𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒔𝒆𝒊𝒔

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Capítulo sesenta y seis: Hijas.

Salió del vehículo y corrió hacia la entrada del hospital, miró hacia los lados, acercándose a la mujer que atendía a las personas en la recepción. Intentó controlar su respiración hasta que fue su turno.

—Ho... hola, ¿entró Robert Lewandowski?— la mujer levantó la mirada y luego revisó en los papeles que tenía en mano, seguido a eso revisar en la computadora.

—Acaba de entrar en ambulancia a urgencias en un estado crítico.

—¿Puedo verlo?— giraba el anillo que tenía en su mano, esperando una respuesta positiva.

—En este momento no puede porque los doctores están tratándolo, pero en cuando pueda ingresar, lo llamarán— agarró una hoja y se la entregó—. Por el momento, ¿podría llenar este formulario de identificación?

Gavira lo tomó, escribió lo que debía y lo devolvió, viendo como la mujer lo tomaba y hacia un llamado. Comenzó a caminar de un lado a otro en la sala de espera, repitiéndose en la cabeza que lo que acababa de escuchar no era cierto. Tomó su celular y comenzó a llamarlo, una y otra vez, pero todas lo llevaban al buzón, llevándolo lentamente a la desesperación.

—Contéstame, por favor...— rogó mientras miraba al techo, pero nuevamente terminó en el buzón.

Se sentó en la silla, dejando su celular a un lado, tomándose la cabeza y negando, brotándole lágrimas.

—No es él, no es él...— se repitió mil veces, intentando sacar ese pensamiento de su cabeza.

Ya ni siquiera sabía cuantas horas de sufrimiento habían pasado, sin tener ninguna respuesta, sin poder hacer absolutamente nada más que torturarse con sus pensamientos.

—No... no puede estar muerto...— miró sus manos al sentir que comenzaba a temblar levemente.

"¿Podía estarlo? No... él había prometido que volvería", miró su móvil y regresó a las llamadas que lo dejaban en buzón. De pronto, un doctor salió con unos papeles en mano, levantando la mirada y quedando sobre el pelicastaño.

—¿Gavira?— el mencionado se levantó tembloroso y se acercó, detestaba la mirada inexpresiva del hombre—. ¿Puedes acompañarme un momento? Necesito hablar contigo.

—¿Está muerto?— fue lo único que pudo decir, no podía dar ni un solo respiro más sin saber la respuesta. El doctor simplemente lo miró.

—Acompáñame— lo siguió, con un nudo en la garganta, subieron por su elevador y pasaron por un pasillo tan frío y blanco, con las puertas de las habitaciones cerradas. Algunos médicos pasaban en completo silencio.

Pararon frente a la puerta corrediza de una habitación, la cual el doctor abrió y entró sin decir nada. Gavi se quedó afuera, tenía miedo de entrar.

—Puede pasar— habló el doctor y él solo pudo tomar el aire que su pecho le permitía tomar en ese momento, seguido a ello entrar con la mirada baja, sin querer mirar lo que había allí adentro.

Tapó su rostro con sus manos, había sido en vano. El olor que entró por sus fosas nasales era incomparable, sabía perfectamente quien estaba ahí. Comenzó a llorar, negando con la cabeza, se negaba a creer la situación.

Se armó de valor y lo miró, Robert acostado en la cama, con la cabeza ligeramente levantada, el cuello vendado y los ojos cerrados, con una sábana blanca que cubría su cuerpo a excepción de sus brazos, de los cuales se conectaban los medicamentos. Una imagen que destrozó su frágil corazón en tan solo un segundo.

𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora