— ¡Lárgate! —.
Era una noche fría de invierno, una nueva pelea había surgido entre sus padres biológicos, y él estaba ahí, en algún lugar de la inmensa ciudad que no era apta para que un niño pequeño estuviera vagando sin rumbo y completamente solo.
Sólo sabía una cosa... no quería regresar.
— Hace frío... — Su cuerpo se estremeció mientras se abrazaba a si mismo, unas cuantas lágrimas amenazaron con salir de sus ojos carmín.
Siguiendo con su rumbo, sus pequeños pies descalzos doliendo por lo frío de la nieve. Levantó su mirada cuando vio la luz de un pequeño establecimiento. Un local de ramen. Las tiendas en ese lugar cerraban temprano, las peleas entre pandillas eran tan comunes que los vendedores no sólo temían por su mercancía, sinó también por su vida.
Subió con lentitud los escalones... podría pedir permiso para quedarse hasta que el lugar cerrara, no quería pasar más tiempo en el frío.
La campanilla de la puerta dio señal de su entrada.
Observó el lugar, era pequeño, sólo contando con una cocina a la vista y dos mesas. Olfateó el olor a condimentos y el ramen recién preparado. Su mirada se posó en tres niños más grandes que él, dos niños y una niña. Los niños de cabello negro, sus ojos de color azul, pero uno de ellos teniendo uno de sus ojos de color lavanda. La niña de cabello castaño y mirada ámbar.
Estaban sentados en la barra, con un tazón de ramen caliente.
Al otro lado, un hombre joven de cabello castaño y ojos negros, que con una sonrisa, veía a los niños comer.
Las miradas se fueron hacia él... se sintió mas pequeño.
Pasó saliva, jugando con sus manos.
— Buenas noches, pequeño. ¿Qué haces aquí? — La voz del hombre era dulce y tranquila, saliendo de la cocina, mientras que los tres niños se levantaban de sus asientos y se ponían detrás del adulto, mirándolo con precaución.
— Hm... — No supo que responder, sus mejillas ruborizadas y considerando si debía irse.
— ¿Cómo te llamas? — El hombre cambió la pregunta, al ver que el niño pelirrojo no había respondido lo primero.
— Karma... —.
— ¿Disculpa? —.
— Karma Yagi... — Murmuró un poco más alto, con miedo y timidez.
— ¡Hola, Karma! — La niña, sin embargo, dejando su miedo de lado, se acercó rápidamente — ¡Me llamo Sora! ¡Eres tan adorable!... ¿por qué estás descalzo?, ¿no tienes ropa para el frío?, ¿qué haces aquí solo? — Comenzó a preguntar con curiosidad, dando vueltas al rededor de él.
— Sora, lo estás asustando — Se quejó otro de los niños, acercándose — Me llamo Hideki — Se presentó.
El otro niño, el de ojos heterocromaticos, se acercó lentamente, aunque con más duda que los demás. Observó el cuerpo pequeño de aquel pelirrojo, fácilmente podría tener cinco años, incluso menos.
— Me llamo Daiki —.
~ • ~
Dos meses habían pasado desde que entró a ese orfanato... no le gustaba.
Aquel lugar localizado en un lugar de mala muerte, donde los niños sólo tenían que rezar para que una familia medianamente normal los adoptara. Pero con los adultos queriendo niños sanos, ese sería el último lugar al cual visitarían.
— ¡Mikko! ¡Shoko! ¡Hioko! —.
Pero en medio de todo eso, estaban tres adolescentes que aquellos niños que conoció en el local de ramen le habían presentado. Tres adolescentes que iban y salían del orfanato tanto como quisieran. Gente que no quería una familia, y que se había adaptado a vivir a las calles sin ningún problema... al menos no que dijeran en voz alta.
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Amor en la oscuridad
FanficTodos tienen una historia de la cual nunca hablan, y Karma tenía una