En la ciudad subterránea (IV)

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Gjaki también se introdujo en los sueños de la vampiresa capturada, aunque no preguntó por quien estaba detrás. No quería arriesgarse a que muriera todavía, pues ello podía alertar a dicho enemigo.

No consiguió más información interesante, a excepción de que aquellos dos vampiros eran monstruos sanguinarios. Sentía un fuerte impulso de aniquilarlos.

–Hay más vampiros como estos, seis por los menos, seguramente más. Sus niveles están entre 60 y 90. Podría haber incluso alguno más poderoso. No quieren que nadie sepa que están aquí. Matarán a quienquiera que se acerque– informó la vampiresa.

–Bien, esas son las putas malas noticias. ¿Cuáles son las buenas?– preguntó Trelka, frunciendo el ceño.

–Las buenas son que sólo han mandado a esos dos, y ni se imaginan que pudieran ser capturados. El resto están en un edificio, reforzándolo. Los sapos están alrededor, vigilándolo.

–¿Cómo es el edificio?– preguntó Tica, quien ya había ganado un poco de confianza con la vampiresa.

–Tiene varias columnas, algunas de un material semitransparente. Las paredes son blancas y brillantes. Los techos y puertas más altos de lo normal. Los vampiros no tenían problemas para estar de pie– detalló lo que había visto en el sueño.

–Tiene que ser el palacio– afirmó Hila, que había leído sobre el edificio.

–También coincide con lo que vio la... hermana con alas– reafirmó Fita.

–Aparte de los sapos, ¿tienen más defensas?– preguntó Eldi.

–No estoy segura. Probablemente trampas y barreras. No será fácil entrar sin que nos detecten– avisó Gjaki.

–Quizás podríamos atraer a los sapos de alguna forma– sugirió Goldmi.

–Si sólo había dos putos vampiros, ¿podríamos hacerles creer que nos hemos dividido, y el otro grupo es el que ha llegado hasta su puta casa?– planteó una enana.

–Podríamos hacer caer parte del techo sobre el palacio. Parecería un desprendimiento. Sería una pena romperlo, pero ya lo arreglaremos– añadió Guto.

–Deben de tener alguna forma de llegar hasta la ciudad, seguramente portales. Tenemos que inutilizarlos– apuntó la vampiresa.

–Nos iría bien algún tipo de sellado espacial como el que utilizaron en la mazmorra los vampiros. ¿Tenéis o sabéis donde conseguir algo así?– preguntó Eldi.

Acercarse a escondidas y destruirlos podía ser difícil incluso para Gjaki. Probablemente, habría trampas, y no sabían dónde estaban.

–Quizás... Tendría que hablarlo con la Gran Sabia– dudó Trelka.

–Ves cuánto antes. Ten, aprieta cuando quieras que te vayamos a buscar– abrió Eldi un Portal, tras entregarle un extraño objeto cuadrado con un botón rojo.

–Supongamos que podemos aislarlos, ¿Cómo atacamos? ¿Empezamos con la Marabunta de Gjaki?– preguntó Goldmi.

–¿Qué es eso?– preguntó Tica, aunque pronto se arrepintió.

Decenas de pequeños bichos empezaron a trepar por ella, aunque sin hacerle ningún daño.

–¡¡Aaaaaah!! ¿¡Qué es eso!?– se asustó la aprendiz.

––Gjaki....–– le reprocharon a la vez Eldi y Goldmi.

–Ella quería saberlo... Vale, vale, sólo era una broma– los hizo desaparecer.

–¿Eso es la Marabunta?– preguntó Fita con curiosidad.

–Sí, pero muchos más. ¿Miles?– explicó el alto humano.

Tanto a enanos como a seres–topo, en especial a Tica, se les puso la piel de gallina. Aquellos seres tenían un aspecto extraño, y no parecían muy peligrosos, pero miles no era algo que quisieran experimentar.

–Podrían inutilizar las malditas trampas. Si piensan que son sólo una mierda de bichos, igual los distrae. Los enanos podemos entrar por una de las jodidas entradas. Luchando en formación, no les tememos– propuso uno de los enanos.

–Nosotros podemos provocar pequeños temblores y desprendimientos. Y apoyar a cualquiera de los grupos– se ofreció Fita.

–¿Cómo están las plantas? Has dicho que sentías algo– se interesó Gjaki.

–Débiles por ahora, pero deberían ser más fuertes cerca del palacio. Mi hermana ha visto un lago con bastante vegetación junto al palacio, una especie de jardín. Algunos sapos se esconden en el lago. Kraki dice que se encarga del agua– explicó la elfa.

–Vegetación en estas profundidades, es asombroso– elogió Eldi.

–Había muchas maravillas en aquel entonces, cuando todos los topos éramos uno, y los enanos nuestros hermanos. Quizás podamos recuperar la gloria del pasado– Guto expresó con esperanza.

–Ya ha acabado de montar la maqueta– los llamó Hila.

Frente a ella, había un modelo tridimensional del palacio hecho con arcilla. Había sido modelado a partir de los mapas de la ciudad que habían obtenido en la visita anterior, así como de textos antiguos. Puede que el edificio del palacio no fuera muy detallado, pero sí estaban marcadas las puertas y niveles.

Hacerlo manualmente en tan poco tiempo hubiera resultado imposible. Claro que, ¿por qué hacerlo manualmente cuando existe algo tan conveniente como la magia?

La mujer-topo que estaba junto a Hila era la mejor cartógrafa de su pueblo. Estaba especializada en crear ese tipo de modelos, aunque aquella era su obra más complicada hasta ahora. No era comparable La Gran Hermandad con su ciudad natal, o con los modelos de túneles que hacía habitualmente. Había sido todo un desafío.

–Estaríamos por aquí– señaló la cartógrafa al vacío–. Estos planos representan la separación de niveles. He marcado las puertas que conocemos, pero podría haber más, o podrían estar destruidas.

–Guau. ¡Qué pasada!– alabó Gjaki.

–Es impresionante– se unió Eldi.

–Es una obra de arte– lo miraba Goldmi con admiración

–¡Qué jodida maravilla! ¡Te tienes que venir unos días a Khaladok, nos vendría de puta madre!– pidió un enano.

–Se... Será un honor– respondió ella, un tanto abrumada por los halagos.

–Necesitamos exploradores para confirmar las entradas. Goldmi, ¿puedes encargarte de la parte de arriba?– pidió Gjaki.

–Claro. Me subiré a esa torre y dejaré a mi hermana en el agua– señaló Goldmi a una torre de vigilancia. Su hermana alada ya lo había sugerido desde el cielo de roca.

–Creo que podría entrar por aquí, en el segundo nivel. Necesitaré un poco de apoyo. Desprendimientos, temblores, agujeros, túneles...– miró Eldi a Fita.

–No hay problema– aseguró la mujer-topo.

–¿Los enanos por la entrada principal?– sugirió Gjaki.

–¡Ja, ja! ¡Eso será jodidamente perfecto! Cuando vayas a buscar a Trelka, háblales del plan. ¡Seguro que el idiota de Hortun se apunta! – pidió el enano –. Ninguna mierda de vampiro se colará, aunque sea tan fuerte como esos. Sin ánimos de ofender.

–Na, esos son una mierda de vampiros, además de jodidamente crueles– respondió la vampiresa, divertida, sin sentirse aludida.

–¡Ja, ja! ¡Tú sí que sabes hablar! ¡Casi pareces una jodida enana!– rio el enano

Cabe decir que no era la primera vez que Gjaki "hablaba enano". Lo había hecho varias veces durante el viaje, ganándose su simpatía. Le divertía, y tenía cierta práctica. No en vano, había algunos en la mansión.

–Bien, entonces, ¿deberíamos hacer algo parecido a la misión de la torre negra?– sugirió Goldmi, ignorando a enano y vampiresa.

–Estaba pensando lo mismo– sonrió Gjaki.

–Me lo temía– suspiró Eldi.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora