Engaño

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–¿¡Qué habéis hecho!?– exigió saber Kan Golge, furioso.

De alguna forma, su nuevo núcleo le daba el poder que requería, pero no lograba mantener el suministro. Era algo que no debería pasar, pero pasaba.

No sabía que el Corazón de la Llama Eterna que había obtenido era tan falso como la niña a la que había asesinado para conseguirlo. Eldi había creado una gema de aspecto idéntico, y la había llenado con el poder de la verdadera. De esa forma, incluso el aura era idéntica.

Sin embargo, a diferencia de la verdadera, la cantidad de energía que contenía era limitada. Al utilizarla, había consumido la contigua a las conexiones, y se había quedado sin en esa zona. La restante, se había ido expandiendo por la gema, pero no a velocidad suficiente como para satisfacer la demanda de energía junto a esas conexiones.

Cuando lo había vuelto a intentar, la energía ya había rellenado toda la gema. Por ello, había vuelto a poder iniciar el hechizo. El problema había sido que quedaba menos, era menos densa, y por ello había fallado antes. Ahora, podía empezar a notarse que el aura se había debilitado.

En cuanto a la niña, no era más que un muñeco, pintado y decorado adecuadamente. El resto de detalles eran obra del Mundo Imaginario de Gjaki, una ilusión.

Maldoa la había tenido siempre en brazos para ir proveyendo maná al muñeco, pareciendo así que respiraba. En cuanto se había separado, unido con el golpe, el suministro de maná se había detenido, dejando de respirar.

En cuanto a la cabeza, Gjaki solo la había cosido, sin preocuparse de que fuera muy resistente, no se había esperado un ataque tan violento y decidido. El golpe había abierto las costuras, y habían acabado rompiéndose. Por suerte, había aguantado lo suficiente.

–Te hemos traído lo que siempre has deseado, el poder que te mereces. ¿No nos habías dado ya las gracias?– quiso hacerse Gjaki la inocente, aunque el sarcasmo era evidente en su voz.

–¡Maldita! ¡Voy a matarte!– amenazó.

Intentó atacar una vez más, pero volvió a fallar, incluso antes. En ese momento, finalmente se dio cuenta. El aura de la gema había disminuido ostensiblemente. Se concentró en su centro de poder, momento que aprovechó Eldi para lanzar una Jabalina.

Las defensas del vampiro estaban inutilizadas debido a los problemas con su poder, pero una barrera se alzó igualmente. Tenía varios artefactos que le podían salvar la vida, aunque bastantes menos que meses atrás. En su última derrota, había tenido que consumir muchos de los que no eran reutilizables, y algunos más se habían roto.

Una segunda Jabalina impactó en el escudo, debilitándolo, así como Bolas de Oscuridad de Gjaki, y Bolas de Fuego de la lince. Aquella barrera no duraría mucho.

–¡Es falso! ¡Me habéis...! ¡Malditos!– se enfureció aún más, a la vez que entraba en pánico.

Su nuevo núcleo de poder era falso, lo que suponía que tenía un más que grave problema. Por si fuera poco, se estaba empezando a resquebrajar. Además, el anterior estaba roto tras golpear el suelo.

–Listo– avisó Goldmi.

Había estado un buen rato desactivando las trampas entre ellos y sus enemigos. Dado que los habían estado esperando, no era extraño suponer que las hubiera. Con Detectar Maná y Detectar Energía, las había ido encontrando. Con Descomponer Maná y Descomponer Energía, las había desactivado.

Claro que tan sólo las cercanas. No sabían si había otras más allá. De hecho, era de esperar que así fuera.

Eldi lanzó también una Bola de Fuego y empuñó el hacha, avanzando hacia él.

Gjaki mandó a atacar a los dos Mastines de Sangre que había invocado, en previsión de nuevas trampas. Goldmi empezó a Retener flechas, preparada para soltarlas a la vez. El aura de Maldoa se intensificaba

–¡Matadlos! ¡Matadlos a todos! ¡Destruid los círculos de transporte!– ordenó entonces Kan Golge.

Se dio media vuelta y activó el círculo mágico, desapareciendo. Un instante después colapsó la barrera, pero ya era demasiado tarde.

–¡Mierda! ¡Ha escapado!– maldijo Gjaki –. Eldi, ¿crees que puede reactivarse?

–No lo sé. Déjame ver– se acercó él, detrás de un mastín.

Aparte de fabricar armas, armaduras, pociones o joyas, había estado estudiando círculos mágicos, runas y cuanto había tenido a su alcance. Su conocimiento era más bien básico, pero mayor que las otras tres.

Gjaki y Goldmi nunca habían tenido interés, mientras que el conocimiento de Maldoa se centraba en estructuras orgánicas, vivas. Así que Eldi era su mejor opción.

Mientras, los vampiros se levantaron. Inmediatamente, destrozaron los círculos bajo sus pies, y se abalanzaron contra ellos.



–Es un círculo estándar, pero necesita algo para activarse, algún tipo de llave– informó el alto humano tras una breve inspección.

–¿Una llave? He notado algo cuando lo activaba. Déjame probar– pidió Gjaki.

Eldi se levantó y miró a sus compañeras.

–¡Atacad ya! ¡Levantaré un escudo!– les informó.

Todas las flechas de la elfa salieron en ese mismo instante, junto con algunas Bolas de Fuego de su hermana. La drelfa observó, preparada para atacar o retraer las raíces que había extendido. Estaba preparada para empalar a cuantos se acercaran lo suficiente.

–¡Se activa! ¡Vamos!– los llamó Gjaki.

Había sacado un vial con la sangre de Ljila, la hija de Kan Golge. La sangre era suficientemente similar como para activar el círculo, algo que sin duda su enemigo no podía prever. O eso esperaban.

Un resistente Escudo De Roca los envolvió, a la vez que Goldmi sacaba un extraño objeto.

La elfa colocó algunos Abismos de Luz, y dejó el objeto en la intersección de todos ellos. Inmediatamente, cruzaron el portal creado por el círculo mágico, la lince la última. Si por lo que fuera se cerraba, ella tenía otros medios para volver con su hermana.



Los vampiros atacaron el Escudo de Roca con ferocidad, siguiendo las órdenes de su padre. Aunque poderoso, no pudo resistir por mucho tiempo la acometida conjunta, que acabó desestabilizando la estructura de maná. Sin pensárselo, se abalanzaron contra sus enemigos.

Apenas tardaron unos instantes en darse cuenta de que eran muñecos de trapo, pero ya era demasiado tarde. Varios Abismos de Luz se activaron, dañándolos con la magia purificadora a la que eran vulnerables. Aunque eso no fue lo peor.

Los Abismos de Luz activaron un círculo mágico colocado expresamente sobre el objeto que había dejado Goldmi. Dicho círculo provocó la explosión de lo que no era sino un proyectil igual a los que habían lanzado con catapultas el ejército aliado contra los perdidos durante su ofensiva.

La explosión llenó de luz la estancia, aunque no dañó nada que no fuera vulnerable a la purificación. De los vampiros, apenas quedaron sus ropas, armas y polvo.

Regreso a Jorgaldur Tomo V: Reencuentro (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora