Albergando sentimientos hacia él

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Una gota de sudor rodó por tu cara mientras luchabas con levantar la pesa unida a la máquina que estaba junto a ti. Estabas actualmente en el gimnasio de las instalaciones de los Vengadores, completando una de las rutinas más duras de tu vida. Solo necesitabas librar algo de adrenalina después de pasar el día disputando con Pietro Maximoff de nuevo.

Ese hombre era un dolor en tu trasero. Él siempre era tan cínico y sarcástico, diciendo la misma cosa; "¿No lo viste venir?" cada vez que se cruzaba en tu camino. Pero a pesar de todo no podías evitar admirarlo un poco. Él tenía una buena figura y un acento que derretía a cualquiera. Eso tenía que ser. ¿No era realmente él, o sí? Después de todo, no había manera de que él sintiera lo mismo que tú.

Gruñiste, preparándote para terminar tú ultima repetición cuando un viento repentino pasó junto a ti y soltaste las pesas. Dejaste salir un gruñido exasperado—: ¿En serio? —Te volviste para ver a, sorpresa, Pietro estaba recostado sobre la pared junto a ti. Él claramente había estado entrenando también porque estaba en pantalones cortos de malla y una camiseta que mostraba sus brazos muy bien. Rápidamente miraste hacia otro lado para evitar quedarte mirándolo.

—¿Qué? —Pregunto de manera inocente, sacudiendo su cabello sudado de su cara—. ¿No lo viste...?

—Oh, ¡que si no! —Lo cortaste—. ¿No puedes encontrar un mejor pasatiempo que molestarme?

—Pero nada más es igual de divertido —contrarresto con una sonrisa antes de salir corriendo, dejando una estela azul y plateada.

Gruñiste y dejaste caer tu cabeza en tus manos. Ese hombre seria tu muerte.

El resto de tu entrenamiento transcurrió sin disturbios hasta que decidiste dar una vuelta alrededor para enfriarte. Apretaste los cordones de tus zapatos y comenzaste un trote lento.

Repentinamente una voz junto a ti hablo. —¿Eso es todo lo que tienes?

Apretaste tus dientes. —Ahora no, Maximoff —dijiste.

—Oh, vamos —rio—. Sabes que te gusta mi compañía, princezná¹. Solo no lo quieres admitir —sacudiste tu cabeza y aceleraste el ritmo, corriendo junto a él. No le tomo mucho el reaparecer junto a ti—. Veo la forma en que tus mejillas se tornan rosadas cuando estoy alrededor. ¿Creíste que no lo había notado?

Lo observaste y contuviste el deseo de sacarle la sonrisa de su cara con una bofetada. —Mi cara es rosada, Pietro, porque estoy en el medio de una rutina de ejercicio.

—No —él sacudió su cabeza. No habías notado hasta ahora que los dos se habían detenido y estaban en el medio del camino—. No me refiero a en este momento. Me refiero a temprano esta mañana y ayer, y el día anterior.

—¿Tu punto? —Gruñiste.

—Mi punto, princezná —él dio unos pasos hacia a ti—, es que lo más que quieres en el mundo es que yo te bese en este momento.

Tu corazón se agito por la falta de espacio entre Pietro y tú. —Que... —farfullaste—. Eso es totalmente... me refiero, ¡eso no es verdad!

Tu corazón cayó cuando él dio un paso atrás,  encogiéndose de hombros. —Muy bien —dijo—, entonces te dejare —él se dio la vuelta y comenzó a caminar en la dirección opuesta.

—Espera, Pietro —tomaste tu brazo. Él se dio la vuelta con una sonrisa tirando de sus labios—. Cállate —respondiste porque él podía decir cualquier cosa. Tu cara se calentó y no pudiste tragar la cantidad de vergüenza que sentiste en el momento. Pero no importo porque antes de que pudieras pensarlo, los labios de Pietro estuvieron sobre los tuyos en un beso apasionado. Sus manos fueron a tu cintura y te atrajo cerca mientras que tus manos iban a su cabello. Él tarareo en el beso, con una sonrisa en su cara.

—No tienes idea desde cuando he querido hacer eso —respiro, inclinando su frente contra la tuya.

—Entonces cállate y hazlo de nuevo —pusiste tus labios de vuelta en los suyos.




¹Princesa.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora