueno, también Saya ya está siendo cortejada por uno de sus ex compañeros de universidad — Satoshi acomodó sus lentes.
— ¡Quedamos que eso era secreto! — Sus mejillas se ruborizaron al instante.
— Saya~, no conocía esa parte de ti — Karma jugueteó.
— Y también Haruka recientemente empezó una pequeña relación con un hombre que conoció en su fiesta de bodas — Sakakibara comentó después.
— ¿¡Por qué me meten a mí!? —.
Karma y Gakushū sólo pudieron contener la risa mientras veían el alboroto que sus amigos estaban haciendo. Tomando después las cartas del menú para pedir algo que comer junto con Hito y Seiryu, que habían sido los únicos a parte de ellos que no se había metido en la pelea.
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Amor en la oscuridad
FanfictionTodos tienen una historia de la cual nunca hablan, y Karma tenía una