Infiltración (II)

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La lanza se estrelló contra Protección de las Sombras. El nivel del hechizo era muy superior al centauro corrompido, con lo que sólo podía soñar en romper las defensas, suponiendo que los perdidos sueñen. El problema era que sus ataques podían atraer la atención de los generales, si no lo habían hecho ya.

Así que, sin tiempo que perder, Eldi aprovechó que el centauro estaba retirando la lanza, preparando el siguiente ataque. En ese momento de indefensión, le Rebanó el cuello, separándolo del resto del cuerpo.

Dejó caer el hacha para empuñar una lanza, y atravesar con Jabalina a uno de los que venía. Inmediatamente, empuñó el martillo. Con Casi Thor, salió volando hacia los otros centauros que se acercaban, golpeando a uno de ellos.

Con Culata, el mango del martillo noqueó a otro, e inmediatamente movió el arma en círculo con Apartad, lanzándolos a todos a unos pocos metros.

Aterrizó sobre uno de estos tras Terremoto, aplastando su cráneo. Guardó entonces el martillo para recoger el hacha que su asistente le traía. Espero unos segundos a que sus enemigos se abalanzaran sobre él para Despedezarlos. La habilidad ataca lo que haya enfrente, es decir, tres centauros corrompidos.

Con otra Jabalina, remató al que tenía una ya clavada. La lanza anterior lo había atravesado y anclado al suelo. A pesar de sus esfuerzos, no había podido moverse, y la segunda lanza lo remató.

Quedaban dos en su lado, que recibieron sendas Bolas de Fuego, incinerándolos. El nivel de aquellos centauros estaba alrededor de 65, por lo que los ataques de un nivel 100 no habían encontrado apenas resistencia.

Al otro lado, cierta drelfa estaba extendiendo sus dedos, que se habían alargado como ramas. Si bien no podía usar allí el poder de la naturaleza, ya que no existía alrededor, sí que tenía la suya propia.

Lo mejor de la habilidad no era que retenía a sus enemigos, sino que aquellas ramas formaban parte de ella. Podía lanzar hechizo a través de dichas ramas. Así, los últimos centauros corrompidos fueron cercenados por varias Cuchillas de Agua.

Eldi se acercó al refugio de sombras e hizo una señal, ya que no podía volver a entrar sin el permiso expreso de Gjaki. Menxilya salió inmediatamente, mirándolo con curiosidad.

–¿Ya está?– preguntó, sorprendida.

A pesar de ser medio profetisa, no controlaba su poder. Le era difícil evaluar la diferencia de nivel, sobre a todo a través de Protección de las Sombras. Además, los enemigos eran bastantes más.

–Sí. Vamos, sube. Tenemos que alcanzarlas– la apremió Eldi, agachándose para que la niña subiera a su espalda.

Ella lo hizo de un salto, y lo agarró del cuello. Eldi se levantó y partió de inmediato, seguido de Maldoa. No era buena idea separarse demasiado rato de sus compañeras. Ellas habían salido en otra dirección, pues tenían que actuar rápido. Ahora, era indispensable llegar hasta ellas cuánto antes.



–¡Hay algo al sur!– se giró hacia allí una de las sombras, aunque le era imposible ver nada desde esa distancia.

–¡Otra vez no! ¡Siempre igual cuando tengo ventaja! ¡Ríndete si quieres que me lo crea!– exigió la otra.

Acababan de empezar una nueva batalla, y la primera sombra había elegido un perdido que estaba en desventaja con el de la segunda. En una ocasión anterior, había conseguido desviar la atención con una excusa similar, y aprovechado para enviar a su ser corrompido a explorar.

De esa forma, había logrado anular el encuentro, para irritación de su adversario. Desde entonces, lo había intentado al menos cuatro veces más, sin éxito.

–¡Esta vez es de verdad!– aseguró la primera sombra.

–Sí, sí. Pues ríndete, y vamos a verlo– no cedió la segunda.

La primera dudó. No le gustaba perder, pero padre podía enfadarse si no prestaba atención a los avisos. El enfado de padre era peor que perder.

–Está bien. Pero si hay algo, lo anulamos– exigió.

–Vale, vale, de acuerdo– asintió la otra, tras unos segundos pensándoselo.

Se disponían investigar la situación, cuando una figura apareció en la distancia, alzándose sobre los árboles. Ambos se la quedaron mirando, confusos por un instante, pero enseguida reaccionaron.

–¡Un vivo! ¡Atacad!– ordenó a sus perdidos voladores.

–¡Un hada!– exclamó con miedo y odio la otra sombra, al sentir un aura en esa misma dirección.

Eso fue lo último que pudieron decir. Dos Flecha de Luz atravesaron sus cuerpos incorpóreos, fulminándolos.



Mientras Eldi y Maldoa se encargaban de los centauros, elfa, lince y vampiresa corrían en la dirección de las sombras, con una kraken y un hada entre las ropas de la primera. No tenían mucho tiempo, tenían que actuar antes de que fuera demasiado tarde.

Sin dejar de correr, Goldmi disparó tres flechas a la vez para crear una Trampa de Luz alrededor de dos perdidos, que se estaban levantando para recibir a los vivos que habían osado entrar en sus dominios.

La lince se desvió hacia la izquierda para interceptar un antílope lanudo corrompido que pretendía Embestir contra ellas. Saltó sobre él y lo Despedazó. La diferencia de nivel y su condición de presa sin instintos lo hacía muy vulnerable, lo que se demostró al sucumbir en segundos. Sin recrearse, la felina dio media vuelta para alcanzar a su hermana.

Otros tres perdidos fueron recibidos por sendos Mastines de Sangre. La vampiresa podía deshacerse de ellos con facilidad en lugar de malgastar maná, pero no podían permitirse perder ni un segundo. Si las sombras ordenaban a todos los perdidos que los atacaran, estarían en un serio problema

Otros dos fueron abatidos por flechas con Toque Purificador y Flecha Penetrante, que la arquera disparó de tres en tres con Tres mejor que una, sin detenerse ni un instante.

–¡Aquí es suficiente!– avisó la arquera, que contaba con la ayuda de su hermana alada para medir la distancia.

Gjaki dio un par de pasos más, se detuvo, se agachó y puso ambas manos juntas casi en el suelo. Su amiga saltó sobre esas manos, momento en que la vampiresa saltó con Sangre a los Pies, llevándose a su amiga con ella. Unido a Sobrecarga Sanguínea y Presión Sanguínea, se elevó a una altura considerable. Inmediatamente, lanzó a la elfa hacia el cielo, elevándola por encima del bosque corrompido.

Goldmi salió catapultada hacia arriba, mientras centraba toda su atención en el punto señalado por la azor. Con Ojo de Halcón, rebautizado por exigencia de cierta ave albina a Ojo de Azor, encontró a los dos generales, que miraron hacia ella atónitos. Sin dudarlo, disparó contra ellos.

–Tía Omi, ya no están– aseguró Pikshbxgra entre las ropas un momento después.

Al hada no parecía preocuparle que estuvieran volando. Había liberado parte de su aura para tener a las sombras bajo control, y atacarlas si escapaban. No obstante, esta vez no fue necesario.

–Muchos pájaros van hacia ti– avisó la azor de repente.

–Esto va a ser complicado– se preocupó la arquera.

Estaba viendo la escena de las aves corrompidas despegando a través de su hermana. Aún estaba en el aire, casi habiendo llegado al punto más alto, desde el que empezaría a caer.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora