Vórtice (II)

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Los hechizos de purificación eran efectivos contra el miasma. Sin embargo, el continuo paso del maná corrompido los desgastaba en apenas unos instantes. Incluso hechizos como Muro de Roca no duraban demasiado, siendo el maná que contenían abrumado por la cantidad de miasma que lo avasallaba.

Finalmente, Eldi creo un agujero ejecutando Poder del Topo varias veces. Se refugiaron dentro, huyendo así del azote del miasma. Seguía pasando sobre sus cabezas, pero ya no estaban en medio.

Es cierto que el miasma que impregnaba la tierra también iba moviéndose, dirigiéndose al vórtice en el que se había convertido Kan Golge, pero la cantidad era mucho menor. Con Tierra Consagrada, y Prestando Maná, a la elfa podían manejarlo por el momento.

Protección de las Sombras resistió un buen rato, protegiéndolos, ya que la magia de oscuridad tenía cierta similitud al miasma. Éste no atacaba directamente, pero se acumulaba. Cuando finalmente lo rompió, una gran cantidad a la vez los atravesó.

Tras superar el problema gracias a un Pilar de Luz, decidieron no volverlo a intentar. Simplemente, tenían que aguantar con consecutivas Tierras Consagradas.

Lince, kraken y azor también le dieron su maná a su hermana con Vínculo de Maná, pero aquello no parecía tener fin. El miasma viajaba desde lejos para acudir a la llamada y, aunque fuera menor bajo tierra, seguía siendo mucho.

No sabían cuánto iba a durar, pero la información que obtenían de la azor no era esperanzadora. El vórtice de miasma no perdía fuerza, y olas de miasma seguían aproximándose en todas direcciones.

El maná se iba agotando, y no era fácil restaurarlo. Los cristales de maná que usaban para hacerlo en medio del miasma apenas eran suficientes para compensar el consumo, y se acabarían si la situación se alargaba demasiado. Todo indicaba que podía durar días.

Por si fuera poco, de vez en cuando aparecían perdidos subterráneos, cuyo poder había aumentado dado la acumulación de miasma. Si bien no era difícil deshacerse de ellos, traían más miasma y desestabilizaban la Tierra Consagrada.

Por suerte, el ejército de perdidos y las sombras estaban demasiado ocupados frente al vórtice, además de que el miasma ocultaba su aura. Había demasiado como para detectar a los vivos. No obstante, se estaba acumulando un gran número de enemigos.

–¿Qué podemos hacer? No aguantaremos mucho así– se preocupó la elfa.

–Aún nos quedan tres proyectiles purificadores. Quizás pueda hacer que se disperse su poder poco a poco. Si es que no explotan– propuso Eldi.

No quería intentarlo si no era como última opción. No estaba seguro de poder evitar la explosión, de la que no saldrían indemnes.

–No puedo detenerlo como la primera vez. Quizás pueda absorberlo– se ofreció Gjaki.

–¡Ni hablar! ¡No sabemos qué podría pasarte!– se negó la elfa.

–Pero algo que tenemos que hacer– protestó la vampiresa.

–Quizás...– quiso decir Eldi.

–¡Callad un momento!– ordenó Goldmi.

Tanto sus hermanas como sus dos compañeros la miraron extrañados. No era una reacción habitual en ella, ni siquiera bajo estrés. Aunque aún más extraño fue lo que hizo a continuación.

Cerró los ojos, y expandió su aura. No sólo había purificación, sino un aura de vida, similar a la de Maldoa, aunque más débil.

–¿Qué está haciendo?– preguntó Gjaki, extrañada.

–Ni idea– reconoció el alto humano.

Se la quedaron mirando, confusos, hasta que una sonrisa se dibujó en el rostro de su amiga.

–Maldoa lo ha conseguido. Han llegado los refuerzos– les informó, sin abrir los ojos.

Necesitaba toda su concentración para llamarlas. Su aura estaba sirviendo de baliza para ser encontrada. Después, debía guiarlas a lo que se había convertido el centro de miasma. Seguía sin poder hablar con ellas, pero ellas sí podían leer sus sensaciones.

–¿Refuerzos? ¡No me digas qué...!– se asombró la guerrera de sangre.

Pero no hizo falta responder a la pregunta. Por un momento, les pareció que el aura de su amiga se intensificaba enormemente, pero pronto se dieron cuenta de que no era ella.

Raíces aparecieron en su refugio, lo cruzaron, y se volvieron a introducir en la tierra, en la dirección de Kan Golge. El aura que emanaba de ellas era intensa, pero también cálida, agradable. El miasma simplemente desaparecía a su alrededor, purificado.

–Amigas dríadas– sonrió el hada, saliendo de su escondite y sentándose sobre la enorme raíz, que no eran sino muchas entrelazadas.

Pikshbxgra puso sus pequeñas manos sobre ella, añadiendo así un poco de su poder. Con fluidez, se mezcló naturalmente con el de las dríadas, con armonía. De alguna forma, estaban salvados, por ahora.



–Algo sale de la tierra– informó la azor un poco después.

El ave albina podía ver como algo similar a ramas aparecían, rodeando a Kan Golge, emitiendo una aura pura que contrastaba con la del miasma.

Como poseídos, los perdidos embistieron contra esas ramas, destrozándolas. Pero más y más salían sin parar, purificando su entorno, entrelazándose entre ellas, ganando robustez. Los seres corrompidos seguían atacándolas, habiéndose apoderado de ellos un frenesí destructivo. Al cabo de un rato, apenas lograban destruir la capa exterior, que pronto era substituida.

Las sombras no sabían qué hacer. Sus subordinados se habían escapado de su control, y aquella aura los aterraba tanto como los atraía. Algunas incluso dispararon su Rayo de la Muerte, pero no importaba lo que destruyeran, se volvía a regenerar.

El miasma seguía también llegando sin parar, y sin parar era purificado por esas ramas, que crecían más y más gruesas, e incluso estaban brotando hojas de ellas. No eran muy resistentes, pero no dejaban de brotar, y purificaban el maná corrupto con mayor eficiencia.

–Es increíble. Hay un camino purificado. Incluso salen plantas– se asombró el ave albina.

Era sobre todo evidente en las cercanías de la Fuente de la que habían salido. De ella, el brillo era más fuerte, y la vegetación se hacía más densa por momentos a su alrededor. Poco a poco, iba avanzando por ese sendero de poder.

Sin duda, era tan sólo una minúscula parte del Bosque Perdido, pero también era un desafío contra el miasma y la corrupción que había predominado hasta entonces. A pesar del miasma, la vida estaba volviendo a brotar desde las Fuentes y los Orígenes, empujada por el poder canalizado por las dríadas desde todo el continente.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora