No lo vimos venir (Parte 2)

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La batalla con Ultron había finalizado. Él estaba muerto y todos podían irse a casa a descansar. Los gemelos habían decidido venir y unirse a los Vengadores y entrenar con ustedes. Ahora todos ustedes se estaban dirigiendo a la Torre.

—¡Esto exige una fiesta! —Escuchaste a tu padre exclamar. Hubo un gemido colectivo en la habitación. Los gemelos, quienes se sentaron a ambos de tus lados, lucieron confundidos. Finalmente te habías aprendido sus nombres, lo cuales eran Wanda y Pietro.

—Mi padre ama dar fiestas. La única diferencia esta vez es que ahora si existe una razón para celebrar —les informaste, su respuesta fue un asentimiento con la cabeza. Nat estaba sentada frente a ti, junto a ella estaban Banner y Thor. La cabeza de Banner descansaba en el hombro de Nat, durmiéndose rápido. Le sonreíste a Natasha quien trataba al máximo de no ruborizarse pero fallo miserablemente.


Estabas terminando de prepararte para la fiesta de tu padre cuando escuchaste a alguien tocando la puerta. Fuiste a abrirla, esperando encontrar a Nat ahí esperándote para entrar a la fiesta contigo. Abriste la puerta y te sorprendió ver a Pietro ahí. Él tenía una pequeña y nerviosa sonrisa en su rostro. Él dio un paso hacia atrás y miro tu conjunto: un vestido azul que abrazaba tu cuerpo y caía hasta tus piernas. Llevabas puesto unos tacones negros y tu cabello estaba liso. Él nunca te había visto llevar tu cabello suelto.

—Te ves hermosa —dijo con ese acento grueso que habías llegado a amar.

—Tú también te ves muy guapo —comentaste mientras mirabas lo que llevaba puesto: un esmoquin azul marino. Él se veía asombroso y el esmoquin resaltaba sus ojos. Su cabello estaba peinado como el de Steve y no pudiste evitar preguntarte si él le había ayudado. De una manera los dos combinaban como pareja. Te ruborizaste ligeramente por el pensamiento.

—¿En qué puedo ayudarle, señor Maximoff? —Le preguntaste con una sonrisa. Él soltó una risita y levanto una corbata azul.

—¿Podrías ayudarme con esto, por favor? —Pregunto con una pequeña sonrisa. Tu corazón se agito por lo lindo que era. Asentiste y lo dejaste entrar.

—Siéntate en la cama —le dijiste y mientras él se sentaba apartaste todo el maquillaje.

—Tienes una linda habitación —él comento mientras te dirigías hacia él.

—Gracias —le sonreíste. Él te miro desde abajo y fue como si el mundo se hubiera detenido. Los dos se quedaron ahí por un momento, solo disfrutando de la presencia del otro y perdiéndose en los ojos del otro. Fuiste la primera en salirte del trance y acercaste tu mano hacia la corbata. Él te la dio, envolviste el material alrededor de su cuello y empezaste a atar la corbata por él. Sentiste sus ojos en ti durante todo ese tiempo. Terminaste de atar la corbata y se la dejaste un poco floja para que la apretara. Notaste que uno de sus botones se había desabotonado así que los abotonaste por él. Sonreíste y tomaste sus manos para ayudarlo a apretar la corbata.

—Gracias —dijo antes de inclinarse para dejar un beso en tu mejilla. Te ruborizaste un poco por su gesto.

Alguien más toco la puerta. Fuiste a abrirla para revelar a Nat. Ella estaba a punto de empezar a hablar hasta que vio a Pietro parado detrás de ti. Ella movió sus cejas y te guiño un ojo. La fulminaste con la mirada antes de que pudiera seguir avergonzándote. Ella se rió y se fue. Pietro aclaro su garganta, captando tu atención. Te volviste hacia él y lo viste flexionando su brazo para que enlazaras el tuyo con el de él. Felizmente obligada él te llevo a la fiesta de Stark.


La noche la pasaste bailando, riendo, y solo descansando con Pietro. Si nadie lo supiera mejor, pensarían que ustedes dos eran pareja. Pietro y tu estaban actualmente hablando en el bar en donde se encontraban Nat y Bruce también. Pietro tenía su brazo alrededor de tu cintura y se inclinó para susurrar en tu oído.

—Ven afuera conmigo —dijo mientras te empujaba por tu cintura y te llevaba afuera. Era una noche fría y la calidez del cuerpo de Pietro hizo que te acurrucaras contra él. Él se recostó contra la barandilla y tu descansaste tu cabeza en su pecho con sus brazos envueltos a tu alrededor, envolviéndote en su calor. Se quedaron en silencio por un rato hasta que él hablo.

—Me gustas mucho. Por eso pare la bala —te dijo.

—Tú también me gustas. Por eso te ayude —mascullaste contra su pecho. Moviste tu cabeza para mirarlo mientras él te observaba. Él contemplo tus labios y movió una de sus manos hacia tu mejilla, la yema de su pulgar la acaricio.

—Vales completamente la pena ser salvada —mascullo mientras se inclinaba hacia abajo, acariciando tus labios con los suyos. El beso era tan gentil y dulce que ninguno de ustedes quería separarse nunca. Pero, por supuesto, tu papa tenía que arruinar el momento.

—Hum, disculpen, pero espero que ese sea el único lugar al que tus labios vayan porque, uh, no quiero ningún nieto súper rápido después. Y, uh, bueno, solo asegúrate de que, eh, ese sea el único lugar al que tus manos, labios y, hum, alguna otra parte de tu cuerpo vayan. ¡Magnifico! —Dijo rápidamente antes de que pudieras regañarlo.

—Lo odio —mascullaste. Pietro rio hasta que sus labios fueron hacia los tuyos de nuevo.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora