Cosas que dijiste cuando me conociste y cuando todo terminó

7.2K 446 22
                                    

Te quedaste mirando a Pietro con una pequeña y triste sonrisa en tu rostro, tus manos estaban temblando ligeramente mientras mirabas al hombre del que estas irrevocablemente enamorada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Te quedaste mirando a Pietro con una pequeña y triste sonrisa en tu rostro, tus manos estaban temblando ligeramente mientras mirabas al hombre del que estas irrevocablemente enamorada.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos? —Le preguntaste silenciosamente, rompiendo el silencio en el que habían estado durante los últimos minutos.

Pietro te contempló, confundido.

Te nombró, sonando cansado y derrotado—roto.

—Estás haciendo esto más difícil de lo que necesita serlo.

—Lo sé, pero solo compláceme, ¿sí? —Murmuraste tocando tus uñas. No podías seguir mirándolo, no cuando te miraba de la forma en que lo hacía con sus ojos azul eléctrico. Ojos que solían estar llenos de calor, pero que ahora eran tan extraños e imposibles de leer.

—Bien. Si, si lo recuerdo —hizo un ademan con su mano, indicando si debía continuar—. ¿Por qué estas preguntándome eso?

Te encogiste de hombros.

—Solo estaba pensando en algo que dijiste. Me dijiste que no habías conocido a alguien tan feliz como yo antes. Dijiste que era amarillo brillante en un mundo de gris; fue una de las primeras cosas que me dijiste.

—Lo recuerdo —dijo Pietro con suavidad. Lo contemplaste, y por un momento se pareció al mismo Pietro que conocías; el que únicamente tú conocías. Pero desapareció tan rápido que estabas segura que había sido un truco de la luz—. Pensaste que te estaba felicitando cuando no lo estaba —Pietro continuó.

—Lo sé —sonreíste con suavidad, dejando a tu mente llevarse por el recuerdo de cuando conociste por primera vez al chico destrozado que estaba sentado ante ti. Él no estaba tan roto en ese tiempo, aun seguías sin creer que estuviera roto ahora, pero Pietro lo estaba. Y cuando Pietro creía algo, el resto del mundo estaba obligado a seguirlo; exceptuándote—, pero tenías razón. Era feliz y también tonta —añadiste con suavidad, porque aunque no creías que Pietro estaba roto, también estabas completamente segura.

Pietro te nombro de nuevo, susurrando.

Tenías que pelear contra la urgencia de tirarte en sus brazos, porque él era seguro. Él era tu seguridad, excepto que él ya no estaba. Porque estabas rota al igual que él y sin importar que tanto trataras, no siempre dos piezas rotas hacían una.

Así que cerraste tus ojos y trataste de empujar tus emociones en una pequeña caja negra.

—Solo quiero que saber —empezaste, y sin importar que tan duro trataste, cada silaba salía tan destrozada como te sentías—, ¿cómo terminamos aquí? Porque ya no soy feliz, y la única cosa que ha cambiado eres tú.

Pietro te nombro por tercera vez. Y esta vez no pudiste evitar mirarlo; sus ojos se conectaron instantáneamente, como si se hubieran conectado por una fuerza magnética.

—Lo siento —suspiro, y le creíste.

—No quiero que este sea el fin —admitiste—, no quiero que termine.

—Pero lo es.

Te quedaste mirando el débil rastro azul y plateado que había dejado tras él.

—Aún te amo —suspiraste, permitiendo finalmente a tus lágrimas rodar por tus mejillas.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora