𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒔

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Capítulo tres: Si Tan Solo...

Un jadeo pasó por el medio de sus labios, separando sus piernas al ver como continuaba besando su brazo y su otra mano se deslizaba por el interior de su muslo, rozando su short. Su cuerpo entraba en calor, su piel se estaba prendiendo fuego con sus toques. Su mano libre se sujetaba con fuerza del banco, intentando controlar su respiración agitada.

El de ojos claros bajó su mirada hasta la entrepierna del joven español, notando el bulto que se había formado con sus caricias. Quería dar un paso más, quería verlo gemir.

En un veloz movimiento lo puso de pie, a espaldas de él, mirando hacia una pared. Lo tomó de las caderas y apoyó su erección contra el menor.

Otro gemido soltó al aire al sentirlo frotarse contra él. Se movía lento pero era el sector perfecto para darle el placer que necesitaba. Una de sus manos se sujetó en la cintura del polaco, mientras su otra mano se apoyó en la pared. Su cuerpo temblaba ligeramente, emocionado por ser tomado por quien amaba.

Le daba gran emoción el hecho de que también le hubiera gustado la situación, que le hacía crecer aún más su ilusión.

Enderezó su espalda y miró a un costado, viendo sus tentadores labios. Lo miró a los ojos, rogándole un dulce y apasionado beso. Y cuando lo vió acercarse, su emoción creció hasta que lo vió bajar a su cuello, regándole besos calientes en una de sus partes más sensibles, llevándolo al cielo con sus toques. Sus manos metiéndose por debajo de su camiseta, sus movimientos y sus besos terminaron por hacerlo mojar su ropa interior casi al instante.

—Robert...— soltó en un gemido y el agarre fue más fuerte.

Le hubiera arrancado el short de un tirón si no fuera porque unos pasos los obligaron a separarse al instante.

Sus miradas chocaron una vez más, sin decirse nada, solamente escuchándose sus respiraciones.

El de baja estatura tomó sus cosas e intentó huir del lugar, pero el de ojos claros se lo impidió, llamando su atención.

—Deja que te lleve a tu casa— se quedaron en silencio, hasta que el español asintió con la cabeza—. Cámbiate. Esperaré en el auto.

Su mirada quedó clavada por donde salió su compañero de equipo, sin decir nada, impactado por la escena.

Se cambió lo más rápido que pudo y salió del lugar con su bolso en mano hasta el vehículo que lo estaba esperando.

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Ahora sí no quería salir de la cama ni aunque fuera el fin del mundo. De tan solo pensar en lo que había sucedido hace una semana, su cara ardía de la vergüenza. Sentía que la cama lo absorbia y deseaba que así fuera, desaparecer de la tierra de tanta pena que tenía en su interior, quizás así conseguiría sentirse mejor, aunque lo más probable es que no sea como él pensaba.

—Él estaba...— se tapó la cara con una almohada, sin poder terminar la oración.

No podía decirlo en voz alta, pero si pensarlo y eso era su mayor tortura, continuar pensando en ese momento sin parar. ¿Se había puesto duro por él?, ¿por sus gemidos?

Apretó la almohada contra su cara, ¿por qué había permitido que eso pasara? Ahora lo había escuchado gemir. Era tan vergonzoso que le parecía imposible volver a verlo a los ojos, peor aún sabiendo que le había gustado.

Pero... sentir su bulto contra él lo había hecho sentir demasiado bien y no podía negarlo, quería más, quería que volviera a hacerlo. Con esa forma de tomarlo y provocarlo había conseguido enamorarlo aún más, sentía que debía ir trás él y rogarle por un poco más.

𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora