𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒐𝒄𝒉𝒐

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Capítulo treinta y ocho: Verte.

Finalmente se dió su oportunidad. Luego de haberlo observado durante varios minutos, se encontraban solos en una misma habitación. Para el más joven, el ambiente estaba caliente y el saber que su pareja se encontraba tan cerca de él, lo incitaba a intentar acercarse. Dejó de fingir que buscaba algo en su bolso, para luego acercarse hasta el polaco y tocar su brazo. El más alto giró un poco su torso para mirarlo, se veía un poco preocupado al sentir la mano caliente.

—¿Tienes fiebre?— le preguntó en voz baja mientras le tocaba la frente, mirando sus ojos.

—Creo que no— murmuró. Lo vió sentarse en la banca y aprovechó para sentarse sobre sus piernas.

Sus brazos rodearon su cuello para luego plantarle un beso en los labios, extrañado al notar que el polaco no lo tomaba de la cintura. Sus manos se movieron hasta sus hombros e insconcientemente comenzó a dar pequeños brincos. Soltó sus labios al frotarse contra el bulto que se estaba formando, soltando pequeños gemidos sobre sus labios.

—Espera, Pablo...— intentó detener su movimiento, tomando sus caderas.

—¿Pablo?— su mirada clavada sobre los labios del contrario, subieron lentamente hasta sus ojos—. ¿Por qué me dices así?

—No puedes pre...— calló al recibir un empujón, viendo como se levantaba de sus piernas y se cruzaba de brazos.

La expresión de su rostro, estaba desconcertado por la actitud del polaco. Su mirada era una mezcla de molestia y confusión, frunciendo el ceño mientras negaba con la cabeza. Por otro lado, el más alto suspiró y apoyó los codos en sus piernas.

—¿Qué ocurre contigo?— en su tono de voz se podía notar su molestia—. ¿No... no me quieres?

—Pablo... sabes bien que no es eso— se levantó de donde estaba sentado al ver que al actitud del más joven cambio tan repentinamente, ahora sus ojos se llenaron de lagrimas.

Tomó sus mejillas y levantó su mirada, su piel estaba caliente y rosa, dejaba escapar el aire caliente que tenía dentro.

—Yo te quiero mucho y lo sabes, pero me has dicho que tus padres se enteraron de que estás con alguien y aún no estabas preparado para que lo sepan. Lo mejor era esperar a que tú me des una señal— sus pulgares limpiaron las lágrimas que caían por sus mejillas—. Sé que estás en tus días y no te controlas, pero si tú quieres, yo no... no me molesta.

—¿Mis... días?— lo miraba de reojo, como olfateaba su hombro.

—Tu olor está más intenso hoy— murmuró en su cuello, subiendo a sus labios.

—No... no entiendo...— recibió un beso en la boca, haciéndolo cerrar los ojos.

Un sonido hizo que el más alto se separara del beso, buscando con la mirada a la persona que había entrado al vestuario. En eso, vió al holandés de rodillas en el piso, trataba de hacer el menor ruido posible mientras sacaba unas cosas de su bolso, pero al ver la mirada del polaco sobre él, se levantó al instante.

—Lo siento, no sabía que estaban aquí— intentó huir del lugar, pero el mayor de los tres lo detuvo antes de salir.

—Tú...

—No diré nada— evitó el contacto visual con el más alto—. De todas formas... algunos ya están sospechando que hay algo entre ustedes.

El rubio salió del vestuario, dejando nuevamente sola a la pareja. Robert mantuvo su mirada en la puerta hasta que los brazos del joven rodearon su cuerpo, abrazándolo por la espalda. Podía sentir como frotaba su mejilla contra él. Tomó una de sus manos, suaves y delicadas, plantándole un beso en su dorso, para luego acariciarla con el pulgar.

𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora