Ataque coordinado (VI)

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Goldmi se sentía un tanto extraña luchando sin sus hermanas. Estaba acostumbrada a tenerlas junto a ella, por lo que ahora se sentía un tanto sola. La azor estaba vigilando el exterior, la lince estaba con Gjaki, y la kraken en el lago.

–No hay trampas dentro. Mmmm. Deben de estar escondidos cerca– se dijo.

Aquella planta de palacio estaba abierta al jardín, y se filtraba luz que la elfa no sabía muy bien de dónde venía. Eso había hecho que algunas hierbas crecieran entre las paredes y el suelo del palacio, hierbas en las que se podía aplicar Rastrear. La memoria de las plantas le mostró que habían pasado hace poco por allí más que sapos.

El largo pasillo que tenía por delante estaba flanqueado por multitud de puertas, que bien podían esconder enemigos detrás. Por suerte, las paredes no estaban protegidas contra magia, así que Detectar Vida la avisaría si algo aparecía.

Aunque sólo si estaba lo suficientemente cerca. Era imposible detectar las sombras que surgieron al otro extremo del pasillo. Tensó su arco por un instante, pero no soltó la cuerda. En su lugar, sonrió.

Con Camuflaje III y IV avanzó en silencio, ocultando su aura, marcando las puertas en las que detectaba presencias. Hasta que llegó al otro lado y abrazó a Elendnas, dándole un beso en los labios.

También abrazó a Klimsal, la pareja de la hermana de Elendnas, quien se había sumado a la expedición. Todos se quedaron mirando como su otra aliada caminaba por el techo, y bloqueaba con su tela las puertas indicadas.

Era Spid XIV, o al menos era así como Gjaki se refería a ella. En realidad, se llamaba Rilka, una de las nietas de Spid. La aracne había insistido numerosas veces en acompañar a Gjaki y Goldmi en alguna de sus aventuras.

Había entrenado en la mansión de Gjaki y "su mazmorra", y había acabado alcanzando el nivel 74, así que la habían traído. Eso sí, protegida por Elendnas y Klimsal.

Goldmi volvió a caminar por el pasillo, esta vez sin ocultarse. Cuando llegó aproximadamente al centro, las puertas se abrieron para tenderle una emboscada.

Sólo una de las puertas no estaba cubierta de telas de araña. En su lugar, sus ocupantes se encontraron al salir tres elfos y una aracne. Fueron reducidos en apenas unos segundos.

Los otros vampiros y sapos se quedaron enredados en las telas de araña, o se quedaron mirando incrédulos el inesperado obstáculo. Algunos intentaban desengancharse, otros romperlas, pero era evidente que su emboscada había fallado. En su lugar, eran ellos los que habían caído en una.

Fueron lidiando con sus enemigos habitación por habitación. Rilka reforzaba las telas si era necesario, o atacaba con su lanza. Si hacía falta, un Muro de Viento era erigido para bloquear el paso, o unas flechas se encargaban si no había más opción.

Los tres elfos eran arqueros expertos, siendo Klimsal la más débil, a nivel 78. Durante un tiempo, había sido más poderosa que sus actuales compañeros. Ahora, sólo podía suspirar. Y entrenar cada vez que tenía la oportunidad.

Cuando Elenksia estaba ocupada y ella no tenía que vigilar el bosque, solía ir a alguna de las mazmorras en las que Goldmi o Gjaki tenía Portales cerca. Su hermano menor, dos vampiros de la mansión de Gjaki y un par de demihumanos formaban el resto del grupo. El nivel del bosque que rodeaba su aldea era demasiado bajo para ella, así que tenía que viajar si quería hacerse más fuerte. Por suerte, Goldmi se lo ponía fácil. Por desgracia, el tiempo que tenía para ello era más bien limitado.

No tardaron en tener la situación controlada, y gran número de enemigos enredados en la tela de la satisfecha aracne, algunos de pies a cabeza, como si fueran un capullo. Aquella planta del palacio estaba controlada. Faltaba por ver como les iba a sus compañeros, pero no estaban demasiado preocupados. De haber problemas, los hubieran avisado.



Gjaki siguió observando a sus compañeros, en especial a los enanos. Ni siquiera reaccionó cuando un vampiro se acercó tras ella e intentó atacarla por la espalda. El insensato enemigo ignoraba que ella estaba Disimulando su nivel, y podía derrotarlo con facilidad.

Sin embargo, no necesitó moverse. Una poderosa garra detuvo el ataque. La posterior patada empotró al vampiro contra la pared, que cayó inconsciente al suelo.

–¡Mi héroe!– exclamó Gjaki, abrazando a su salvador.

–Podrías haberlo hecho tú misma– se quejó el demihumano de pelaje negro, mirándola con sus amarillos ojos felinos.

–Pero entonces no me habrías salvado– se acercó ella sensualmente.

Por mucho que se quejara, Chornakish no hizo nada para detener el avance de su amada. Incluso después de tantos años juntos, no podía evitar responder apasionadamente, y también sentirse algo avergonzado en situaciones como aquella.

–Ya están acaramelados otra vez– se quejó Brurol.

–No seas envidioso– le abrazó el cuello Cuína, una de las hermanas de Coinín.

De hecho, aquel vampiro era el último que quedaba, y todos los sabían. Sólo que Gjaki había declarado que estaba demasiado cansada, por lo que "Chorni tenía que protegerla".

Días atrás, los tres se habían ofrecido para acompañarla. Más bien, insistido. Así que, cuando se había dado la oportunidad, los había traído.

–¿Cómo les va a los enanos?– preguntó Chornakish cuando la vampiresa soltó sus labios.

–Les acabo de dar la señal de que todo lo demás está controlado. Ya es hora de que acaben y dejen de jugar– le sonrió Gjaki, volviéndolo a besar.

–¿Cómo va todo por aquí?– apareció de repente Eldi.

–¡Por fin llegáis! Vigiladme a los enanos. Creo que no tendrán problema, pero por si acaso. Tengo que ir a buscar a alguien enseguida– respondió la vampiresa.

–Cuenta con nosotros– se ofreció Lidia, sonriendo ante la escena, quizás con un poco de envidia.

La alta humana hubiera querido que también viniera Melingor, pero no había podido ser. Por lo menos, ahora podía verlo más a menudo gracias a su padre.

Reluctante, la vampiresa dejó ir a Chornakish. No siempre podía avergonzarlo en público, lo que encontraba de lo más divertido. Era algo que el paso de los años no había curado.

No le preguntaron a quién iba a buscar. Confiaban en ella, y sabían que se lo explicaría más tarde. Además, también sabían que si le preguntaban, se haría la misteriosa y no les respondería.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora