No tiene importancia

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Ser la hija del famoso Tony Stark alias Iron Man, era ya bastante estresante. Pero añádele el hecho de que: a) también eres una superheroína que constantemente tiene que salvar el mundo de la destrucción total cada unos cuantos meses, y b) el chico del que estas enamorada —y su hermana gemela— albergan un gran odio hacia tu padre. Tienes la receta perfecta para el desastre.

Todas tus emociones, que aguardaban escondidas muy dentro, estaban hirviendo lentamente cerca y más cerca de la superficie con cada instante que pasaba, y en cualquier momento sentías que iban a implosionar en ti misma y colapsar, o explotar y herir a alguien más. Pero siendo la clase de persona que eras, escogiste que si pasaba, implosionarías antes de explotar.

Estabas sentada en el comedor junto al resto de los Vengadores, incluyendo a los gemelos, y el recientemente creado Visión. Sentada en deprimente silencio, solo mirando tu plato.

—En vista de que mañana nos vamos a Sokovia, esta será nuestra ''ultima cena''. —Dijo tu papá, proponiendo un brindis, a lo que todos los demás excepto los gemelos levantaron sus vasos.

Una risita recorrió la mesa, antes de que las conversaciones comenzaran entre los otros.

El Dr. Banner y tu padre estaban discutiendo sobre bio-orgánicos, Steve y Thor hablaban con Visión sobre todo lo que había pasado y discutiendo estrategias; Clint y Natasha estaban viendo fotos de los hijos de Clint y los gemelos... se sentaron ahí, luciendo amotinados, hablándose el uno al otro en sokoviano.

Tu solo estabas sentada ahí sin emitir un solo sonido, con tu corazón muriendo poco a poco.

—¿Estás bien? —Te llamo una voz débil, y solo entonces saliste de tu aturdimiento notando que todos en la mesa se habían quedado en silencio y te estaban mirando.

Tus ojos escanearon la mesa buscando al dueño de la voz, y sorprendentemente era Visión. Le diste una sonrisa débil y asentiste, rehusándote a hacer contacto visual con cualquiera, temiendo que vieran las lágrimas que habían, por alguna razón, empezado a crearse en tus ojos.

—No... Ella no está bien —escuchaste una suave voz, de nuevo una que no esperabas: Wanda. Había leído tu mente.

Aclaraste tu garganta y simplemente empujaste hacia atrás tu silla, te levantaste e inclinaste tu cabeza.

—Si no les importa, voy a excusarme. Solo estoy cansada.

Viste a Wanda fruncir el ceño y mascullarle algo a Pietro en sokoviano. Este frunciendo el ceño a su vez. Miraste a tu papá, quien sabía exactamente lo que estaba pasando. Te dio una sonrisa simpática y asintió. Sin más demora, prácticamente saliste corriendo de la habitación mientras tus lágrimas empezaban a resbalarse por tus mejillas.

Como prometiste, implosionaste en vez de explotar. En el momento en que volviste a tu habitación cerraste la puerta un poco más fuerte de lo previsto, cerraste con llave y te echaste a llorar. Te recostase en la puerta y te deslizaste hasta llegar al piso, llevando tus rodillas a tu pecho y abrazándolas mientras llorabas.

Lloraste y lloraste hasta que no pudiste respirar y no tuviste más lágrimas que derramar. Pero incluso en ese momento te sentiste abrumada por todo. Solo querías enterrarte seis metros bajo tierra y nunca más salir.

Repentinamente escuchaste un golpe gentil en la puerta, y luego la misma suave voz que te sorprendió en la mesa: Wanda.

Ella te nombró, —Sé que no estás bien, y sé que es lo que te está preocupando —dijo, gentilmente. Te sorprendiste, en vista de que la única vez que habías hablado con ella fue cuando ella le grito a tu papá que apagara la integración de J.A.R.V.I.S. en el cuerpo que eventualmente se convirtió en Visión. Vacilaste mientras te levantabas lentamente, tu mano estaba cernida sobre la manija de la puerta. Wanda llamo de nuevo—. Sé que es extraño para ti viniendo de mí, pero solo quiero ayudarte. Y Pietro también, solo que es muy tímido —Wanda te engatuso gentilmente y tu corazón dio un vuelco con la mención de su hermano mayor. Pero decidiste dejarla entrar. Notaste que ella era aún más hermosa cuando no estaba frunciendo el ceño o gritando. Le hiciste una seña para que entrara a tu habitación.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora