𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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Capítulo setenta y cinco: Yo Te Amo a Tí.

Sus manos entrelazadas, sus pies hundidos en la arena caliente, el Sol ardiente, el mar moviéndose suavemente, la brisa agitando su cabello. Ya había pasado un año de todo, las cosas habían cambiado. Parecía todo haber vuelto a la normalidad, pero mucho mejor que antes. Ahora no habían problemas, no había dolor, no habían preocupaciones. La vida parecía estar calma en ese momento, las cosas estaban equilibradas, como tanto habían esperado.

Tantos momento difíciles, tanta tormenta que en ese momento parecía no tener final, había quedado atrás. Era difícil en un principio intentar olvidarlo, esos recuerdos permanencian en su cabeza, atormentando sus sueños, pero ahora todo estaba en paz. La marea se calmó, y su alma dejó de llorar.

A veces se preguntaba que como fue capaz de soportar tanto dolor, sintiendo que si eso volvía a suceder en algún momento, no podría aguantarlo. Quizás ese miedo jamás saldría de su cuerpo, viviría siendo perseguido por sus pesadillas, pero... miró a su lado, ahí estaba él, Robert, su primer y único amor verdadero. Si él estaba ahí, ahora, en ese momento, ¿a qué le tenía que temer?

Tomó su mano con fuerza, podía sentirlo a su lado, todo estaba bien. Se atrevió a mirarlo, Robert ya lo estaba haciendo.

—Gracias por estar conmigo— dijo el ojiceleste—. No creo que hayan palabras, ni acciones, ni regalos para dar que te igualen, que paguen mis agradecimientos por tenerte aquí en mi vida.

Una sonrisa apareció en su rostro, apoyó su cabeza en su brazo.

—Mi vida no es nada si no estás en ella— se paró delante suyo, juntó sus manos—. Eres tan importante para mí, no podía dejarte solo, tú nunca me dejaste solo a mí, por más mal que haya estado, trataste de ayudarme en lo que podías, yo soy quien no sabe como agradecerte por estos años juntos, que por cierto ya son más de dos años desde que estamos juntos.

—Dos años con la persona más maravillosa del mundo— Gavi rió, sus narices rozaron lentamente. Pasó sus brazos por su cuello, dándole un corto beso en los labios.

—Jamás olvidaré la vez que nos conocimos, que nos hablamos, que nos hicimos novios— llevó su dedo índice hasta el costado de su cabeza y se tocó ahí repetidas veces—. Todo, cada momento contigo se quedará conmigo hasta el fin del mundo.

Robert lo tomó de la cintura y lo inclinó hacia un costado, plantándole un beso en los labios, dejando que sus cuerpos fueran lentamente cayendo sobre la arena. Sus antebrazos se clavaron en la arena, mientras sus labios se fundían, sintiendo como el cuerpo del sevillano se pegaba al suyo como el imán y el metal.

—Te amo— gimoteó dejando caer sus brazos sobre la arena, buscando recuperar el aire que había perdido—. Te amo, Lewy, te amo.

Repitió mientras cada parte de su suave y blanca piel era besada, admirada como una pieza única en el mundo, tocada con cuidado, como si acariciara una pequeña pluma. Cada parte de su cuerpo se fue prendiendo fue a medida que el las manos y los besos fueron pasando sobre suyo, erizando su piel. Sus manos se hundieron en la arena, sus dedos jugaban con ella.

De pronto su espalda se arqueó y sus labios se separaron para gemir, abriendo sus ojos de golpe y cerrándolos con fuerza, tirando su cabeza hacia atrás. Levantó su cabeza, sosteniéndose con sus codos, encontrando al polaco, quien se acercó a su rostro como un depredador, relamiendo sus labios mojados.

Nuevamente unieron sus bocas, esta vez con mayor intensidad. El Sol se estaba perdiendo poco a poco, ellos estaban solos allí.

No se decían nada, pero lo sentían todo. Sabían que cosas le gustaban al otro, sus manos entrelazadas contra la arena, solo se podía escuchar el ruido de sus labios pegarse y despegarse, de sus jadeos. Lo miró a los ojos cuando se controlaron, el ojiceleste tenía su cabello desordenado al igual que el suyo, pero él estaba con las mejillas rojas, jadeante.