𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐

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Capítulo treinta y cuatro: El Tiempo.

—No sé de qué hablas— dijo con su voz ronca.

Lo vió agarrar una frutilla y luego hundirla en la crema, acercándola a su boca, sin quitarle la mirada de encima. Su lengua comenzó a lamer la crema que estaba en la fruta y la que había caido sobre sus dedos, para finalmente meterla por completo a su boca. Sonrió atrevido y victorioso al obtener la atención del contrario.

Robert lo miraba de abajo hacia arriba, como se había puesto. Sus piernas separadas, puesto arriba de su pierna sin sentarse, con sus manos sobre su pecho, deslizándose hacia abajo.

Lo tomó del mentón y se acercó para lamer el sector de sus labios donde había quedado un poco de crema. Sus pupilas dilatadas, sintiendo las feromonas del más joven.

Su piel se erizó, pegando inconscientemente su cuerpo al del contrario. Las manos del polaco se deslizaron por su cintura, abrazándose para tenerlo junto a él. Sus respiraciones calientes se mezclaban, rozando sus labios en busca de un beso. Robert terminó por acercarse a su oreja para susurrarle.

—No mienten cuando dicen que los jóvenes son tan... calientes— mordió el lóbulo de su oreja y apretó su trasero con sus manos, haciéndolo gemir del placer y aferrarse a su cuello.

—Lewy... no... no hagas eso...— su voz delgada y temblorosa, sus piernas apretaron el muslo de Lewandowski.

—¿Por qué no? Creí que te gustaba— le pegó una nalgada, escuchándolo gemir nuevamente. Sonrió atrevido al ver como escurría semen entre el medio de sus piernas.

Lo vió ocultar el rostro en su pecho, jadeando.

—Se supone que yo... yo...— habló con timidez.

—¿Tú...?

—Yo debería calentarte a tí— se acurrucó en su pecho.

—Lo haces— subió sus manos a su espalda y la acarició—. ¿No lo sientes?

Levantó un poco su remera, dejando a la vista el bulto que se veía en su short. Alzó su mirada al oir como el joven soltaba un gemido y luego morder su labio.

Gavira subió su mirada, apenado, levantando sus manos y dejándolas en las mejillas del contrario. Acariciaba su piel, acercando su boca para robarle un beso. Sus labios se movieron timidamente, cerrando sus ojos. Se separó bruscamente al asustarse con el sonido de su celular sonar.

Sus manos soltaron las mejillas del polaco, permitiendo que el frío tomara ese lugar. Colocó su celular cerca de su oreja luego de atender el llamado, temblando.

—¿Dónde estás, Pablo? Son más de las diez de la noche— se levantó de golpe, mirando la hora de su celular al creer que su padre exageraba, pero no lo estaba haciendo—. Responde.

El tono de su voz mostraba con claridad su molestia con la situación y el comportamiento de su hijo más pequeño.

—Tienes cinco minutos para aparecer en la casa o estarás en graves problemas— no tuvo tiempo de contestar, su padre había terminado la llamada primero.

Su corazón latía con fuerza, con miedo. No lo había escuchado de esa forma antes, así que sabía que no estaba jugando con él.

Quizá su clara expresión de preocupación y terror llamó la atención del adulto, quien se levantó del sofá y lo tomó de los costados de su cuerpo.

—¿Está todo bien?— lo acarició con cuidado, intentando no asustarlo.

—De... debo irme— sus ojos se movieron de un lado al otro mientras subían rapidamente hasta los ojos celestes.