Travesía peligrosa (II)

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Maldoa no estaba segura de si aquello era divertido o escalofriante. Circulaban por aquel túnel a más velocidad de la que había imaginado, mucho más de que si hubiera estado tirado por velocirraptores moteados.

Cada uno de los baches o desniveles hacía temblar o saltar al coche-carruaje, y su estructura crujía como si fuera a romperse en cualquier momento.

Por suerte, no había curvas pronunciadas, y los perdidos se incorporaban demasiado tarde como para atacar a los vivos. Aunque claro, siempre había la posibilidad de encontrar uno en medio del camino, como una enorme serpiente negruzca de varios metros de longitud.

–¡Goldmi, rampa!– pidió la vampiresa, entusiasmada.

No cabía duda de que se estaba divirtiendo, a pesar del peligro que parecían estar corriendo. Aunque, en realidad, el peligro era más bien escaso. Tenían múltiples técnicas de defensa, y un Colchón de la elfa o Ingravidez del alto humano suavizaría una eventual caída.

La arquera reaccionó con rapidez. Su visión era limitada en la oscuridad del túnel, por lo que no era posible confiar en Ojo de Azor. No obstante, estaba atenta a una posible eventualidad, especialmente una de ese tipo, iluminada ahora por los faros de maná.

Haciendo un uso no muy ortodoxo de Escalera de Viento, colocó varios escalones torcidos, formando una rampa por la que subió el vehículo. Salió volando por encima de la serpiente, ayudado por Ingravidez para mantenerse más tiempo en el aire, y para aterrizar con suavidad.

–Ja, ja, ja. ¡Es increíble!– se asombró Menxilya, que sin duda lo estaba disfrutando.

–Quien me mandó venir con estos locos– se quejó Maldoa, cogiéndose fuertemente a los agarres.

La verdad es que se quejaba por quejarse. Para alguien de su nivel, un accidente a esa velocidad no era una amenaza. Por no hablar de que lo encontraba asombroso, y había tenido que reprimir una carcajada como la de la niña.

–El problema es la conductora. Es demasiado novata– bromeó Eldi.

–Si hubieras visto las primeras pruebas, ni hubieras subido. Tengo grabado cuando se estampó contra un árbol y salió volando. Te lo enseñaré cuando volvamos– se burló también la elfa.

–¡Fue un accidente! ¡Líneas Gjaki es la línea de coches más segura de todo Jorgaldur!– aseguró la vampiresa.

–Y la única– rio Eldi.



Siguieron así durante un largo trayecto, mientras Eldi hacía planes para crear algún tipo de amortiguador. A pesar de los suaves asientos y las inscripciones, los baches y rugosidad del terreno resultaban molestos.

–¡Parada de emergencia!– exclamó de repente la vampiresa.

Apenas tardaron un segundo en reaccionar. Maldoa se encargó de coger a la niña, saltó de su asiento y abrió su Paracaídas para frenar.

La lince Saltó hacia atrás, consiguiendo así reducir la velocidad. Se dio media vuelta en el aire, y aterrizó sin poder dejar de correr a gran velocidad para evitar tropezar. Necesitó unos cuantos metros para acabar de detenerse.

Su hermana alada simplemente alzó el vuelo y controló su trayectoria con facilidad. Aquella velocidad no era nada para ella.

Goldmi confió en Flotar y Golpe de Viento para controlar su rumbo. Algunos escalones de viento también le fueron útiles.

Eldi estuvo tentado de activar Inexpugnable y rodar por el suelo. Al final, con Ingravidez y un hacha haciendo de ancla fue suficiente para detenerse.

En cuanto a Gjaki, Planear impedía que cayera al suelo, pero no reducía su velocidad. Sin embargo, había preparado Telekinesis para controlarla, que fue suficiente para que el impacto contra la pared apenas fuera el equivalente a una caída de unos diez metros. Nada para ella.

En lo que respecta al coche, había sido guardado en el inventario, así que se libró de estrellarse contra la pared de roca que marcaba el final del camino. Era un procedimiento que habían aprendido a controlar, dado que reconstruirlo resultaba engorroso.

–¡Ja, ja, ja! ¡Ha sido emocionante! ¿Verdad Menxi?–se acercó la vampiresa, alzando su palma.

–¡Sí! ¿Lo haremos otra vez?– pidió ella, chocando su pequeña mano contra la de Gjaki.

–¡Claro! Si convencemos a Eldi, podría hacerte uno– propuso la guerrera de sangre.

–¿¡De verdad!?– se entusiasmó ella, mirando al alto humano con ojos vidriosos.

–Ya veremos. Por ahora, tenemos muchas cosas que hacer– quiso escaparse éste.

–No te preocupes. Tiene que hacer unos para mis hijas. Te invitaremos– aseguró la elfa, ante la gratitud de Menxilya.

Lo cierto es que ninguno de ellos sabían qué iba a pasar en aquella misión o con la niña púrpura. No obstante, era mejor pensar en que podrían regresar a sus vidas que preocuparse de lo contrario.

–¡Vale!– exclamó la niña.

–Tengo que reconocer que hemos ganado tiempo, aunque haya sido un tanto ajetreado. ¿Cómo salimos de aquí ahora?– preguntó la dríada.

El túnel finalizaba allí abruptamente. No era un desprendimiento, sino la roca que no había sido excavada.

–Esto era un túnel comercial. Debe de haber algo grande, algún tipo de rampa. ¿Gjaki, has visto algo?– preguntó la elfa, que había explorado algo parecido en el pasado. Su amiga tenía Visión Nocturna.

–Creo que sí, un poco antes. Vamos, saca el coche– pidió ésta.

–Caminando. Ya te has divertido bastante– se negó Eldi.

–Caminando– ratificó Maldoa.

–Caminando– se sumó Goldmi.

–Aguafiestas– protestó la vampiresa, a regañadientes.

–Aguafiestas– la imitó Menxilya.

Así que desandaron la última parte del camino que habían recorrido sobre el vehículo, esta vez con lámparas que iluminaban sus alrededores. Eso atrajo a algunos perdidos, pero la lince fue suficiente para hacerse cargo de ellos.

–Quiero estirar un poco– le había dicho a su hermana, antes de adelantarse.

Dado que tenía visión nocturna y los superaba ampliamente en nivel, apenas fue un aperitivo.

Al cabo de unos minutos, llegaron hasta una zona del túnel un poco más amplia, que parecía un enorme cilindro hueco atravesado por debajo por el propio túnel. Estaba demasiado oscuro para ver qué había más arriba, pero era evidente que estaban bajo un enorme agujero.

Una ancha rampa empezaba a sus pies. Excavada en la roca, recorría el cilindro, subiendo por él en espiral.

–Esto sería perfecto para...– quiso proponer Gjaki, antes de ser interrumpida.

–––¡¡No!!––– se negaron sus compañeros.

–Aguafiestas– se volvió a quejar.

–Aguafiestas– la volvió a imitar Menxilya.

El carro-coche tendría que esperar. Por ahora, esperaron a que la azor ascendiera e inspeccionara el terreno.

–Está bloqueado arriba– informó a su hermana, quien transmitió dicha información a sus compañeros.

–No hay problema. Les pedí prestado a los enanos uno de sus juguetes– aseguró Eldi, deseando probarlo.

–Yo no puedo con el coche, pero tú sí con el sacacorchos– se quejó Gjaki, aparentando estar enfurruñada.

Todos se rieron. Tenía parte de razón, pues el alto humano quería usar tanto el artefacto enano como la vampiresa el coche. No obstante, el sacacorchos era ahora necesario, y ella ya había disfrutado de su juguete.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora