Infiltración (III)

120 29 1
                                    

Goldmi se dejó caer, mientras disparaba continuamente flechas. Apuntaba a las alas, y tenía que confiar en Disparo Curvo para ajustar la trayectoria, ya que las aves corrompidas no llevaban una velocidad y una trayectoria constante. No le resultaba fácil controlar tantas a la vez, y el gasto de maná era constante.

Uno de los seres corrompidos que se acercaba desapareció de pronto, habiendo sido arrastrado por una sombra fugaz. No era el primero que sucumbía al Choque de la azor mientras caía en Picado. Por desgracia, había demasiados, cientos de ellos.

El ave albina también alternaba con Filos de Viento, causando más víctimas en sus enemigos. Sin embargo, apenas se notaba.

La vampiresa y la lince miraban desde el suelo ansiosas. Prácticamente, nada podían hacer desde allí para ayudar a la elfa, tan sólo esperar a que bajara.

Gjaki podía usar un arco, pero carecía de habilidades adecuadas, y no era capaz de acertar a los objetivos en movimiento. La lince tan sólo podía estar atenta a que alguna de sus hermanas le pidiera compartir su maná o energía. Eso era todo lo que podía hacer por ellas.

No obstante, ambas tenían algo de lo que ocuparse. Aunque las fallecidas sombras no habían enviado las fuerzas terrestres, algunos perdidos habían visto a una viva alzándose y disparando. Sin nadie que se lo impidiera, se dirigieron al lugar, guiados por sus instintos.

La mayoría eran de nivel bajo, pero había algunos de niveles superiores a 90. Habían sido los guardaespaldas de las sombras, aunque de nada les habían servido contra el inesperado ataque de Goldmi.

–Me alegro de no haberlos desinvocado– se dijo Gjaki, mandando a sus tres Mastines de Sangre contra los primeros perdidos.

Invocarlos le suponía un mayor gasto de maná, y le eran útiles para ganar tiempo. Sin perder ni un segundo, empezó a colocar hilos de adamantino. Le serían útiles.

La lince, por su parte, simplemente esperó. Sabía cómo luchaba la vampiresa, y era mejor tener un poco de paciencia. Pronto, llegaría su turno.



Mientras caía, la elfa encaraba la dirección desde dónde más enemigos se aproximaban, dando la espalda a la que menos. Sin duda, la mayoría habían estado escondidos cerca de las sombras, mientras que unos pocos habían estado distribuidas alrededor, vigilando.

El mayor problema era que venían por todos lados, por arriba y por abajo. Aunque Estela de Luz resultaba bastante útil para debilitarlos, hubiera sido mejor si todos vinieran juntos, en una línea.

Decidió aniquilar los que venían por debajo, por donde tenía que pasar mientras caía. Eran los más peligrosos en su situación. Ignoró completamente los que se aproximaban por detrás, dejándoselos a su hermana.

Aunque la tierra no era su medio, y mucho menos el cielo, la kraken estaba en nivel 100. Se agarraba con un par de tentáculos a la cintura de la elfa, protegiendo su espalda. Alargaba sus otros tentáculos para atrapar a los seres corrompidos que se acercaban demasiados, y los golpeaba unos contra otros. Luego, simplemente los dejaba caer.

Algunos de los que intentaban atacar desde arriba también sufrían los ataques de la Encogida kraken. Con Entintar, ésta lanzaba el líquido negro hacia el cielo, dejando que los perdidos lo atravesaran. Más de uno quedaba cegado por ello, perdiendo el control del vuelo.

En el caso peor, podía avisar a su hermana. Un Golpe de Viento en el momento adecuado los desviaba, al menos si no eran muchos. Sin embargo, a media caída, el número de seres alados enemigos que se aproximaba era de varios cientos. Muchos habían sido eliminados, pero no era suficiente.

Así que la elfa invirtió una gran cantidad de maná en un Agujero Negro. El poderoso hechizo creó un vacío sobre ella, del que se alejó mientras caía. Atrajo a muchos de sus enemigos cercanos, lo que desvío sus trayectorias y los hizo amontonarse, además de chocar los unos contra los otros.

Mientras Barrera Ciclónica la protegía de algunos ataques a rango, la elfa disparó un Dragón de Luz directamente hacia el Agujero Negro, su hechizo purificador a rango más poderoso. Estalló contra el amasijo de seres corrompidos, liberando sobre ellos su poder purificador.

Algunos resultaron indemnes, protegidos por los cuerpos de otros perdidos, pero no estaban en condiciones de alcanzarla. Había decenas de seres corrompidos heridos que los obstaculizaban el vuelo, impidiéndoles acelerar para intentar igualar la velocidad de caída de la elfa. Además, ésta se estaba acercando al suelo.

Por supuesto, muchos perdidos no cayeron en el Agujero Negro, al estar más lejos. Siguieron dirigiéndose hacia Goldmi, pero aún les costaría llegar, y la elfa seguía disparando sin cesar, ayudada por la azor y la kraken.



Con Vínculo de Maná, la lince le pasó a su hermana parte del suyo, mientras saltaba sobre una especie de ñu corrompido que había querido embestirla. La presencia de un árbol corrompido cercano le había facilitado saltar sobre el tronco, de allí a una rama, y desde la rama sobre su enemigo.

Le clavó las garras y los dientes, antes de saltar a un lado. Eso lo desestabilizó, tropezando y cayendo sin fuerza sobre el entramado de hilos que la vampiresa había colocado allí.

Mientras se revolvía, confundido por su situación, la felina remató rápidamente al indefenso ser corrompido, liberando su alma. Tras impedir que los hilos se aflojaran demasiado, Saltó rápidamente sobre una pequeña pero muy venenosa serpiente de diferentes tonos de grises. En el pasado, habían sido rojos y naranjas.

Había sido empujada hacia atrás con Telekinesis por la vampiresa, que la había descubierto cuando su enemiga intentaba atacarla por detrás. La había enviado en la dirección de su aliada, que la cogió al vuelo, cerrando su mandíbula sin permitir que el veneno actuara. El fuego que la recubría lo quemaba antes de que pudiera causarle ningún daño.

A la vez que empujaba la serpiente, la vampiresa se agachó rápidamente. Ello provocó que un escarabajo rhino y un búfalo rapado embistieran el uno contra el otro, sin pulverizarla a ella en medio como era su intención. Un desafortunado ciempiés ocupó su lugar.

Ella se había ido colocando en el lugar exacto para provocar ese encuentro, mientras inmovilizaba al ciempiés, al que había lanzado para colocarlo entre ellos. Aprovechó el momento posterior al impacto para clavar sus dagas en el ahora desprotegido escarabajo. Aquello lo hirió lo suficiente para Retorcerle el Pescuezo y eliminarlo, desapareciendo.

Saltó entonces hacia el búfalo, que intentaba reanudar su carrera contra ella. Taladro hizo que la vampiresa lo atravesara de lado a lado, agujereándolo poco antes de que desapareciera del todo. Además, la habilidad alcanzó también a un desprevenido simio de tres metros de altura recién llegado, que cayó sin vida.

–Menos mal que desaparecen– se congratuló la vampiresa, que por una vez no estaba toda cubierta de sangre tras usar la habilidad.

Los perdidos llegaban continuamente a su posición, aunque eran muchos menos que los alados. No habían recibido órdenes, sino que habían detectado a Goldmi desde diferentes posiciones.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora