Extras III - Ciel y Océane

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— Nous devons faire quelque chose avec ces enfants, je ne peux plus les supporter¹ — Se quejó con molestia la mujer de cabello azul y ojos cafés, sus brazos cruzados mientras veía con seriedad a su pareja.

— ¿Et pensez–vous que je le fais?² — Sonrió, irónico.

— C'est une perte de temps, ou vous débarrassez d'eux ou cela se termine³ —.

Suspiró con irritación ante la amenaza — Eh bien, vous gagnez. Lors de notre prochain voyage, Nous pouvons les laisser quelque part. Peut–être qu'un idiot sans cervelle veut les adopter ou quelque chose come ça⁴ —.

— Maman, papa, ¿de quoi tu parles?⁵ — Los mellizos preguntaron, sin entender la conversación de sus padres.

~ • ~

— Maman, papa⁶ — Sollozaron aquellos niños.

Las gotas heladas de la tormenta caían sobre ellos, sus ropas completamente mojadas, ellos temblando por el frío de la noche mientras se abrazaban entre ellos, sus padres en algún lugar que ellos desconocían.

Pero que habían prometido volver.

~ • ~

— Hermana... conseguí algo — Murmuró en voz baja.

Levantó en silencio la mirada, observando el estado golpeado de su hermano menor, que aunque estaba algo golpeado, tenía una barra de pan entre sus brazos. Tan débil y vulnerable como ella... sólo animales callejeros que fueron abandonados.

— ¡Ciel! —.

Se levantó del suelo, tomando la barra de pan y dejándola sobre una caja que estaba por ahí, revisando las heridas de Ciel.

Las pieles de ambos estaban rojizas por alguna infección que se pudieron haber contagiado.

— Me duele, Océane — Ciel sollozó, mientras que su hermana pasaba suavemente su mano por su ojo morado.

Océane mordió suavemente su labio inferior, las lágrimas amenzaban por salir de sus ojos también. Abrazó con fuerza a su hermano, escuchando como comenzaba a sollozar por el dolor de las heridas, y por la situación en la que ahora ambos se encontraban.

Las lágrimas lentamente resbalaron por sus mejillas.

— Estaremos bien... estaremos bien —.

~ • ~

— ¡Dejen a mi hermano! — Océane salió del callejón, yendo con su hermano que estaba siendo golpeado por unos adolescentes que habían pasado cerca, y que parecieron encontrar su diversión en dañar a un niño de la calle.

— Oh, ¿eres su hermanita? — Uno de los chicos sonrió con burla, observando como Océane se ponía frente a Ciel.

— Chicos, ya déjenlos — Otro de ellos habló, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta — Son sólo unos animales callejeros, no hay que perder tiempo con ellos —.

— No seas aburrido, vamos hombre, ¿con quién nos van a acusar?, ¿con su mami? — Dió un suave golpe en la frente de Océane, que retrocedió unos pasos con miedo, temiendo que también le hicieran algo a ella.

Los ojos de ambos hermanos cristalizados al escuchar las últimas palabras.

— Vámonos —.

~ • ~

— ¡Duele, duele! — Se quejaban ambos niños, mientras que esos adultos pasaban algodón con alcohol por sus heridas, y en otras agua oxigenada.

— Tranquilos, ya pasará. Es para que sus heridas sanen más rápido — Uno de los adultos presentes trataba de tranquilizar a aquellos niños que recién habían sido traídos al lugar, con su aspecto dejando mucho qué desear.

— ¡Duele! —.

~ • ~

— Quieténse idiotas, estorban — Dijeron los chicos mientras los apartaban, quitándolos de la fila en la pequeña cafetería de ese orfanato.

Ciel y Océane pasaron saliva con miedo, simplemente bajando la cabeza mientras se quitaban, tratando de no chocar con alguien mayor que ellos, y yendo nuevamente a la cola de la fila, sin querer molestar más, y esperando en sus adentros para poder al menos conseguir algo de comida.

Llegaron y recibieron lo que sobró... puré de papa y un pan...

Suficiente para ellos.

~ • ~

— Hermana... ¿por qué nuestros padres aún no regresan por nosotros?... mamá dijo que lo harían — En aquella habitación donde sólo ellos estaban, se permitían poder hablar de lo que no querían con nadie más.

— Ciel... ellos no van a regresar — Incluso sí a ella misma le dolían sus palabras, tenía que ser realista con la situación.

Dos años y ni señas de sus padres...

Jamás volverían por ellos.

~ • ~

Caminaron en silencio por los pasillos del orfanato. Algunos niños o adolescentes los veían, otros simplemente los ignoraban. Sólo dos niños más en ese lugar, sólo que sin mostrar la misma emoción que los demás niños.

Sólo dos extraños que no parecían soñar con una familia.

— Océane... — Ciel tomó con más fuerza la mano de su hermana, acercándose más a ella mientras bajaba la mirada.

— Ciel... —.

~ • ~

¹. Tenemos que hacer algo con estos niños, no los soporto más.
². ¿Y crees que yo sí lo hago?
³. Es una pérdida de tiempo, o te deshaces de ellos o esto termina.
⁴. Bien, tú ganas. En nuestro siguiente viaje podemos dejarlos en algún lugar. Quizás algún idiota quiera adoptarlos o algo.
⁵. Mamá, papá, ¿de qué hablan?
⁶. Mamá, papá

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora