Emboscada (II)

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–¡Hermana!– gritó el vampiro, al ver que la montura de ésta perdía el control.

–¡Rápido! ¡Agárrame!– pidió ella, levantándose sobre el wívern para saltar.

Tenía una habilidad que podía amortiguar su caída, similar al Planear de Gjaki, así como experiencia suficiente para mantener el equilibrio.

–¡Vamos, salta!– apremió él, mientras creaba un escudo con el maná que le quedaba para protegerse de los ataques que pudieran volver a llegar por abajo.

Ella saltó, logrando agarrar la mano que él le tendía. Puso los pies sobre el wívern, mientras el de ella descendía sin control.

Apenas distinguió de reojo una fugaz sombra blanca. Había caído en Picado sobre ellos, desde arriba, donde no había protección. Cruzó el ala del reptil, lanzando Filos de Viento mientras lo hacía. Hubiera querido Crecer, rasgar el ala con sus garras, y atacar a los vampiros, pero querían evitar que fuera reconocida, que avisaran a quien estaba detrás de su existencia.

Dejó tras de ella un agujero en el ala, que incluía la articulación principal. Además, la había rasgado por múltiples puntos debido a sus ataques mágicos. Como una exhalación, desapareció sin que sus enemigos hubieran podido distinguir más que una sombra.

Chocó entonces contra el abdomen de la bestia alada, lejos de las miradas de sus jinetes, escondida bajo la parte intacta del ala. El golpe sacudió al wívern, haciendo perder el equilibrio a la vampiresa.

Por si fuera poco, el ave albina no se alejó después del golpe, sino que usó sus garras para aferrarse al reptil, y su poderoso pico para arrancar sus escamas y penetrar su dura piel. Incluso Creció un poco para llegar a más profundidad.

Eso provocó que su víctima se retorciera, amenazando con tirar a los vampiros, que apenas podían mantenerse sobre su montura. La vampiresa estaba agarrada a un ala, mientras que su hermano intentaba volver a la silla.

Demasiado ocupados con no caerse, no tenían tiempo de preocuparse de estar perdiendo altura, o de no poder añadir más protecciones.

El ave albina apareció junto a su hermana gracias a Siempre contigo, poco antes de que un nuevo bombardeo de hechizos alcanzara al reptil. De esa forma, evitaba ser también víctima de los ataques.

Esta vez, le dieron de pleno. La vampiresa, desprotegida en el ala, vio la mitad de su cuerpo desvanecerse. Le fue imposible gritar con su tráquea perforada, y apenas logró mantener la consciencia, antes de caer sin vida contra el suelo.

Su hermano salió mejor parado. El maltrecho cuerpo del reptil lo había protegido, pero estaba cayendo junto a su escudo de carne. Podía intentar saltar y salir de allí con su habilidad de vuelo, pero sería mucho más lento que el reptil, y un blanco fácil.

Así que decidió jugársela a saltar en el último momento, esperando que el impacto del wívern levantara polvo que ocultara su presencia, y huir de allí. La muerte de su hermana era desafortunada, pero él tenía que sobrevivir como fuera.

No era un mal plan, pero los Guardianes del Norte no iban a dejar la supervivencia de sus enemigos al azar. Por no hablar de que Goldmi estaba preparada, y de que la azor había vuelto a despegar.

De nuevo, todo tipo de hechizos golpearon sobre el cuerpo mutilado del fallecido reptil, esta vez incluso más fuertes. La distancia era menor, lo que hacía que perdieran menos poder, y daba la oportunidad a los de menor alcance.

Acabaron de destrozar el reptil, y no quedó rastro del vampiro.



–Uff, uff– respiró pesadamente el vampiro –. Estoy vivo...

Uno de sus brazos y una pierna habían sido vaporizados, pero había logrado contener las heridas, ya no sangraba. Había usado todo su poder para crear una membrana de maná a su alrededor, y se había dejado llevar por un destructivo hechizo, ocultándose en su estela. Había sido una acción desesperada, pero había logrado sobrevivir sacrificando un par de extremidades.

Se ocultó tras un grueso árbol corrompido, conteniendo su maná, completamente en silencio. Quería esperar antes de curar sus heridas, e intentar escapar de allí.

Cuando estuviera seguro, contactaría con su padre para que enviara ayuda. Por ahora, no quería invertir maná o habilidades de sangre que pudieran delatarle. En medio del miasma, podían ser muy llamativas.

–Al menos estoy a salvo– se consoló, justo antes de notar un fuerte pinchazo en el cuello.

Su brazo medio intacto fue inmovilizado, y todo su ser intimidado por la fuerza del Linaje. Se sintió aterrado ante una presencia comparable con la de su padre, pero que no era él.

En ese momento, se activó un hechizo oculto en su interior, que ni siquiera él sabía de su existencia, y que acabó con su vida en un instante.

–Me lo temía– lamentó Gjaki.

Lo había seguido, pues podía sentir la presencia del vampiro, de su sangre. Se había acercado con Oscuridad, y atacado por sorpresa. Lo había Mordido, Trastornado, tomado control de su sangre, e incluso intimidado con su Linaje.

Sin embargo, no había podido evitar la activación del hechizo, diseñado para sacrificarlo si corría el peligro de ser subyugado. Su padre no quería arriesgarse a que filtrara información.

No tuvo más remedio que volver con sus compañeros sin haber podido averiguar demasiado, a excepción de confirmar su sospecha principal. Por lo menos, se había asegurado de que su enemigo no sobreviviera.



–Era hijo de un vampiro ancestral. Probablemente, Kan Golge– reveló.

Con rostros muy serios, asintieron. Era la confirmación a muchas sospechas. De hecho, el anterior ataque a las marionetas disfrazadas de guardianas ya había puesto de manifiesto la conexión. Ahora, confirmaban que también la había con las sombras y la corrupción.

Junto con Cahldor, era su más temible enemigo. Probablemente, incluso más. Por mucho que supusieran que estaba herido, sólo podían desconfiar. Aquel vampiro había sobrevivido durante milenios, y era capaz de las más oscuras atrocidades.

Lo que no sabían era que, en aquellos momentos, dicho enemigo estaba destrozando su mesa de trabajo y un par de sillas. Sus hijos habían muerto, y de sus enemigos, sólo sabía que había Guardianes del Norte, ninguna información nueva.

Sólo la activación del hechizo le daba una pista. Lo había podido sentir, aunque no podía estar seguro de la razón. Lo único que sabía era que habían podido atrapar a su hijo vivo, lo cual no era fácil. Además, tenían los medios de amenazar con controlarlo.

La verdad es que no le daba mucha información. Quizás hubiera perdido el conocimiento o estuviera gravemente herido. No obstante, era toda la información que tenía, aparte de los informes inconexos de sus hijos en medio de la batalla.

Estaba casi seguro de que había alguien más aparte del grupo de guardianes, pero no sabía quiénes. Ni siquiera si habían llegado por casualidad, o todo había sido una maniobra deliberada. Había demasiado que no sabía, y no estaba acostumbrado a ello.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora