Solo somos tú y yo |Pietro y Wanda|

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Wanda estaba en el columpio, columpiándose lentamente mientras observaba a los otros niños corriendo, riendo y jugando juntos.

Ella resoplo con pesadez, apartando su cabello de su rostro lentamente y capto con la vista a un grupo de niñas riendo y señalándola.

Wanda nunca encajo con los otros niños al igual que su hermano, había sido intimidada porque ella no era tan rápida o fuerte como los demás.

Wanda solía ser cercana con su madre, pero luego de haber sido asesinada, ella realmente pensaba que no tenía a nadie.

Ella solo deseaba tener a alguien con quien salir. Ella solo no quería seguir sintiéndose sola.

Ella repentinamente sintió una ráfaga de viento pasarla y miro cara a cara a su jadeante hermano quien le estaba sonriendo.

—¡Hey, hermanita! ¿Qué estás haciendo aquí sola?

—Nada, solo jugando en el columpio... —le dijo ella en voz baja. Ella nunca hablaba con nadie realmente. Él era el único amigo que tenía.

—Yo acabo de hacer una carrera con los otros y vamos a por otra, ¿quieres unírtenos? No te quedes sentada aquí sola, ¡vamos!

Ella lo miro con fastidio.

—¡Ahora que has dicho eso preferiría que no! ¡Siempre tienes que sacar lo sola que estoy!

—Wanda, ¡no lo decía de esa manera! —Dijo Pietro cuando ella se levantó rápidamente, acercándose a su rostro mientras respiraba amenazante.

—Crees que soy tan débil, ¿no es así, Pietro? ¡¿No es así?!

Él permaneció en silencio mientras veía las lágrimas de su hermana llenar sus ojos debido a su silencio sepulcral.

—Exactamente lo que penaba...

Y con eso, ella se fue, corriendo lo más rápido que podía hacia el otro lado del edificio del orfanato, ignorando los ruegos de su hermano mayor.

Ella se recostó contra las paredes de ladrillo del edificio, respirando pesadamente mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Pero ella se dio cuenta de que no estaba sola, ella escucho los ecos de fuertes risas a través del pequeño callejón.

Wanda se movió de la pared para ver a tres chicos más grandes abriéndose camino hacia a ella.

—Bien, bien, bien, miren lo que tenemos aquí... —uno de los chicos, llamado Christian, la miraba con una sonrisa.

—¡Déjenme sola! —Dijo Wanda, tratando de empujarlos más allá antes de ser empujada.

—Oh, ¿tratando de marcharte, Maximoff? ¡No lo creo!

Wanda respiraba pesadamente, mirando alrededor buscando una salida con desesperación antes de darse cuenta de que estaba atrapada contra la cerca.

—¿En dónde están tus amigos, Wanda? Oh, esperen, ¡no tienes ninguno! —Hubo una carcajada por parte del grupo de chicos, lo que hizo que Wanda se acobardara.

—¡Ustedes son un montón de cerdos! ¡Piérdanse! —Lloriqueo, tratando de empujarlos más allá una vez más, pero fracaso y fue empujada nuevamente hacia la cerca con un grito, golpeándose duramente hasta sangrar.

Ella poso su mano en la herida, sangre cubría su mano. Ella miro a Christian antes de golpearlo directamente en su cara con un grito de ira. Él gimió con dolor, cayéndose ligeramente de espaldas hasta que sus amigos lo rodearon y los sostuvieron.

Wanda chillo cuando fue agarrada por el cuello de su camisa por Christian mientras él susurraba —: ¡Vas a pagar por eso!

—¡Tal vez quieras reconsiderar eso de nuevo, Christian! —Él se volteó, tirando de Wanda junto con él para encontrarse con Pietro quien estaba parado detrás de los otros dos chicos, los cuales se alejaron de él, casi con miedo.

—¿Por qué haces esto? —Pregunto Pietro, pasando a los dos chicos quienes se habían alejado de él—. Pensé que éramos amigos...

—Pfft, solo era tu amigo para que pudiéramos entrar en la competición de la carrera de la ciudad, ¡¿quién querría ser tu amigo?! —El ceño de Pietro cayó. El corazón de Wanda casi crujió al ver a su hermano de esa manera.

Él la miro, y cuando noto la sangre goteando a un el lado de su rostro, su cara se contrajo con furia.

En un parpadeo Pietro había apartado a Wanda y tenía a Christian contra la cerca. Christian dejo salir un chillido cuando su cabeza hizo contacto con esta. Para ese momento sus dos "amigos" ya se habían ido.

—¡Vuelves a tocar a mi hermana de nuevo y juro que te arrepentirás! ¡La lastimas a ella y me lastimas a mí! —Dijo Pietro antes de arrojar su puño contra la cara de Christian, haciéndolo caer al suelo antes de correr despavorido.

Pietro se volvió para encontrar a Wanda llena de miedo, acurrucada contra la pared de ladrillos. Él se arrodilló frente a ella y la cargo de la manera más gentil que pudo, como si ella fuera de vidrio.

Él camino hacia el edificio del orfanato, cargando a su hermana por las escaleras y a su pequeña habitación que solo contenía dos camas y una pequeña pared en donde dibujaban.

Pietro poso a Wanda en su cama antes de agarrar el pequeño botiquín de primeros auxilios que había robado de un escritorio y había mantenido escondido bajo su cama.

Él saco las gasas y los materiales de limpieza antes de empezar a limpiar las heridas de su cabeza con gentileza, sosteniendo una de las manos de Wanda mientras lo hacía.

Wanda lo observo atentamente mientras lo hacía, ella podía ver lo herido que estaba por no tener a los chicos como sus amigos, sino para usarlo por sus talentos.

—Lo siento por lo de Christian y esos chicos, Pietro. Se lo cercano que eras a ellos —ella le dijo con suavidad. Él suspiro pesadamente y ella pudo ver el dolor en sus ojos, incluso las lágrimas.

—Lo merezco por burlarme de ti por estar sola. Supongo que el karma es real —soltó una risita, sacudiendo su cabeza antes de apartar su mirada de la de ella con tristeza, temblando ligeramente.

Ella levanto la cabeza de su hermano, limpiando con gentileza las lágrimas que ahora habían caído con la punta de sus dedos.

—Nadie merece ser usado de esa manera, Pietro. Usado solo por lo que son buenos. Eso es lo peor que le puede hacer una persona a alguien. Y tú, tu eres a veces la persona más tonta y enojadiza que he conocido —Pietro se rio de eso, finalmente sonriéndole mientras continuaba—. Pero tú también eres el hermano más amable, amoroso y protector que podría pedir. Y es por eso que te amo por quien eres. Y te prometo que nunca te usaré por tus talentos.

Pietro observo a su hermana con amor mientras ella le sonreía antes de besar su frente con gentileza, atrayendo su cuerpo más cerca.

—Yo también te amo, Wanda. Desde ahora solo seremos tú y yo. Hermano y hermana, y mejores amigos.

Wanda asintió, tomando sus manos con las suyas, apretándolas gentilmente mientras se acurrucaba más cerca de él. 

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora