𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐

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Capítulo cuatro: Una Sonrisa Tímida.

Su primera vez siendo titular en la selección española, con tan solo 18 años, a unas semanas de viajar a Qatar para darlo todo en la cancha y conseguir la victoria junto a sus compañeros, era un sueño apunto de hacerse realidad, pero había algo que no le permitía ser completamente feliz y era el hecho de que no tenía ninguna noticia sobre el polaco, quien ya debía estar entrenando con sus compañeros de equipo.

Si bien en el fondo estaba feliz porque las dos selecciones habían clasificado al mundial y había una gran posibilidad de que se vean, eso no quitaba el hecho de que no sería igual. No se verían durante los entrenamientos, no se verían en los vestuarios, ni irían en el mismo colectivo. Esos pequeños momentos eran tan valiosos para su corazón, que saber que no sería así por un tiempo, lo desanimaba.

¿Exageraba? Probablemente lo hacía, pero su emoción por tan solo tenerlo cerca de él era inexplicable, aunque solo se miraban a la distancia. No tenía ninguna manera de decir con palabras como cambiaba su día con su presencia.

Mientras entrenaba, intentaba buscar una forma de explicarse lo que sentía, quizás eso lo ayudaria, aunque tampoco buscaba distraerse, quería ganar.

"Esto es complicado" pensó, mirando a su mejor amigo, Pedri, a la cara.

—¿Qué tengo en la cara que te hace mirarme así?— preguntó el más alto, sonriendo de lado.

—No tienes nada, Pedri, sólo estoy pensando— respondió sacándole la mirada de encima, llevándola a diferentes lugares.

—¿En quién estás pensando, eh?— le dió un pequeño golpe en el brazo con la mano abierta, haciéndolo llevar la mirada nuevamente hacia él, pero ahora con una expresión de sorpresa, como si hubiera sido descubierto.

—No pienso en nadie.

—¿Piensas en mi?

—Que no pienso en nadie, joder— frunció el ceño al verlo reirse a carcajadas—. Qué molesto eres.

Se cruzó de brazos, manteniendo distancia con su amigo. Hubo unos minutos de silencio, hasta que una pregunta se escapó de su interior.

—¿Crees que le gusto a alguien?— entrecerró los ojos al oir otra gran carcajada por parte de su amigo, como si hubiera contado el mejor chiste de la vida—. Te hablo en serio.

—¿Te has mirado en el espejo, tío?— lo tomó del mentón y arrastró su rostro hacia él.

—Ya sé, ya sé, pero no hablo de gustarle a la gente, hablo de...— el tono de su voz bajó al darse cuenta de lo que estaba apunto de decir.

Lo miraba a los ojos, estaba esperando impaciente a que terminara de hablar. Claramente no era tonto y sabía que estaba por declarar sus sentimientos como si no fuera nada.

—Olvídalo— con su mano empujó la mano ajena para que soltara su rostro.

—Vamos... estabas apunto de decirlo— lo siguió al verlo irse para tomar una botella y sentarse en el piso.

Se sentó a su lado, viendo como guardaban las cosas luego de una mañana agitada.

—No iba a decir nada— declaró antes de darle un trago a la botella.

—¿Y por qué me has preguntado si creo que le gustas a alguien? Eres guapísimo, no entiendo que te preocupa.

—No me preocupa nada— jugó con la tapa de la botella que tenía en mano, mientras continuaba pensando.