Superando los celos

8.2K 544 32
                                    

Tony y tu entraron a la cocina riendo.

—¿Viste el video del tipo que puso espaguetis en su cabeza y empezó a cantar?

—¡Oh por Dios, creo saber de lo que estás hablando! —Tony te interrumpió, sacudiendo su cabeza y sonriendo—. Eso fue grandioso.

En ese momento te diste cuenta de que no estabas sola. Steve, Clint, Natasha y Pietro estaban sentados ahí, mirándolos a ti y a Tony.

—Oh, hey, ¿cómo está todo? —Preguntaste sonriéndoles.

—No mucho —Steve se encogió de hombros—, solo hablamos y comemos. Lo usual.

Reíste y asentiste, acercándote al refrigerador y sacando un yogur.

—¿Hablando sobre algo en específico? —Preguntaste, sentándote en una silla junto a Pietro.

—No —dijo simplemente antes de levantarse sin decir otra palabra.

Intentaste enmascarar el dolor que vino a tu cara. Aparentemente no lo hiciste muy bien porque Natasha dijo—: No te preocupes por él. Ha estado actuando extraño últimamente.

—Está bien —mascullaste, tomando una cucharada de yogur y tratando de olvidar lo que había pasado.




Al día siguiente, estabas caminando por el pasillo y escuchaste la televisión encendida. Te hiciste camino hacia la sala, sonriendo cuando viste a Pietro sentado ahí.

—Hey, ¿qué haces? —Preguntaste, sentándote junto a él. Te aseguraste de darle su espacio, recordando lo que había pasado ayer.

—Trato de ver esto... —respondió categóricamente, sin siquiera mirarte.

Estuviste en silencio por un momento o dos antes de suspirar.

—Bien. Te dejare hacer eso, entonces. Tal vez Tony quiera hacer algo.

—Tal vez lo quiera —dijo Pietro bruscamente, volteando a verte.

Sorprendida por su tono, tus ojos se agrandaron.

—Lo que sea —murmuraste, dándote la vuelta para seguir caminando, sin darle una segunda mirada.




Finalmente, después de tres días, estabas harta de que Pietro te ignorara. En la rara ocasión en que te había hablado había sido grosero, e ibas a confrontarlo al respecto.

Esa noche, luego de que la mayoría de las personas se retiraron a sus habitaciones, vagaste por el piso buscando a Pietro.

Lo encontraste sentado en el taburete de la cocina, tomando un vaso de leche.

—¿Cómo estás? —Preguntaste, sentándote junto a él.

—Bien, gracias —rodó sus ojos, levantando su vaso. Podías notar que estaba listo para irse así que tomaste su brazo. Te miro con confusión, pero no te importo.

—¿Qué se te ha metido en la cabeza últimamente? —Preguntaste aun sosteniendo su brazo, asegurándote de que no se fuera a ningún lado.

—No estoy seguro de a que te refieres —dijo, pero viste en sus ojos que él sabía exactamente de lo que estabas hablando.

—Tonterías —escupiste—. Has estado distante y grosero recientemente. Y quiero saber el porqué.

Pietro no dijo nada durante un momento y estabas empezando a preguntarte si él no iba a contestarte. Luego de un tiempo, sin embargo, él dijo—: Me imagine que como pasabas tanto tiempo con Tony ya no querías verme.

«¿Qué?», pensaste, achicando tus ojos con confusión. «Estaba... ¿Pietro estaba celoso?»

—Tony y yo solo somos amigos —le dijiste, apartando tu mano de él. Supusiste que no se iría a ningún lado ahora.

—¿Así que ustedes dos no están... saliendo? —Aclaró Pietro.

—Sí —asentiste—. Él es bueno y todo pero, Dios, puede llegar a ser tan irritante.

Pietro rio antes de decir—: Bueno, entonces, me disculpo.

—De todas maneras, ¿por qué actuaste de esa manera? —Preguntaste.

—Quería que no estuvieras saliendo con Tony —respondió, encogiéndose de hombros.

—Entonces, estabas celoso —sonreíste. Tus sospechas habían sido confirmadas. Cuando él no dijo nada te acercaste un poco y continuaste—. Bueno, te mostrare que no hay razón para que estés celoso.

Inclinaste tu cabeza y presionaste tus labios contra los de Pietro, sonriendo cuando empezó a devolverte el beso. Habías pensado que le gustabas, pero había algo de alivio al asegurarte de que así era.

Cuando te separaste, él sonrió y dijo suavemente—: Tú y Tony nunca habían hecho eso, ¿estoy en lo cierto?

—Estas en lo cierto, sin duda alguna —reíste, envolviendo tus brazos a su alrededor—. Nunca.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora