Bajo el muérdago

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El alcohol que corría a través de tu sistema tenía a la habitación moviéndose ligeramente pero lo estabas disfrutando tanto que no te importaba. Tony Stark, por supuesto sabía cómo dar una fiesta, y una fiesta de Navidad no era la excepción. Canciones navideñas sonaban a través de los altavoces; el gran salón de baile estaba decorado con nieve falsa, oropel y todo el suelo y el techo estaba pintado con los colores rojo y verde.

Bailabas torpemente al ritmo de la canción "Rodolfo el reno", chillando en la habitación en un intento de cantar. Cuando la canción acabo te volviste en la dirección del bar, tropezándote con un gran cuerpo que se encontraba en la pista de baile.

—¡Lo siento! —Exclamaste y un par de manos agarraron la parte superior de tus brazos para mantenerte firme. Miraste hacia arriba, notando que habías tropezado, de todas las personas, con Pietro Maximoff—. ¡Pietro! ¿Cómo estás? —Sonreíste sin notar que tus palabras se mezclaron ligeramente. Pietro se rio y sus ojos se achicaron en alegría mientras te ayudaba levantarte y recuperar tu equilibrio antes de soltar tus brazos.

—Estoy bien. Tú pareces estar mejor —señalo. Una risita se escapó de tus labios mientras asentías. Tú ciertamente estabas pasando un buen rato.

—Amo la Navidad —declaraste—. Iba a buscar otra bebida. ¿Te gustaría una? —Preguntaste tratando de maniobrar alrededor de Pietro antes de que un siseo llamara su atención.

—¡No se han besado todavía! —Reprendió Clint, posando un brazo sobre tu hombro y el otro sobre el de Pietro. Una fuerte esencia de alcohol emanaba de él y un lugar en el fondo de tu mente se preguntó si así es como olías en ese momento.

—¿A qué te refieres? —Preguntaste confundida mientras le pestañeabas a Clint. Pietro parecía estar tan confundido como tú.

—Están bajo un muérdago —declaró Clint mirando hacia la pequeña planta que colgaba del techo—. Tienen que besarse antes de irse —añadió, dejando sus brazos caer de sus hombros y dando unos pasos hacia atrás.

«Besar a Pietro». El pensamiento definitivamente no era desagradable y te diste cuenta de que le estabas sonriendo al mero pensamiento de besarlo. Te alegrabas de que fuera él con quien te habías tropezado en vez de alguna otra persona de la fiesta.

—¿No podemos romper un tradición navideña, verdad? —Preguntaste, sonriendo ampliamente. Pietro asintió de acuerdo.

—No queremos esa clase de mala suerte sobre nosotros —confirmo y sus manos lentamente alcanzaron tus caderas. Otra risita se te escapo mientras levantabas tus brazos para envolverlos en el cuello de Pietro. Te pusiste de puntitas para presionar tus labios sobre los de él, besándolo intensamente. Pietro no vacilo en devolverte el beso, sus manos viajaron de tus caderas a tu espalda para presionarte y acercarte más a su pecho. Tú fuiste la que se separó, necesitando recuperar el aliento después de unos minutos.

Mientras los dos se observaban mutuamente un reloj comenzó a repicar en el fondo y la multitud comenzó a aplaudir. Pensaste por un momento que los estaban aplaudiendo a ustedes, felices de que Pietro y tú hubieran compartido un beso. Sabías que ese no era el caso. Sin embargo, pensaste que era divertido de imaginar.

—Feliz Navidad —dijo Pietro tranquilamente, descansando su frente sobre la tuya y con una gran sonrisa en su rostro.

—Gracias a Dios por el muérdago —reíste, apretando más tus brazos alrededor de su cuello mientras que la multitud continuaba aplaudiendo y festejando a su alrededor. Perdidos en su pequeño mundo bajo el muérdago.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora