𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒆

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Capítulo cincuenta y nueve: Eres.

"A día de hoy amo mi vida, en Barcelona he descubierto una nueva forma de vivir. La sonrisa de mis hijas me acompaña hasta el entrenamiento y eso me hace ir con muchas ganas. Con mi familia vivimos muy contentos allí".

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Robert se encontraba sentado en el sofá, con la televisión de fondo, mirando su móvil, quizás algo desconcertado por las llamadas perdidas que tenía. Sábado y la noche estaba presente, fresca, pero despejada. Gavi bajaba de acostar a las niñas, las cuales ya se encontraban durmiendo.

—Te noto preocupado— se sentó a su lado y tomó su mano—. ¿Está pasando algo?

El polaco lo miró y acarició su mejilla, observaba cada parte de su rostro como si fuera la primera vez que lo tenía cerca, guardando cada parte de él en su corazón.

—No pasa nada. ¿Vamos a dormir? Estoy cansado— se levantó del sofá, soltó su mano y caminó en dirección a las escaleras, siendo tomado por la muñeca.

El más joven saltó arriba de él y un paso en falso los hizo caer al suelo, quedando el sevillano arriba.

—¿Qué tienes, Robert?— preguntó Gavi al ver esa actitud que a él le parecía extraña. Estaba desesperado, la respuestas que le daba no lo confortaban—. ¿Por qué me pides que me cuíde?, ¿por qué me enseñas a calmar mis ataques por mi propia cuenta?, ¿por qué me dices que salga con otras personas?

Robert no respondió, simplemente lo veía, sin siquiera separar sus labios para darle una mísera respuesta. Pablo lo tomó de la remera, arrugándola con sus manos.

—Dime, Robert, ¿por qué me haces eso?, ¿por qué estás tan serio conmigo?, ¿vas a dejarme?, ¿ya no me quieres?— soltó todas las preguntas que atormentaron en su interior durante los últimos días, preguntas que por más que quería, no podía borrar. Por más que las respondía por su propia cuenta, no lo llenaban como esperaba.

Lágrimas cayeron contra la remera del polaco, dejando su marca. Cubrió su rostro con sus manos, Robert tomó sus muñecas, se sentó y lo dejó sobre su regazo.

—No es nada de lo que estás pensando, cielo mío— tocó su cabello—. Perdón si te hice creer eso. No he hecho las cosas de la mejor manera, yo solo quería que sepas cómo actuar cuándo estés solo. No quiero que te pase nada.

—Pero nosotros vamos a seguir juntos, ¿verdad?— quitó las manos de su rostro.

—Sí, vamos a seguir juntos— tocó la suave piel de su cara. Sopló suavemente, secando sus lágrimas—. Yo te quiero mucho y tú lo sabes.

—¿Y por qué estás tan serio?— se quedó en silencio—. Am...

—Creo que tengo la cabeza en los partidos, en mis hijas, en tí, en mi familia— miraba sus labios, sus dedos quitaban sus lágrimas.

—¿En serio?— esperaba que dijera la verdad.

—Sí. Mi madre estuvo un poco enferma estos últimos días— peinó su cabello.

—¿Tu madre?— tembló levemente—. ¿Está bien?

—Sí, mi hermana ha dicho que está mucho mejor— Pablo lo abrazó de golpe, apoyando su cabeza sobre su pecho.

—No lo sabía... perdón— se disculpó.

—Tuve algunos problemas con mi ex esposa, pero no te preocupes— Pablo levantó la cabeza.