𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒅𝒐𝒔

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Capítulo setenta y dos: Culpable.

Sentado sobre el borde de la cama, con su guitarra apoyada en sus piernas, podía oír la lluvia caer, mientras él intentaba no equivocarse, repitiéndolo una y otra vez. Miraba el instrumento, la posición de sus dedos, balanceando de atrás hacia adelante su pierna que estaba colgando de la cama.

Ya lo ves, que no hay dos sin tres
Que la vida va y viene y que no se detiene
Y, qué sé yo
Pero miénteme, aunque sea dime que algo queda entre nosotros dos
Que en tu habitación nunca sale el sol
Ni existe el tiempo ni el dolor
Llévame si quieres a perder
A ningún destino, sin ningún por qué...— lo miró y continuó—. Para qué me curaste cuando estaba herido
Si hoy me dejas de nuevo el corazón partió...

¿Y quién me va a entregar sus emociones?
¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?
¿Quién me tapará esta noche si hace frío?
¿Quién me va a curar el corazón partió?
¿Quién llenará de primaveras este enero
Y bajará la luna para que juguemos?
Dime, si tú te vas, dime cariño mío
¿Quién me va a curar el corazón partió?...— una leve sonrisa apareció en su rostro, dejando el instrumento apoyado en la pared y antes de soltarla, revisó que no fuera a caerse.

Un suspiró escapó del medio de sus labios, luego de varios intentos, había conseguido tocarla de corrido, sin errores. Acarició el rostro del polaco, ya habían pasado un poco más de cinco meses de todo, las personas continuaron sus vidas, sus amigos dejaron el tema atrás, sus compañeros de equipo se centraron en los partidos, pero él continuaba congelado en el tiempo, sintiendo que cada día que despertaba era como la primera vez que había llegado a ese hospital.

No había un día que no acabara llorando en el baño, en el piso, o sobre su pecho, en los entrenamientos, en la habitación, en cualquier horario podía quebrarse, día o noche. Quizá las personas ya habían superado esto, hasta algunos ya daban por hecho que el polaco jamás despertaría, otros, como sus fans, siempre trataban de saber algo sobre él, mandándoles todo su cariño y agradecimiento al sevillano por cuidarlo.

Ese día fue la segunda vez que el doctor le hizo aquella pregunta que tanto miedo le daba. "¿Quiere continuar esperando?" Sabía a lo que se refería con eso, y negó con la cabeza. El doctor solo pudo aceptar su decisión y retirarse, sin muchas más vueltas.

Pero ahora que lo estuvo pensando todo el día, ¿eso era lo mejor para los dos? Quizá de esa forma Robert no sentiría ningún dolor. Se estaba aferrando a alguien sin pensar en nadie más que solo en sí mismo, en lo que queria, en lo que anhelaba tener.

—Pero si tú te vas... ¿quién me va cuidar?— le preguntó, movía su pie rápidamente—. Si tú te vas... ¿puedo irme contigo?

Terminó por acostar su cabeza en su pecho, entrelazando sus dedos.

—No puedo hacerlo solo, amor... ya no aguanto estar así— suspiró, poco a poco perdiendo su vida—. No soy tan fuerte para soportarlo...

Tapó su rostro y negó con la cabeza, intentando quitarse esos pensamientos.

—¿En que estoy pensando?— se preguntó a sí mismo con la voz quebrada, se maldijo—. ¿Con quién se quedarán nuestras hijas si hago esto? Sigo pensando solo en mí... perdóname.

Escuchó que tocaban la puerta, pero se quedó ahí, no tenía fuerzas para levantarse de la cama, solo quería descansar sobre el cuerpo de su amado.

—Gavi— escuchó la voz de Ferran, pero ni se inmutó. Una mano se apoyó sobre su espalda—. Gavi, ¿estás despierto?

𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora