Capítulo 27 - ¿En dónde estoy?

56 11 0
                                    

Nos encontramos en algún lugar de la ciudad de Kioto, Japón. En un espacio lleno de cajas de madera y jaulas grandes con barrotes de metal y tuberías expuestas.

En ese lugar, exactamente dentro de una de las jaulas, se encontraba un adolescente de cabellos anaranjados y ojos violeta, conocido como Gakushū Asano.

— Hm —.

Se removió un poco, pasando sus manos a sus ojos, sintiendo como algo le impedía separar ambas manos.

Desorientado, se sentó como pudo, recargando su espalda en algunos de los barrotes, viendo primero las cuerdas que amarraban sus brazos y piernas, para después observar sus alrededores, sin entender el cómo había llegado a ese lugar.

¿En dónde estoy? — Pensó con confusión viendo otras jaulas parecidas a la suya, pero sin nadie adentro.

Estaba solo en la habitación.

Se sentía un tanto adormilado, y a pesar de su preocupación, aquel sueño le impedía analizar toda la situación con claridad.

— Es por aquí jefe —.

Volteó su cabeza en la dirección de donde salió aquella voz, viendo primero la sombra de tres hombres detrás de una montaña de cajas, para finalmente ser visibles después de unos segundos.

El primero era alguien con un traje formal, mientras que los otros dos... bueno, ellos parecían pandilleros.

De igual forma reconoció a esos dos hombres de forma inmediata como sus captores, lo que de manera rápida hizo reaccionar a su cerebro de lo que estaba pasando.

— ¿Éste es el chico? — Preguntó aquel hombre de traje con una expresión difícil de leer, caminando hasta llegar enfrente de la jaula.

Gruñó ligeramente — ¿Qué quieren hacer conmigo? — Preguntó con desdén.

— No te preocupes por eso, no te mataremos — Respondió con tranquilidad, viéndolo de arriba a abajo.

Se hincó frente a la jaula, y sin medirse metió uno de sus brazos a ella tomando a Gakushū del mentón, obligando a éste mismo a acercarse y levantar su rostro.

— Jefe, tiene las características que nos pidió, alto, cabello color naranja y ojos violeta — Informó uno de los hombres.

— Ya lo veo — Soltó a Gakushū mientras se levantaba — Cuando "Él" lo vea no dudará ningún segundo en comprarlo — Declaró sonriendo con descaro, viendo nuevamente al adolescente — No te preocupes prostituta, te drogarán tanto que no sentirás nada —.

Gakushū lo vio con mala cara.

— Esa ropa no le servirá, pónganle una que se ajuste con su nuevo trabajo — Ordenó mientras se volteaba.

Sin decir nada más aquel hombre de traje se retiró del lugar, dejando a Gakushū con un mal sabor de boca por alguna razón que desconocía... o bueno, lo descubrió después de unos segundos.

Los dos hombres que quedaban y por ende los secuestradores de Gakushū voltearon a verlo con sonrisas maliciosas, viendo el cuerpo del adolescente con lujuria.

— Ni se les ocurra — Advirtió con leve molestia, ocultando de esa forma su temor al ya saber el por qué de esas reacciones.

— Oh, vamos perrita, no te hará mal ponerte a trabajar desde ahora — Comentó uno de los hombres mientras abría la jaula.

En otra situación Gakushū los hubiera golpeado desde que lo llamaron de "esa" forma, y sin embargo, en ese momento le era imposible debido a las ataduras en sus muñecas y tobillos que le impedían moverse con libertad.

— ¡Suéltame! — Exclamó al ser tomado de los brazos por uno de los hombros.

A rastras aquel sujeto lo sacó de la jaula, procediendo a acostarlo boca abajo sobre una caja de madera, de un tamaño considerable como para que las rodillas de Gakushū tocaran el suelo.

— Tsk, no te muevas tanto mocoso — Se quejó el hombre dando un golpe en su espalda baja.

— ¡Suéltame! — Exclamó nuevamente con una leve mueca debido al golpe recibido, aunque eso no le impidió tratar de liberarse del agarre.

— No lo creo mocoso, además, tú nos debes algo por los golpes de esa noche — Respondió el otro hombre parándose frente a Gakushū, y ante la atenta mirada del adolescente desabrochó su pantalón.

Gakushū pasó saliva al saber por qué lo hacía, sintiendo después como el otro sujeto le bajaba el pantalón y ropa interior, escuchando también como se desabrochaba el pantalón.

— ¡Déjenme! — Exclamó aterrado, consiguiendo irritar más a los dos hombres.

No entendían por qué seguía haciendo pelea.

— Espero que nos paguen bien, soportarte es demasiado trabajo — Se quejó el hombre frente a Gakushū, tomando a éste último por medio de sus cabellos.

A Gakushū sólo le quedó desear que alguien lo sacara de ahí.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora