Infiltración (IV)

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Gjaki se volvió para encargarse de otros tres que llegaban por detrás, cuando una Bola de Fuego los engulló. La siguieron tres lanzas con Jabalina, atravesándolos por detrás.

Otros perdidos un poco más retrasados tropezaron con unas ramas salidas de la nada, que se enrollaron en sus patas delanteras. Unas Cuchillas de Agua los cortaron con facilidad desde abajo.

–¡Ya era hora!– se alegró de ver a la drelfa y a Eldi con la niña –Venid por el otro lado del árbol.

–¿Hilos?– se preguntó él en voz alta.

Aunque no esperó respuesta antes de hacerle caso. Dejó tras de sí un Muro de Hielo, para retener a los que intentaran pasar por la zona libre de hilos o trampas. Inmediatamente, puso unos pocos más donde su compañera le indicaba.

Sobre su espalda, Menxilya observaba con curiosidad. Era sorprendente que una niña no estuviera asustada ante lo que estaba viviendo, aunque también es cierto que aquella niña era un caso un tanto especial.

Por una parte, había vivido experiencias peores durante su huida, decenas de años atrás. Por la otra, su edad real era de más de cien años, a pesar de que seguía pareciendo y actuando como una niña. Al menos, en la mayoría de ocasiones.

No obstante, su presencia allí imposibilitaba a Eldi luchar cuerpo a cuerpo. Si bien estaba protegida por varios encantamientos, incluidos ¿Proyectiles a mí?, ¿Magia a mí? o Proteger, resultaba demasiado peligroso para ella.

El plan inicial era esconderla en alguno de los refugios cuando lucharan, pero no era viable en la situación actual. Su prioridad era salir de allí cuanto antes.

Por ahora, lanzó varias Bolas de Fuego hacia el cielo, que pasaron rozando a Goldmi, y explotaron sobre sus perseguidores. Ésta estaba bajando a gran velocidad, sin dejar de dispararles.

La elfa creo un segundo Agujero Negro, comprometiendo sus reservas de maná. Sólo entonces frenó gracias a Flotar, aunque acabó cayendo a una velocidad que hubiera roto ambas piernas a una persona normal.

–Uff...– se quejó al aterrizar.

Por suerte para ella, era nivel 100, aunque no por ello dejó de lanzar una Curación Básica inmediatamente.

–¡Conmigo! ¡Lanzo Noche y me seguís!– avisó Gjaki.

Todos se reunieron rápidamente, mientras el alto humano creaba un Escudo De Roca para añadir una capa de protección, y darles más tiempo. Entonces, se hizo la Noche.

De repente, la mayoría de los perdidos perdió a sus objetivos de vista, a excepción de unos pocos que tenían visión nocturna. No obstante, no eran muchos, y eran blanco fácil para los compañeros.

Goldmi les disparaba, priorizando los alados. Apuntaba a través de los ojos de la lince con Vínculo Visual, ya que ésta podía ver en la noche. Le prestaba su visión mientras su hermana cabalgaba sobre su lomo.

Gjaki, que tenía Visión Nocturna, enviaba Mastines de Sangre contra los que se acercaban, manteniéndolos a raya. Aunque los dejaba pasar si venían directos hacia ella, para eliminarlos ella misma.

Para Eldi, era algo más complicado. Agudizar Sentidos le permitía hacerse una idea de dónde estaban los enemigos, por dónde se acercaban. El problema era que le faltaba precisión.

Se limitaba a colocar algunos Muros de Tierra, pues ahora, lo que necesitaban era retenerlos y escapar.

La drelfa tampoco lo pasaba muy bien. Podía ver perfectamente por la noche a través de las plantas, pero allí no había plantas con las que sincronizarse. Así que estaba sujeta a la elfa, también subida sobre la lince.

Caminaron hasta el borde del hechizo, momento en el que la vampiresa se detuvo e invocó Protección de las Sombras, con todos dentro a excepción de la azor.

Ésta seguía en el cielo, enfrentándose a los perdidos aéreos. Aunque eran muchos, no tenían ni el nivel, ni la velocidad, ni la habilidad del ave albina. Si bien podía ir junto a su hermana en cualquier momento a través de Siempre contigo, lo cierto es que estaba disfrutando de una batalla aérea de una contra cientos.

Por supuesto, no atacaba a todos a la vez, sino que volaba con rapidez hasta que encontraba una presa suficientemente apartada de los demás. Entonces, iba a por ella, preferiblemente cayendo en Picado y Chocando contra ella.

A veces, alternaba Crecer para embestir a enemigos más grandes. También estaba la táctica con Eslalon, es decir, volar entre ellos si no estaban muy juntos, y lanzarles Filos de Viento antes de Chocar contra el más retrasado.



–Esto ha sido un poco estresante. ¡Pero divertido, ja, ja!– se dejó caer la vampiresa al suelo.

–Mejor si no lo repetimos– se bajó la elfa de su hermana. Ser la diana de tantos perdidos no había sido una experiencia agradable.

–Ha sido peligroso, pero hay dos de esas cosas menos. ¿Estás bien?– le preguntó Eldi a Menxilya, agachándose para dejarla bajar.

–¡Sí! ¡Ha sido increíble!– estaba entusiasmada la niña.

Había estado callada sobre Eldi, pero mirando a todos lados. Si bien ella misma los había elegido, verlos en acción era diferente.

–Estos niños de hoy...– suspiró la drelfa –¿Comemos algo?

–Claro. ¿Qué queréis?– ofreció Goldmi.

Necesitaban recuperar el maná, así que era un buen momento para una pausa. Estaban rodeados de miasma y perdidos, pero protegidos dentro del hechizo.

No tardaron en purificar la zona dentro de Protección de las Sombras. Además, la elfa había creado un Oasis, y habían sacado unos cristales de maná para aumentar la densidad.

Generalmente, no era necesario, pero la zona era de bajo nivel, y estaba llena de miasma. Por ello, debían recurrir a métodos especiales para tener la afluencia de maná que requerían.

–¡Chocolate!– pidió Menxilya.

–De acuerdo, pero será de postre. Primero, ¿qué tal una pizza con mucho tomate púrpura? Sugirió la cocinera.

–¡Bien!– exclamó la niña. Le encantaba.

–Yo también me apunto– añadió la vampiresa.

–¿A la pizza o al chocolate?

–¡A los dos!

–Pues no es mala idea. Yo...– se iba a apuntar también Maldoa, pero se calló de golpe.

Raíces salieron de sus piernas, penetrando la tierra corrompida. Le resultaba desagradable, pero podía lidiar con las consecuencias. Era más importante verificar lo que había sentido. Apenas había sido un suspiro, un instante, pero estaba segura de no haberlo imaginado.

Todos se la quedaron mirando en silencio, esperando. La drelfa había cerrado los ojos, concentrándose en sus sentidos, y luchando a la vez contra la corrupción que amenazaba con entrar a través de las raíces.

Finalmente, tras una larga espera, abrió los ojos, y cortó de un gesto sus raíces. Normalmente, las hubiera reabsorbido, pero la corrupción había hecho mella en ellas. Tendría que regenerarlas, pero aquello carecía de importancia en aquel momento.

–Hay un Origen– reveló, con los ojos brillándole, visiblemente emocionada.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora