𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂

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Capítulo setenta: Responderme.

Mañana fresca, nublada y gris, amenazaba con llover, los pájaros volaban lejos, allí adentro estaba todo en silencio, como siempre solía estar. Gavi salió del baño, vestía el uniforme de entrenamiento del Barcelona. Se lo arregló un poco mientras miraba a su pareja.

—¿Qué te parece?— le preguntó mirándose el cuerpo. Entró nuevamente al baño, su cuerpo un poco más delgado que antes.

En ese momento detestaba mirarse al espejo, sus ojeras marcadas por la falta de sueño, llevaba más de un mes sin dormir las horas suficientes, su rostro se veía horrible. Miró el anillo de plata que estaba en su dedo anular, sabía por quién estaba haciendo todo esto. Salió del baño y se sentó en el borde de la cama.

—Me he comprado las botas que has usado la última vez— apoyó su pie y miró los cordones—. Mira, lo hago como me has enseñado.

Se ató el cordón de su bota, concentrado, sacando un poco la lengua. Al finalizar, las miró y luego miró al polaco.

—Es mi primer entrenamientos luego de mucho tiempo, estoy nervioso— soltó el aire.

Nuevamente entró al baño, pero esta vez para desvestirse y ponerse ropa para salir. Dejó su bolso en el piso y se acercó a su rostro.

—Iré a entrenar— juntó sus mejillas y las frotó, hablándole con una voz baja—. Volveré pronto, te amo mucho.

Besó su mejilla y el dorso de su mano, soltándola lentamente, para finalmente salir de la habitación. Se puso la capucha y las gafas de sol, para luego salir del hospital, escuchando el sonido de las cámaras fotográficas tirarle fotos y los fanático esperando tener un autógrafo o una foto, pero él caminó directamente al vehículo que lo estaba esperando. Allí estaban Ferran y Pedri, quienes también iban para el entrenamiento y se ofrecieron a llevarlo.

Aunque sentía lastima por dejar a las personas esperando, no tenía ganas de salir, solo lo estaba haciendo porque se lo pedían demasiado, diciendo que eso lo haría sentir mejor. Esperaba que sea así.

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A los pocos minutos de empezar el entrenamientos del día, la llovizna se hizo presente en la ciudad de Barcelona, pero eso no impedía que los jugadores hicieran su entrenamiento diario. Xavi estaba contento de verlo nuevamente, pero no lo suficiente al notarlo decaído, tan diferente a como era antes. Ese brillo tan especial que tenía la última vez que lo vió, se había desaparecido por completo.

Su atención estaba sobre el joven sevillano de 19 años, lo veía un tanto perdido, cabizbajo, apartado del grupo, en silencio, pero haciendo los ejercicios como el resto del equipo.

De pronto lo vió detenerse, quedando parado bajo la lluvia, con la cabeza agachada. Dejó que el resto sea revisado por el cuerpo técnico y se acercó a él, interesado en saber que era lo que estaba mirando en el césped. Lo vió tocarse el cuello muy preocupado, buscaba algo.

—¿Qué ocurre?— le preguntó.

—Perdí... perdí...— lo escuchó tartamudear, él no dijo nada, solo le prestaba atención—. Perdí mi cadena, mi cadena.

—¿Tu cadena?— Gavi miraba el césped desde su lugar.

—Sí, la cadena que me regaló Robert, la perdí— se agachó y comenzó a tocar el césped—. No puedo perderla, es un regalo que me hizo, es muy importante para mí.

Gateó por el suelo, buscándola, sus manos de mojaron por el agua de la lluvia y la tierra mojada, pero a él no le importó, su preocupación por haber perdido algo tan importante era mucho más grande. Xavi se puso de cuclillas y lo tomó de los hombros.