Capítulo 44 - Una mañana y una visita inesperada

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Los rayos se Sol se colocaban entre los pequeños espacios que dejaban las cortinas, iluminando una mínima parte de la habitación, y logrando llegar hacia la cama, donde los protagonistas de ésta historia dormían tranquilamente.

Gakushū se removió un poco al sentir la luz sobre sus ojos, por inercia se acurrucó en el abdomen descubierto de Karma, buscando de alguna manera evitar los rayos de Sol sobre sus ojos.

— Hm... — Se quejó en voz baja.

Se separó del pelirrojo con algo de torpeza, y así poder incorporarse en la cama, frotó sus ojos para acostumbrarse a la tenue iluminación y la oscuridad de la habitación, volteando en dirección a las ventanas para ver de dónde ingresaban los molestos rayos de Sol que se habían encargado de despertarlo tan "temprano".

Observó como había una pequeña abertura entre las cortinas cerradas, luego siguió el camino de los rayos de Sol que ya estaban llegando al rostro del pelirrojo.

— Karma... —.

El rostro del menor tenía una expresión calmada y serena, su respiración era tranquila, como sí nada lo perturbara. Llevó una de sus manos a su rostro y acarició con delicadeza su mejilla, no había notado que su piel era demasiado suave al tacto.

Espero te haya gustado tu cumpleaños... que disfrutarás la navidad como yo siempre lo hice — Se acercó un poco y dejó un beso en su frente.

Se separó después de unos segundos, regresó su mirada a las cortinas soltando un suspiro. Se quitó las sábanas de encima, viendo su cuerpo desnudo –a excepción del top negro–, con algunas marcas de mordidas y chupetones, más en las partes de sus muslos. Un sonrojo cubrió sus mejillas, y no tardó en tomar la camisa del pelirrojo que se había quedado en una esquina de la cama.

Se colocó la camisa que lo cubrió lo suficiente, sus pies tocaban el piso a una temperatura ambiente debido a la calefacción que les hacía olvidarse del frío del exterior.

Se levantó con cuidado de la cama, sintiendo un agudo dolor en sus caderas que recorrió sus piernas y espalda. Manteniéndose de pie e ignorando el ligero temblor de sus piernas, caminó hacia las ventanas y cerró la abertura en las cortinas, evitando el paso de luz y dejando la habitación en la oscuridad.

Regresó a la cama después de eso, se colocó las cobijas encima y se aferró al pelirrojo, escondiendo su rostro en su abdomen para intentar dormir nuevamente.

— Te amo... Violett... — Murmuró el pelirrojo mientras lo abrazaba con algo de fuerza de la cintura y lo acercaba más a él, sus ojos aún cerrados y sin querer abrirlos, sin querer despertarse completamente, al menos no todavía.

— Yo... también te amo, Cariño — Respondió con una pequeña sonrisa, acurrucándose más en su abdomen.

Pasaron los minutos luego de sus palabras, el ambiente se había hecho tranquilo y cálido, acogedor y sereno, la pareja de adolescentes estaban acurrucados en la cama con las cobijas cubriéndolos, listos para regresar nuevamente al mundo de los sueños hasta nuevo aviso... o al menos ese había sido su plan inicial antes de que la puerta fuera abierta.

La repentina luz que entró a la habitación junto con el leve rechinido de la puerta levantaron a ambos adolescentes, que miraron de manera instintiva a la puerta en busca del causante, sus cerebros apenas procesando la información.

Gakushū soltó un pequeño chillido debido a la sorpresa y vergüenza, tomando las sábanas para cubrirse hasta su abdomen debido a que los primeros botones de la camisa estaban abiertos y se podía observar el top negro. Karma por otro lado, sólo se mantuvo con algo de shock, se podría decir que era el más tranquilo de los tres.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora