Conexión

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–Por lo que me contáis, no me extraña que despertara– dijo Maldoa.

–¿Por qué?– le preguntó Goldmi con curiosidad.

Estaban hablando ellas dos de lo que había pasado con la centaura corrompida. El resto, estaban demasiado ocupados comiendo, sin contar a Eldi. La drelfa le había dado permiso para recoger los ingredientes que quisiera, pero sólo una tercera parte de cada como máximo. Así que estaba inspeccionando las plantas minuciosamente, y su asistenta recogiendo lo que le habían permitido.

–No hay perdidos tan inteligentes. O no se convirtieron, o acabaron con sus vidas hace tiempo. El general debía de estar suprimiéndola de alguna forma. Dado que lo matamos, ya no la podía suprimir más. Seguramente, el contacto con mi aura desencadenó su despertar, aunque hubiera sucedido tarde o temprano– explicó la drelfa.

–Ya veo– asintió la elfa, mientras daba unos sorbos a una bebida caliente.

Se hacía de forma similar a un té, aunque las hojas que se añadían en la infusión eran muy diferentes. Tenía un sabor un tanto amargo, por lo que a las gemelas se la tenía que dar con miel. Querían tomarla como sus padres, pero no aguantaban el amargor. A su marido le gustaba una versión incluso más amarga. Suspiró. No podía dejar de pensar en ellos.

–¿Qué tal... ñam... esa cosa? Ñam– preguntó Gjaki.

Se estaba comiendo el tercer gofre, esta vez de una mermelada verdosa. Le encantaban, y cierta niña estaba de acuerdo. Menxilya iba por el segundo, ya que comía más despacio que la vampiresa.

De hecho, cierta hada también había querido probarlos. Había sido extraño, pues nunca antes la habían visto comer, aunque sí a alguna otra hada.

Al final, había dejado el gofre intacto, pero se había comido toda la mermelada. Por alguna razón, le gustaba, y era la primera vez que sucedía. De hecho, la elfa le mostró otras mermeladas, pero sólo quería esa, ni siquiera los ingredientes por separado.

Tras algunos experimentos, Goldmi consiguió un producto más conveniente, y que a Pikshbxgra incluso le entusiasmó. Eran unos palos de caramelo, donde el caramelo no era sino la mermelada endurecida y caramelizada. La había cocido más rato para quitarle agua, añadido más azúcar, e introducido una común estructura de maná para darle solidez. Común para los maestros cocineros, claro.

Ahora, el hada estaba flotando alrededor de Eldi, mirándolo con curiosidad, y lamiendo su caramelo. Incluso le ofreció un poco al hada cibernética, pero ésta la ignoró.

Siguió observando a ésta y a Eldi, hasta que la drelfa se levantó. Entonces, la siguió. Tenía curiosidad por lo que iba a hacer.



Maldoa no sólo había descansado y comido, sino que se había regenerado con la ayuda de la naturaleza de la Fuente. Sus raíces se habían nutrido en la tierra, eliminando todas las impurezas y daño ocasionado por la corrupción. Volvía a estar en perfectas condiciones.

Se acercó a la estructura de plantas. Diferentes especies se entrelazaban, intercalándose sus formas y auras en un intrincado puzzle. Parecía no tener ningún sentido, aunque los patrones no podían ser casuales.

Ella extendió de nuevo sus raíces, uniéndose temporalmente a cada una de las diferentes plantas. Era imprescindible hablar con ellas para activar aquella extraña formación.

Luego, las imbuyó con su maná, con diferentes cantidades y frecuencias según los requerimientos que le habían transmitido las propias plantas. Sin duda, alguien incapaz de comunicarse con ellas nunca podría activarla, aunque tuviera todo el tiempo del mundo.

No es que la cogiera por sorpresa, pero el resultado la decepcionó. Las conexiones estaban rotas, lo que hacía de aquel lugar un callejón sin salida.

Habían perdido el tiempo, lo que los ponía en un aprieto. No sería fácil llegar sin ser vistos sin la ayuda de aquellas formaciones, lo que ponía su misión en peligro. Quizás, habían confiado demasiado en las profecías de la niña.

No quería rendirse aún, pero no sabía qué más podía hacer. No le quedaba otra que desconectarse y comunicarles las malas noticias a sus compañeros.

–Zshgarr Greeddggg

Aquellos sonidos llegaron de repente a través de las plantas. No los entendía, pero no era eso lo más importante. Desde que había llegado a la Fuente, era la primera vez que no había sólo silencio.

Se puso a escuchar con atención, esperanza y expectación, a la vez que volvía a comprobar las conexiones. No entendía cómo podía haber llegado algo hasta allí.

Todas estaban rotas. Algunas habían sido lo suficientemente fuertes, o habían tenido la suerte, de sobrevivir parcialmente, llegando a una mayor distancia antes de romperse. Pero ninguna conectaba con nada.

–Zshagrgy GAlkksgussieen– volvió a percibir.

Esta vez, pudo determinar de donde venía el mensaje, era una de las conexiones. Estaba rota, pero algo llegaba de todas formas. Sin dudar, vertió su maná en aquella raíz, reforzándola, expandiéndola.

Toda su concentración estaba en lo que llegaba por allí, sobre todo, de dónde. Hacia allí hizo crecer dicha raíz, que había logrado mantenerse parcialmente intacta a pesar de la corrupción. Su maná dirigía el crecimiento, a la vez que la curaba y reforzaba, a la vez que intentaba transmitir. Cada vez, el mensaje era más claro.

Finalmente, logró tocar otra raíz, que también había crecido hacia la suya. En cuando lo hicieron, se entrelazaron con fuerza. Un aura pura y poderosa entró en contacto con la suya, expresando su alegría, su entusiasmo.

–¿Hay alguien? ¡Sí! ¡Tú eres Maldoa! ¡Moslina me despertó y me lo contó todo! ¿¡Dónde estás!? ¡Ah! ¡En una de esas Fuentes! ¿Qué haces ahí? ¡Me alegra verte! ¿Cómo está tu madre?– escuchó esta vez claramente la voz de una dríada.

A pesar de que no callaba, la drelfa sonrió. Podía entender perfectamente sus sentimientos, después de estar años aislada e hibernando. Lo mismo le había pasado a Moslina.

–¿Y tú eres?– le preguntó.

–¡Ah! ¡No me he presentado! ¿En qué estaría pensando? ¡Soy Ginesla! ¡Encantada de conocerte! ¿Están los otros contigo? ¡Déjame ver! ¡Sí, sí! ¡De verdad ha venido también un hada! ¡Qué pena que no podáis venir! ¡Moslina me ha contado que la comida está buenísima!

Maldoa no pudo dejar de hablar con la dríada durante un buen rato. De hecho, Moslina también se unió, e incluso una tercera dríada llamada Tulipna. Era una gran noticia que hubiera encontrado otras dos, y todas ellas estaban buscando a más. Si estaban vivas, sin duda lograrían contactar con ellas.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora