Lágrimas de Onuava (II)

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Gjaki tardó en calmarse. En cuanto, lo hizo cogió a Chornakish de la mano y lo arrastró hasta su cuarto, sin mediar palabra. Diknsa, Coinín y Eldi no entendían qué pasaba, mientras que la dríada reía. Las risas hicieron sonrojar a la guerrera de sangre mientras desaparecía.

–¿Qué le has dado?– le preguntó Eldi,

–Lágrimas de Onuava– respondió Melia con inocencia.

–Eso ya lo he oído. ¿Qué son?– quiso saber el alto humano.

–Algo que le había querido entregar hace tiempo, pero que no podía, por culpa de esos malditos idiotas. Normalmente, es necesario esperar unos años a que las recojan para ti, pero ha tenido suerte. Los solicitantes originales son unos arrogantes mezquinos que no se lo merecen, así que las confisqué. Al fin y al cabo, no tenemos obligación de dárselas, y menos a ellos. Que las pidan otra vez, y ya veremos– reveló ella, con una inflexión de ira al referirse a dichos solicitantes.

Se refería a algunos de los que habían evitado que Melia y Eldi se encontraran antes, a los que lo habían forzado a que llevara a cabo una última misión. No les había importado que la habría llevado a cabo igualmente.

El enfado de la dríada había disminuido después de reunirse con Eldi, pero eso no significaba que fuera a perdonarlos fácilmente. No había sido ni mucho menos suficiente con darle un sabor horrible a cierto exquisito manjar.

Dado que alguien que le importaba las necesitaba, se había apropiado de las Lágrimas de Onuava, y se las había llevado a Gjaki. No le importaba las quejas que recibiría en el futuro. Más bien, las estaba esperando.

–¿Y para qué sirve?– insistió Eldi.

Ella sonrió y le puso un dedo en los labios, indicando que no preguntara más. No se lo iba a contar

–Eso lo tendrá que revelar ella cuando llegue el momento, si quiere. Por ahora, dadle tiempo. Os aseguro que no es nada malo, todo lo contrario– pidió, dirigiéndose a las dos vampiresas.

–¡Eso no es justo! ¡Yo quiero saberlo!– se quejó Coinín, medio imitando a sus nietos.

–Tendrá sus razones. Gjaki parecía muy emocionada. ¿Os quedáis a comer?– ofreció Diknsa.

–Otro día. Tenemos que ir a una boda– rechazó Melia.

–¿Una boda?

–No exactamente, pero más o menos. Ted y Mideltya querían hacerlo oficial. Iban a ver a la familia de ella. Queremos ir a ver cómo les va, por si necesitan nuestro apoyo– explicó Eldi.

–¡Ah! Espero que les vaya bien. Si necesitáis cualquier cosa, sabéis donde estamos– se preocupó un poco Coinín.

Había hablado con ellos en el pasado, y sabía que la situación con la familia de ella no era fácil. Al parecer, la presencia de Eldi y Elendnas había mejorado las cosas, pero seguía habiendo reticencias en su familia. El hermano de ella era especialmente contrario. Al parecer, era amigo de Asondor, el exprometido de Mideltya.

–Claro, vendremos otro día. Siempre he querido visitaros, pero no podía, las reglas no me lo permitían, pero ya no es así. Bueno, ¡ya os lo explicaremos todo otro día! ¡Vamos Eldi! ¡Es mejor que nos demos prisa!– apremió de repente la dríada.

Él la miró extrañado, pero no dudó en hacerle caso. Algo había visto Melia, o la habían avisado sus hermanas. Así que abrió un Portal cerca de su destino.

–Nos vemos pronto– se despidió.

–¡Suerte! ¡Venid todos a celebrarlo! ¡Recuerdos a los demás!– los invitó Diknsa.

–¡Nos tendréis que explicar también esto! ¡Os lo añado a vuestra deuda de historias!– bromeó Coinín, aunque lo decía muy en serio.

–Ja, ja. ¡Os las contaremos todas! Puede que tengáis también algo que contar– se despidió la dríada con un poco de misterio.

Cruzaron el Portal. Tenían algo importante que hacer. Eldi esperaba que no hubiera problemas.



–¿Qué es todo esto?– preguntó Chornakish, cuando llegaron a la habitación –¡Espera! ¡Deja de quitarme la ropa!

–¿Ahora eres tímido?– se quejó ella.

–¿Me vas a contar qué pasa?– insistió él.

–Vaya... Lo siento, me he emocionado demasiado... Lo siento...– se sintió un tanto avergonzada, mordiéndose el labio.

–Dime lo que sea que pasa– pidió él con dulzura.

–Sabes que no hemos podido tener hijos– empezó ella.

–Sí, lo sé– bajó él la mirada, un tanto deprimido. No solían hablar de ello, pues ambos se echaban la culpa a sí mismos.

–Melia me lo confirmó. Es culpa mía por tener un linaje muy fuerte– explicó ella.

–¡No! ¡Es mía por ser débil! ¡Tú no tienes la culpa!– se autoinculpó él, apartando después la mirada otra vez.

Ella se acercó, le puso un dedo en los labios y otro en la barbilla, obligándola a que la mirara.

–Tanto preguntar, y ahora no me dejas terminar. Guarda silencio hasta que acabe– exigió ella.

Él obedeció, un tanto sorprendido y cautivado por el tono dulce y la enorme sonrisa de la vampiresa. ¿Cuándo había sido la última vez que la había visto así, tan resplandeciente? No le quedó otro remedio que asentir.

–Buen chico. Cómo decía, es culpa mía, mi linaje es demasiado fuerte. Melia me ha dicho que no sólo me pasa a mí, sino a otros seres, y que hay una solución– explicó.

Lo hizo sacando el frasco que le había dado la dríada, y que Chornakish miró fijamente. Su corazón le latía con fuerza. Aquel era un asunto que había sido muy doloroso para los dos.

–Son Lágrimas de Onuava. Debilitan temporalmente el linaje. Estaré un poco débil, así que tendrás que cuidarme. Vamos a probarlas durante un mes– terminó ella, sensualmente.

–¿Un mes?– tragó él saliva, mientras ella se acercaba.

–No salimos en un mes. No quiero que me vean así, ni quiero dar explicaciones. No hasta que sepa si funciona– se sintió por un instante indecisa, temerosa.

–Un mes entonces, los dos solos. ¿No hicimos eso hace años?– le sonrió él abrazándola.

–Je, je. Espero que estés en forma– amenazó ella, recobrando la compostura.

–¿No deberías tomártelas antes de desnudarme?– se quejó él.

–¡Una ronda de entrenamiento!– rio ella, empujándolo sobre la cama –¡Déjame abusar ahora que puedo! No sé cómo estaré luego...

Quiso protestar, pero le fue imposible. Dos colmillos se clavaron sensualmente en su cuello, y su corazón empezó a latir con aún más fuerza. Ya no tenía escapatoria. Aunque ni por un momento se le había pasado por la cabeza intentar escapar.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora