Capítulo 6 - Ya es tarde

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Al llegar al salón recibió las miradas sorprendidas de todos, todo gracias al cambio de su cabello.

Nadie dijo nada, porque no se atrevían, había algo en Karma que les decía que debían de tener cuidado, por ende, sólo lo miraron entrar al salón, caminando tranquilamente a su lugar para después sentarse.

El lugar se quedó en un completo silencio, cuando la puerta fue tocada con desespero.

— ¿Um? —.

— Adelante — Karma permitió el acceso con una sonrisa satisfecha.

La puerta fue abierta rápidamente, revelando la imagen de un estudiante de otra clase, aunque a juzgar por su rostro se había metido en alguna pelea que por supuesto, no ganó.

El estudiante vio todo con la mirada de manera rápida, yendo rápidamente al lugar de Karma –tropezando en el proceso– dejando un total de diez libros sobre el pupitre.

— A–Aquí están Akabane–san — Dijo el chico haciendo una reverencia mientras temblaba.

— Bien, ya puedes irte — Respondió con voz desinteresada viendo los libros. Un problema menos que resolver desde su punto de vista.

El adolescente salió corriendo del salón en ese momento, dejando a la mayor parte de la clase "E" sorprendida y sin saber por qué de un día a otro alguien parecía temerle al pelirrojo.

Karma ignoró las miradas de duda de sus compañeros, tomando el libro de matemáticas para comenzar a revisarlo y ver lo que el chico o quién sabe quién había escrito.

— K–Karma —.

Isogai fue el primero en hablar, al ser el representante de la clase no podía pasar de largo el hecho de que alguien de otra clase viniera en condiciones cuestionables y dejando libros de quién sabe quien.

— ¿Necesitas algo? — Preguntó con desdén apartando la mirada del libro y dirigiendola a los ojos color oro de Yūma.

— Eh, sé que no es de mi incumbencia, pero necesito saber la razón por la que un estudiante de otra clase ha venido al salón, dejando libros que no se han solicitado — Explicó.

— Es tal y como lo dijiste, no es de tu incumbencia — Sonrió de lado regresando su vista al libro.

Yūma ya no sabía que decir, se sentía ciertamente amenazado por el pelirrojo, pero había ciertas personas que no se habían inmutado en lo más mínimo.

— ¿Así que el llorón ya quiere dejar de serlo? — Preguntó Terasaka con burla.

No respondió.

— Vamos Karma, no trates de hacerte el fuerte ahora, todos sabemos lo que eres, no hay necesidad de fingir —.

Esta vez si hubo una respuesta en Karma, no hablada pero si física, y fue bajar el libro para ver a la persona que había dicho esas palabras.

Río Nakamura.

— ¿Puedes repetirme lo que dijiste? — Preguntó con una sonrisa calmada, levantándose de su lugar.

Nakamura sonrió de lado al ver que lo había provocado — No trates de hacerte el fuerte ahora, todos sabemos lo que eres, no hay necesidad de... ¡Ah! —

Los ojos de todos los presentes se abrieron con sorpresa, al ver como la mejilla de Nakamura ahora se volvía roja por el golpe que había recibido.

— Escucha bien maldita teñida — Con voz fría y un rostro estoico la tomó del cabello, acercando más sus rostros — Tú ni nadie puede decirme que saben lo que soy, ¿de acuerdo? — Ejerció más fuerza en su agarre — Nadie sabe nada de mi, ni siquiera me conocen, porque si lo hicieran sabrían el momento en el que me quebré —.

La clase escuchaba con atención, incluidos los maestros ocultos detrás de la puerta junto con el estudiante de cabellos celestes.

— Asano no mintió cuando dijo que era débil, porque lo era, pero ya me cansé de tener que fingir, así que les digo que ya es tarde, es tarde para muchas cosas, y hay cosas que jamás se podrán remediar por más que uno lo intente — Soltó a Nakamura pero dando un último jalón para que se alejara de él — Ustedes hicieron su elección al momento en el que me hicieron de lado, y yo tomé mi elección al momento de ser así — Sonrió con psicopatía — Así que será hora de que se acostumbren, a que cada cosa que hacen tiene consecuencias —.

Con esas palabras dichas regresó a su lugar, tomando nuevamente el libro de matemáticas para verlo.

Ya nadie dijo nada después de eso, ni siquiera Koro–sensei o Nagisa, porque sabían que lo que menos quería Karma en ese momento es que alguien le hablara.

Las clases pasaron con relativa normalidad sin contar el hecho del ambiente tenso en el salón, y una vez que fue tocado el timbre indicando la salida Karma no tardó en recoger sus cosas y salir del salón y del viejo edificio.

Estar con sus compañeros lo irritaba y aburría de cierta forma.

Nadie tenía color, por ende, no podía escuchar lo que decían de él y tampoco le importaba.

Nada le importaba.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora